Info General

Trabajar en cuarentena: derechos laborales, teletrabajo y la tecnología


El Primero de Mayo rememora la lucha por derechos y libertades. Por el salario, los ingresos, participación en las ganancias, a no ser simplemente una herramienta de trabajo, sino a ser un vector fundamental de la economía

Los Mártires de Chicago de 1886 son recordados todos los años por la comunidad internacional en el Día del Trabajador, y año tras año se renueva la conmemoración en los que lucharon y luchan por los derechos de la clase trabajadora del mundo. Las investigadoras del Conicet Susana Finquelievich y Romina Cutuli opinan en torno a esta fecha para no olvidar el pasado, repensar el presente y mirar el futuro.

“El Día del Trabajador nos remite a un debate fundamental de los Estudios del Trabajo”, afirma Culuti quien desde su formación en Historia se desempeña en este campo de estudios en el Centro de Investigaciones Económicas y Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP). “Pienso en la reducción del tiempo de trabajo y en una cuestión vital del movimiento de trabajadores: la disputa por la distribución de las ganancias socialmente producidas”.

Por su parte, Finquelievich manifiesta: “El Primero de Mayo me evoca la lucha por los derechos y la libertad. Los derechos en cuanto a salarios e ingresos, a la participación en las ganancias, a no ser simplemente una herramienta de trabajo, sino a ser un vector fundamental de la economía”.

Finquelievich es la directora del Programa de Investigaciones sobre la Sociedad de la Información del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. “En nuestro instituto estudiamos la economía que se viene, o que ya se vino, en la ‘Sociedad del Conocimiento’ por la gran influencia de la tecnología informática”. En este campo de estudios, la cuestión del trabajo es uno de los ejes vertebrales: “Actualmente, estamos viviendo la llamada ‘Cuarta Revolución Industrial’, es decir, una aceleración de la informática y las telecomunicaciones, de la robótica y las biotecnologías, la impresión 3D, la inteligencia artificial, el Big Data. En este panorama, se abren nuevos trabajos y aparecen nuevos tipos de trabajadores que no eran previsibles hace unos treinta años; surgen nuevas profesiones y nuevos modos de procesar la información que eran inimaginables. Estos nuevos trabajadores tienen y tendrán también obligaciones y derechos”, señala.

El trabajo en la economía 4.0

Según Finquelievich, el trabajo en la economía 4.0 implica una serie de transiciones. En primer lugar, algunos trabajos van a dejar de existir y otros van a cobrar mayor importancia. “Por eso, es importante que los trabajadores puedan recorrer estas transiciones de un trabajo a otro. En esto deben intervenir las empresas y el Estado mediante leyes y políticas que faciliten la educación”, sugiere la científica.

La segunda transición consiste en el paso de trabajos menos complejos hacia trabajos más complejos. “En este punto juega un papel muy importante la educación y formación continua de los trabajadores”.

Por último, cambios en la localización geográfica, ya que algunas ciudades se convertirán en grandes polos tecnológicos. “Estas ciudades van a atraer cada vez más a gente capacitada y, en la medida que eso ocurra, se van a hacer más caras. Otras ciudades van a ser excluidas de esto porque van a seguir con industrias tradicionales, mientras puedan seguir manteniéndolas. Habrá que analizar cuánto van a quedar excluidas o en desventaja con respecto al circuito económico nacional e internacional para poder tomar medidas”.

Cutuli, además agrega y advierte sobre otra transformación que puede traer la informatización: “la posibilidad de gestar relaciones de producción que huyen de la relación asalariada». En este sentido, la investigadora apuntó contra las apps que generan una mediación entre el producto y el cliente sin mediar relación laboral. Por eso sostiene que es más pertinente hablar del fin del trabajo asalariado, porque están emergiendo formas más eficaces de apropiación de la riqueza socialmente producida.

En este panorama futurista, surge la pregunta: ¿De qué maneras pueden los trabajadores surfear la ola del cambio tecnológico sin ahogarse? Finquelievich sugiere invertir más recursos (tiempo, dinero, energías) en educación. “Para integrarte plenamente al mundo de la tecnología 4.0 hay que contar con la preparación adecuada. No solamente una carrera técnica o universitaria, sino también formación permanente».

(Tele)trabajar en tiempos de pandemia

Para Cutuli el impacto social negativo de la pandemia da cuenta, en primer lugar, de la desigualdad con la que se convive y que ahora acentuó las precarias condiciones de trabajo a la que se someten muchos para subsistir. Asimismo hace hincapié en el salario como «principal acceso a los recursos, reducción y redistribución del tiempo de trabajo»

Por otro lado, Finquelievich plantea que en este último tiempo, por la pandemia del Covid-19, “la cuestión del trabajo no trae cosas nuevas”, sino que se están acentuando tendencias que ya se venían. “El teletrabajo comenzó en la segunda mitad de 1990 como una novedad y algunas empresas habilitaron el trabajo desde la casa.

La científica cree que el teletrabajo llegó para quedarse: “Muchas empresas han sido reacias al teletrabajo porque hay quienes controlan la producción del trabajador no por el producto, sino por el horario que cumple. Hoy en día, se ha promovido como una necesidad prácticamente ineludible y creo que eso va a visibilizar justamente las facilidades que crea”.

“El teletrabajador debe estar muy imbuido en su trabajo, le debe interesar, debe disponer de un espacio en su casa para hacerlo, ya que están poniendo su propio espacio y recursos (servicios de luz, internet, gas, etc.). Esto se complica cuando hay niños. Por otro lado, el teletrabajador tiene que tener una disciplina particular para limitar su propio tiempo porque, en general, tiende a trabajar mucho más que el trabajador presencial, porque dejan de existir las barreras entre el trabajo y su vida privada», contempla la investigadora.

“Los derechos de los trabajadores no se terminan porque la modalidad del trabajo cambie”, insiste Finquelievich.

Por otro lado, según Finquelievich, la “economía de plataformas” tampoco constituye una novedad, pero subraya que, por la cuarentena, las empresas de delivery están trabajando “a todo vapor”: «Es posible que las empresas de plataforma como estas sigan frondosamente” obteniendo ganancias.

Pensar en el trabajo, su concepto e importancia, las relaciones que genera, sus modos antiguos y modalidades innovadoras exceden cualquier conclusión simplista. Solo el debate entre distintas voces podrá brindar amparo y guía para repensar las relaciones entre el trabajo y las tecnologías emergentes, y así poder afrontar el presente y construir el futuro.