Es difícil de imaginar cómo Vanina Correa se las arregla para conjugar todas sus actividades en una sola vida. La joven de 35 años es cajera en la Municipalidad de Villa Gobernador Gálvez (VGG), mamá tiempo completo de mellizos de 5 años y arquera de la selección argentina de fútbol femenino. Además, actualmente juega en Rosario Central.
Correa, oriunda de la vecina localidad, tiene un semblante serio que en el fondo esconde su timidez. Según consigna una extensa entrevista que le concedió a La Nación, sus entrenadores de la selección, Martín Tocalli y Mauro Dobler, es una de esas aqueras que no dice mucho pero está “siempre lista para despegar del suelo y volar para tapar pelotas de media altura, su punto más alto”.
Vanina Correa vivió épocas duras para el fútbol femenino en Argentina. Jugó mundiales con ropa que descartaban los varones, durmió en ómnibus antes de jugar partidos porque la AFA no les reservaba hoteles y salió campeona en estadios casi vacíos. A fines de 2010, cansada de todos esos destratos del fútbol, había decidido dejar el fútbol y ser mamá. Se embarcó en tratamientos de fertilidad con su compañera de entonces y logró tener a sus hijos: Romeo y Luna.
Vanina es la única de la selección que es mamá. Según cuenta su compañera de equipo Gabriela Garton a La Nación: «Es una inspiración para muchas, me incluyo. Rompe con el concepto de que las deportistas debemos dejar lo que amamos para tener una familia. Es una mujer fuerte por soportar no sólo el estar lejos de su familia cuando viajamos, sino también los comentarios retrógrados que hacen muchos, diciendo que ella abandona a sus hijos, cosa que jamás le reclamarían a un jugador varón que es padre»,
Correa empezó a jugar a los 6 años en un club de VGG, Villa Diego Oeste, con los varones. A los 14 años decidió que iba a ser arquera. Su historia es de esfuerzo y pasión. Mientras planeaba ser madre, se mantuvo seis años alejada de las canchas, pero volvió.
Para Correa, este momento de auge del fútbol femenino tiene que ver con la potencia del movimiento feminista. Cree que gracias al empuje de todas esas mujeres, la cancha de Arsenal estuvo llena cuando en octubre de 2018 jugaron su pase al Mundial. Ese, recalca, fue uno de los mejores momentos de su carrera: tampoco había pensado alguna vez jugar en un estadio lleno en su propio país.