Si bien no hay números exactos porque es clandestino, la Interpol calcula que es el tercer o cuarto negocio ilícito en el mundo
- Por Gina Verona Muzzio
Es muy común ver el tráfico ilegal de fauna en la caza de elefantes para obtener marfil, en la matanza de ballenas o hasta en la captura de grandes felinos para exhibición, pero la problemática es extensiva a todo el mundo y a las especies más diversas. Por eso, también afecta a Argentina y a Rosario, que por ser una ciudad portuaria y de paso hacia muchos lugares tiene una alta concentración de animales vendidos ilegalmente. Con la Gente habló con una especialista en el tema y descubrió que lo que ocurre en la zona es, principalmente, el tráfico para el mercado de pájaros en jaula.
«El tráfico ilegal de fauna es una de las problemáticas más grandes del mundo. Si bien no hay números exactos porque es clandestino, la Interpol calcula que es el tercer o cuarto negocio ilícito en el mundo, moviendo cerca de 180 mil millones de dólares al año», introduce Clara Mitchell, guardafaunas honoraria de la provincia de Santa Fe, en diálogo con CLG. Según explica, la situación no se despega de otra gran problemática: «La alta concentración de tráfico de animales está muy ligada al narcotráfico, por eso se considera un crimen organizado. Si pasan por la frontera droga, le suman un par de monos».
Dentro de las especies que se comercializan, están los casos más renombrados, como el del marfil, hasta otros casi desconocidos «como animales que se utilizan para la medicina o para el mercado ilegal de mascotas».
En Argentina y la región -cuenta Mitchell- lo que se comercializa » es principalmente para el mercado de pájaros en jaula». A veces aparece «algún puma, gato montés, algún hurón o yacaré, pero lo más normal es que sean pájaros».
La especialista afirma que hay desde cazadores por subsistencia, que venden los animales para ganarse la vida y alimentar a sus familias, hasta cazadores profesionales, que venden en tiendas de mascotas (pet shops) o en redes sociales, hasta cazadores profesionales.
«El 80% de lo que se trafica en Argentina viene de Santiago del Estero, Formosa y Chaco. Para vender al exterior, Rosario queda de paso hacia el puerto o aeropuerto de Buenos Aires. Incluso se puede utilizar el mismo puerto de Rosario. Al interior de la ciudad, al igual que en Buenos Aires, hay un mercado bastante grande. Son lugares donde se venden animales», contó la guardafaunas.
Mercado de pájaros en jaula
En la región, la mayoría de los animales que son vendidos en tráfico ilegal son para que la gente los tenga en jaulas en sus hogares. Según las fuentes oficiales, en los últimos años ha aumentado la cantidad de clientes y vendedores.
«Se estima que por cada diez animales que son capturados de su ambiente, tan solo uno llega a ser vendido. Nueve mueren. Los métodos de captura y de transporte son absolutamente una ‘animalada’. A veces les decoloran plumas para hacerlos parercer más exóticos o son transportados dentro de botellas. Les falta comida, agua, espacio y aire», comentó Clara Mitchell.
Además, nombró una especie de ave de la zona de Argentina y Uruguay, que hoy corre peligro de extinguirse, principalmente por el tráfico. «El cardenal amarillo es un animalito que es muy vistoso y el macho tiene un canto precioso. Es muy buscado y, según la Unión Internacional Para la Conservación de la Naturaleza, quedan cerca de 2000 animales en libertad. Es un número muy chiquito. Al tráfico ilegal se suma la destruccion del ecosistema», consideró.
¿Es posible combatirlo?
La situación se regula tanto desde el Ejecutivo, con sanciones adminsitrativas o multas, como desde el poder judicial, que hace valer una ley, que rige desde los ’80. En la provincia de Santa Fe, a través de la Secretaría de Ecología del Ministerio de Producción, gran cantidad de personas trabaja para regular de manera administrativa el tráfico ilegal de animales. Algunas de esas personas, como Clara, lo hacen ad honorem como guardafaunas.
Por otra parte, si bien los delitos son en su mayoría excarcelables, está la parte legal-penal, donde quienes cometen este tipo de infracciones, son juzgados. «La venta es normalmente en lugares privados, no en locales, por eso necesitamos una orden de allanamiento. Para eso, es necesario que alguien haga la denuncia, con las pruebas suficientes. Las denuncias se pueden hacer en cualquier centro territorial. Aunque si se pueden acercar a la Fiscalía de Derecho Animal (Montevideo 1968) mejor todavía. También se está trabajando para crear una Fiscalía de Derecho Ambiental, donde se podrá denunciar», detalló Mitchell.
La guardafaunas consideró que actualmente hay mucha parte del negocio ilícito que se da por redes sociales y esto es muy difícil de regular. Analiza que Facebook debería tomar cartas en el asunto, ya que gran parte de las transacciones se dan a través de su plataforma. Sin embargo, desde la red social afirman que no es «su culpa» y que no son responsables de lo que la gente publica.
Distinta fue la reacción de Mercado Libre cuando Nación lo intimó en relación a la venta de animales en su página, porque esta empresa cobra un porcentaje de las ventas y por tanto, es penalmente responsable.
«Lo nuevo es que se están pasando a grupos de Whatsapp, por eso cada vez es más difícil seguirlo», agregó la guardafaunas. Y concluyó que otro factor que complica las cosas son las distintas regulaciones. «Hay pájaros que sí está permitido vender y hay pájaros que no, depende también de las condiciones y cambia de provincia a provincia, qué especies están protegidas y cuáles no», indicó.
Conciencia y educación
«Muchas veces pasa que hay gente que es animalista que los compra para sacárselos a las personas que los están vendiendo. En realidad, lo único que están haciendo es darle razones para seguir traficando. Podremos haber salvado uno, pero van a morir nueve por el próximo que traigan. Lo primero que se pide es que nunca se compre«, determinó Mitchell al ser consultada por CLG sobre cómo piensa que se puede dar fin a la problemática.
La especialista considera que la sociedad es cada vez más conciente del daño que se le hace al ecosistema y a los animales, «pero a la vez también hay muchas más personas que quieren tener en su casa animales, que erróneamente llaman exóticos y lamentablemente hace mucho daño».
Por eso, Clara Mitchell asegura: «Confío mucho en la educación. Las leyes están, pero hay mucha gente que caza, que ni siquiera sabe que no puede cazar. La educación tiene que ser una pata fundamental. Tiene que haber mayor control y seguir apostando a que la gente se concientice».