"A uno le habían dicho tantas cosas de esta vacuna por eso no me quería vacunar, pero ahora ya sé que me hará bien", dijo Don Segundo, de Santiago del Estero
Con sus 82 años, Segundo Marciano Romero no solo es uno de los pobladores más antiguos de la comunidad indígena de Piruaj Bajo sino que pertenece a uno de los colectivos de riesgo de perecer debido a la pandemia. Así y todo, fue el hecho de haber contraído coronavirus lo que lo llevó a cambiar su rechazo a vacunarse a, por estos días, esperar con ansiedad su recuperación para sumarse a la cola de quienes deben ser inmunizados con prioridad.
«Espero poder recuperarme y después vacunarme», dijo en diálogo con Télam Don Segundo, que permanece aislado en la casa de uno de sus hijos y transita sin grandes complicaciones la enfermedad.
Don Segundo dijo ser una persona creyente, tiene cinco hijos y, según contó, desde hace unos años se dedica al descanso. «Trabajé toda mi vida en el monte. Ahora que lo hagan los más jóvenes», señaló.
«A él le habían dicho muchas cosas de esta vacuna, por eso él no quería vacunarse», comentó uno de sus hijos, a lo que su padre interrumpió rápidamente y agregó: «Pero ahora, cuando pueda, si me voy a vacunar».
«Yo ya me había vacunado contra la gripe, pero bueno a uno le habían dicho tantas cosas de esta vacuna por eso no me quería vacunar, pero ahora ya sé que me hará bien y cuando termine mi aislamiento me voy a vacunar», explicó don Segundo.
Tiene una vivienda con una frase en el frente de su casa, en la que muestra su creencia religiosa, un patio muy amplio de muchos metros, por lo que sentarse en él es una costumbre. Desde lejos el que pasa por el camino los saluda gritando y levantando la mano, a lo que él, a pesar de sus años, lo escucha y le responde con otro saludo.
«Somos gente que ha nacido y se ha criado aquí en Piruaj Bajo. Mis abuelos fueron los primeros en estar en esta tierra, María Manuela Alvarado y Juan Romero, ellos siempre nos contaban cómo trabajaban aquí de lo que les daba el monte y eso se fue pasando de generación en generación», relató Don Segundo.
E indicó: «Somos un pueblo unido, solidario. Sabemos que podemos unirnos para defender lo nuestro, como ya lo hicimos alguna vez para defender nuestra tierra».
«Nos sentimos orgullosos de ser quien somos, de ser descendientes de indígenas», manifestó con una voz tenaz.
No dudó en señalar, al igual que sus hijos que vivir en Piruaj Bajo, un lugar tan lejano, para ellos es una gran satisfacción, un gran «orgullo de tener esta tierra, porque unidos podemos salir adelante, como lo hacemos día a día».