Informes CLG

Trabajadores de la sanidad, «siempre en alerta» para evitar contagios


Lo aseguró a CLG Marcelo Liparelli, secretario general de Atsa. En Rosario "la curva está controlada y eso ayuda a que los trabajadores también lo estén", agregó

No cabe duda de que los trabajadores de la salud son aquellos que batallan cara a cara con el coronavirus. Es por eso que son los primeros que necesitan extremas medidas de bioseguridad para prevenir los contagios. Sin embargo, pese a las precauciones, el personal de salud representa aproximadamente el 14% de los casos positivos de covid-19 en Argentina.

En hospitales, sanatorios y clínicas, están en contacto directo con pacientes contagiados y el acatamiento a las medidas de seguridad es crucial: utilización de barbijos, máscaras y guantes, distanciamiento y desinfección permanente. Aún así, los médicos y enfermeros contagiados siguen apareciendo.

CLG dialogó con Marcelo Liparelli, secretario general de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad de Rosario (Atsa), quien dio una visión positiva sobre el panorama en la ciudad: «La situación de los trabajadores de la sanidad se encuentra relativamente controlada, más allá de los casos que son de público conocimiento. Dentro de todo, la curva está controlada y eso ayuda a que los trabajadores también lo estén».

Marcelo Liparelli

El gremialista se refirió a lo que ha sucedido en la provincia de Buenos Aires y en CABA, donde hubo una importante cantidad de casos de coronavirus en los trabajadores de sanidad: «El temor al contagio está siempre y se combate estando siempre alerta, tratando de que los trabajadores tengan los elementos de seguridad y que tengan la capacitación de cómo tienen que manejarse. Sabemos que la curva en Buenos Aires es mucho más pronunciada por la cantidad de personas, estamos tratando de que acá no se disparen los casos».

Por otra parte, habló sobre la entrega de elementos de bioseguridad a médicos y enfermeros, y aseguró que la situación cambió con respecto al inicio de la pandemia, cuando muchos centros de salud tenían faltantes: «Por ahora tenemos un buen abastecimiento de insumos, aunque siempre hay algún reclamo. Cabe recordar que, a diferencia del ámbito público, depende de cada empleador. Al haber 13 o 14 sanatorios hay 13 o 14 empresarios distintos que pueden actuar de distinta manera. Igualmente, puedo decir que la mayoría de los sanatorios están dando los elementos de seguridad».

Además, el titular de Atsa señaló que estarán observando las distintas excepciones de la cuarentena que alcancen a los sanatorios: «Esta semana empiezan a funcionar los consultorios externos, por lo que estaremos controlando que se cumpla el protocolo y que haya distanciamiento».

Por otro lado, se refirió a los escraches que han recibido los distintos trabajadores de la salud en Rosario y el país, principalmente de vecinos: «Es lamentable, en esos casos te das cuenta de la decadencia humana y la poca solidaridad. De todas maneras, no nos extraña, los trabajadores de la sanidad pasan este tipo de situaciones todo el año, no sólo con el coronavirus».

«El personal de salud, tanto del ámbito privado como del público, reciben agresiones todos los días. Lamentablemente en la sociedad que estamos no toman conciencia de lo difícil que es ser trabajador de la sanidad», añadió.

Los geriátricos, un factor complejo

Las residencias para personas mayores han sido un punto de debate y análisis a lo largo de toda la pandemia, por el elevado factor de riesgo de quienes se alojan en esas instituciones. En las últimas horas, en Buenos Aires distintos geriátricos reportaron contagios masivos, lo que incrementó la preocupación de las autoridades.

«Geriatría es muy difícil de controlar», aseguró Liparelli. «En Rosario ni el Estado ni nosotros sabemos cuántos geriátricos hay realmente, porque hay algunos habilitados y otros no», agregó.

«Es una falla, todo el año hay que estar corriendo detrás de los geriátricos, principalmente con los pagos a los trabajadores. Es el área más difícil que tenemos como gremio», espetó.

El titular de Atsa marcó una diferencia entre estas residencias: «Una cosa son los geriátricos que están en regla y trabajan con Pami, que serán 20 o 30 en la ciudad, y otra cosa es el resto. Con los que están en regla hay un mayor acercamiento, son más visibles, hay más control».