Si bien se registraron 1.300 focos ígneos, es un 90% menos que en 2023 y está muy por debajo de los casi 40 mil del 2020
El año 2024 cerrará con un dato alentador para el Delta del Paraná: ha sido el período con menor cantidad de incendios registrados en los últimos cinco años, un contraste significativo respecto a los devastadores números de la última década. Según el informe mensual del Museo de Ciencias Naturales «Antonio Scasso» de San Nicolás, hasta noviembre se detectaron 1310 focos de calor en toda el área PIECAS DP, y se proyecta que el total anual apenas supere los 1325.
Para encontrar cifras menores es necesario retroceder hasta 2019, cuando se contabilizaron 1106 focos de calor. Este período contrasta con los cuatro años que le siguieron, marcados por una bajante histórica y una sequía que intensificaron los incendios en la región.
En 2020, el Delta vivió el peor año de incendios con 39.663 focos registrados, una cifra que bajó en 2021 a 14.792 pero que seguía muy por encima del promedio histórico de 1887 detectado entre 2012 y 2019. El 2022 volvió a encender las alarmas con 25.987 focos, mientras que en 2023 se registraron 10.843. Este 2024, con apenas 1325 focos, representa una reducción del 88% respecto a 2023 y casi un 97% comparado con el pico de 2020.
A pesar de la drástica disminución, los incendios siguen dejando su huella en el ecosistema. Este año, los 1325 focos detectados afectaron un área estimada de 18.422 hectáreas. Aunque mucho menor que los 8537 kilómetros cuadrados devastados entre 2020 y 2022, equivalentes a 42 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires, los daños sobre el ambiente insular no son menores.
El 2024 se presentó como un año particularmente incierto debido a la reaparición del fenómeno La Niña, que trajo consigo condiciones climáticas similares a las que alimentaron los incendios en años anteriores. Según especialistas de la Universidad Nacional de Rosario, factores como la bajante del Paraná, la disminución de precipitaciones y las heladas anticipadas aceleraron la sequedad de los pastizales, aumentando el riesgo de incendios.
Una oportunidad para el Delta
El descenso en la cantidad de focos de calor también significa un respiro para la región, cuya salud ambiental ha estado en el centro de la agenda. Este 2024 se cierra con una perspectiva positiva, pero no exenta de desafíos: la recuperación de los ecosistemas dañados y la implementación de medidas efectivas para prevenir nuevos episodios de fuego son tareas pendientes para los años venideros.
El Delta del Paraná, con su riqueza ambiental y su importancia como regulador del clima y la biodiversidad, sigue siendo un territorio vulnerable. Los números de este año, aunque alentadores, son un recordatorio de que la conservación debe ser una prioridad sostenida en el tiempo.