Un grupo de empleados de los bares Roma y Milano reclamaron ante la precarización laboral y las cesantías, que por decreto presidencial son ilegales
Este lunes empleados gastronómicos reclamaron en la puerta del bar La Morada de avenida Francia y San Luis por la continuidad laboral. Fue la tercera manifestación por parte de los cesanteados que comenzó el jueves pasado en Nápoles de avenida Pellegrini y el sábado en La Morada de bulevar Avellaneda. Los trabajadores pertenecen a los bares Roma (Avellaneda y Mendoza) y Milano (Santa Fe y Paraguay), los cuales forman parte de un grupo de empresarios que también poseen los tres locales intervenidos.
A pesar de que los cinco bares tienen firmas diferentes, a los empleados los «trasladaban de bar en bar», comentó a CLG Virginia Godoy, empleada de Milano, a la que no le permitieron trabajar en la vuelta a la actividad. De todas maneras, reconoció: «No me doy como despedida, quiero trabajar».
Por decisión empresarial, los bares Milano y Roma no abrieron sus puertas una vez que se permitió la reapertura tras varios días de permanecer cerrados debido a la pandemia. En la calle quedaron 30 trabajadores. Mientras, en los otros locales redujeron personal a un 50%, según contó Godoy a CLG.
En este sentido, la trabajadora expresó: «Eramos 87 empleados, el 70% estaba en negro y el resto mal registrados. Sumado a que deciden despedir 30, lo cual está prohibido por el decreto presidencial«.
De los 30, un grupo reducido quedó pidiendo «continuidad laboral, así como también sueldos adeudados de abril y mayo», relató Virginia y agregó que los dueños solicitaron y le aprobaron beneficios del gobierno nacional en esta etapa de emergencia sanitaria como créditos para pymes y ATP para los trabajadores.
«Algunos arreglaron ‘indemnizaciones‘ de menos de 30 mil pesos, independientemente de la antigüedad en el sector. Les cambiaron los sueldos de abril y mayo por el retiro voluntario. A todo esto, esa es la plata que reciben del ATP«, esbozó la mujer que lleva cuatro años trabajando para este grupo de empresarios.
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La empleada aseguró que la situación de quedarse sin trabajo en el marco de la pandemia es «desesperante» y que «va a ser difícil conseguir trabajo».
La vocera de este grupo de trabajadores confirmó charlas con uno de los empresarios desde el 30 de marzo en carácter de los sueldos adeudados de abril, mayo y parte de marzo.
Pero hace un mes recibió un llamado que la alertó: «Me sonó el teléfono, cuando atiendo me dijeron que eran del sindicato y textualmente me dijeron ‘que me dejara de romper las pelotas, que dejara de reclamar porque sino me iban a cortar la cabeza, que iban a cortar la cabeza de la vibora antes de que crezca’«.
«Utilizaron términos realmente mafiosos«, esgrimió la trabajadora y añadió que una hora más tarde recibió un llamado del dueño del bar para citarla a una reunión en soledad sin los compañeros que reclaman la continuidad. De todas formas, ella decidió ir acompañada por todos.
Por otra parte, Virginia mostró desconfianza ante el Sindicato de Gastronómicos y planteó: «Si estamos precarizados no es sólo por la patronal, sino también por el sindicato que permite«.