CLG dialogó con Patricia Bobatto, quien aseguró: "Esto es una vocación, una pasión. Es algo que hacés sin pretender retribución"
Por Emilia Ottogalli
La última semana los incendios forestales de Córdoba fueron noticia en todo el país. Los focos se fueron trasladando por distintas ciudades durante unos siete días. La labor de bomberos zapadores y voluntarios fue esencial para poder controlarlos y que la situación no se siga agravando. Patricia Bobatto pertenece al cuerpo de Bomberos Voluntarios de Villa Giardino y estuvo ahí ayudando a combatir el fuego. CLG dialogó con ella para conocer su historia.
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Tiene 52 años y es bombera voluntaria hace 23. Primero que nada, quiso aclarar que para ella esto «no es un trabajo». «Trabajo es cuando te pagan por hacer algo. Esto es una vocación, una pasión. Es algo que hacés sin pretender retribución», explicó. Y aseguró que, simplemente, se hace «porque te gusta ayudar a los demás».
La naturalidad con la que ella habla de su labor lo hace parecer algo sencillo, aunque no lo sea. El trabajo de un bombero voluntario es amplio; pero, sobre todo, muchas veces es poner la vida en juego para poder salvar la de los demás. Es un trabajo totalmente altruista.
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«Lo que hacemos es muy amplio. Primero siempre llaman a los bomberos, porque estamos al toque para lo que sea. No nos fijamos si nos corresponde o no», contó. Además, añadió: «Nosotros no tenemos solo incendios forestales, tenemos inundaciones y accidentes. Lo típico es bajar gatos de un árbol, sacar serpientes e inclusive comadrejas con crías de una casa. Lo más loco fue bajar un loro de un árbol que no volaba».
A muchos, la idea de que una mujer realice trabajos de riesgo todavía les suena extraño. Sin embargo, Patricia manifestó: «Nunca tuve críticas por ser mujer, al contrario». «Hace 32 años era una cosa rara y llamaba la atención, pero nunca fue para mal». Ahora, mucho menos. Su rol dentro del cuartel es totalmente natural, para sus compañeros y para la ciudadanía.
En su zona, el fuego se apagó el lunes y las localidades están volviendo poco a poco a la normalidad. Cada quien retomando su rutina y regresando al trabajo; en su caso, significa volver a las obligaciones que tiene como empleada municipal.
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Patricia fue la primera de su familia en ser bombera. Pero ha inculcado esa vocación en sus tres hijos. Según relató, cuando eran muy pequeños la acompañaban al cuartel. «Los crié sola y tuve la suerte de que me salieran buenas personas», dijo con mucho orgullo.
Para ella el cuartel de los bomberos es su hogar. No se trata simplemente de una ocupación, y así lo señaló: «Es una gran familia». Su historia es un ejemplo de entrega y convicción. Es un ejemplo de altruismo y solidaridad. «Todos ayudamos a todos ante cualquier problema», resumió confirmando la gran vocación que se necesita para realizar este trabajo.
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