Opinión

El género no se contagia

«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en derechos»


Por Lic Cristina Tania Fridman (*)

La clasificación sexual binaria -varón mujer- no ha sido harto exitosa ni suficiente para la comprensión y administración de los asuntos del ser humano. Aquellas biologías «desarregladas» -o con combinaciones raras de marcadores sexuales- traían inconvenientes de locación y de roles sociales. Hay muchos lugares del mapamundi que aún decretan «la sexualidad oficial» desde una óptica esencialista- naturalista y abjuran de las construcciones sociales de género. ¿Será más fácil la gobernabilidad asegurando la inmutabilidad de los seres humanos al nacer aunque se desconozcan los pasos previos y sucesivos de la biología y de la lucha de poder de las redes genéticas para diferenciar por alguna tendencia?.
Para la mayor parte de las personas, la identidad y expresión de género son consistentes con su sexo asignado al nacer; para los individuos transexuales, transgénero, y con no conformidad de género, la identidad o la expresión de género es diferente del sexo asignado al nacer.
La sexualidad tiene una destreza camaleónica, siendo base de divisiones políticas y sociales y es un concepto profundamente problemático, un constructo histórico. Es un producto de negociación, lucha y acción humanas.
La sexualidad se relaciona con el ejercicio del poder pero éste no trabaja de una manera única, sino con mecanismos complejos, superpuestos, contradictorios que producen dominación y subordinación y resistencias. Es importante comprender que la forma en que pensamos sobre el sexo, modela la manera en que lo vivimos. El lenguaje es un ejemplo claro que hace referencia a lógicas dicotómicas que especifican los roles y desempeños atribuibles.
Hay pruebas relevantes acerca que la sexualidad está sujeta a un enorme grado de modelación sociocultural. Las identidades sexuales no están predeterminadas, ni son automáticas o fijas. Están socialmente organizadas y son contingentes y modificables. Los individuos no son productos predeterminados de imperativos biológicos ni son sencillamente el efecto de relaciones sociales. Hay un reino psíquico, el inconsciente, con su propia dinámica, sus reglas y su historia en que las posibilidades biológicas del cuerpo adquieren significado. Esa «gota de humanidad» que progresa con su sexualidad indiferenciada, polimorfa, bisexual y negocia el camino pleno de riesgos hacia su madurez precaria. Las identidades no sólo son adquisiciones precarias sino que son provisionales, límites imaginarios, sujetos todo el tiempo a cambios, erupción de elementos inconscientes, deseos reprimidos que cuestionan el carácter fijo de la naturaleza humana y la rigidez de las divisiones sexuales.
Hay experiencias de criar infantes sin género, hay prácticas de someter cinchado el género, cuando la medicina «corrige a priori» aquello que nos perturba por diferente. Hay erudiciones que muestran que el mundo psíquico no se adecua con nuevas morfologías genitales. Existen seres humanos que no quieren estar en los extremos del género, ni varón, ni mujer, simplemente advierten que ese diseño no les pertenece, no es el suyo. Es de notar que el cuerpo social violenta, estigmatiza, discrimina y enjuicia y tiene escasa actualización con la literatura que explora el género y el sexo, como continuos conceptuales construidos por seres humanos cambiantes y no emanados de la naturaleza. Lazlo Pearlman (activista queer) dice: «Uso frecuentemente mi cuerpo desnudo para ilustrar la negación de lo binario, la no fijación natural del género y de allí a la no fijación binaria de la experiencia humana. Uso mi cuerpo a menudo a modo de escultura, supongo, móvil,» – y allí le preguntan -«si es feliz?» – y responde: «Si, Y la felicidad tiene que ver con mi vida y no con mi género». Entonces volvemos al principio: «TODOS LOS SERES HUMANOS NACEN LIBRES E IGUALES EN DIGNIDAD Y DERECHOS», tal como dice el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Es un ejercicio, olvidar la lógica binaria, pasar a una lógica flexible, refundar la concepción del mundo, revisar quienes somos. Todo un desafío inmenso, una curiosidad insaciable, seguir siempre atentos a nuestras propias creaciones. El género no se contagia y la no conformidad de género, tampoco.

(*) Socióloga. Miembro Comité Educación de WAS. Secretaria General de la Federación Latinoamericana de Sociedades de Sexología y Educación Sexual. Vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana.