Ciudad

Movilidad sustentable

Tendencia en dos ruedas: se imponen los monopatines eléctricos


A pesar de no estar regulados, estos dispositivos copan las calles de Rosario. ¿Qué son? ¿Cómo funcionan? ¿Cómo conviven con el transito?

 

Por Gonzalo Santamaría

Todos los días Pablo viaja a su trabajo en el transporte público. Por cuestiones de practicidad y comodidad consume colectivos para ir y venir desde Echesortu hasta el centro de Rosario. Él gasta, en ida y vuelta, 60 pesos de colectivo: unos 300 de lunes a viernes, y así alcanza los $1.200 al mes, sin contar viajes extra o durante los fines de semana. Un costo importante en el bolsillo del ciudadano.

Usar una bicicleta sería la solución económica a este problema, pero muchas veces puede ser engorroso por los inconvenientes para encontrar un lugar seguro para estacionarla, los riesgos de daños mecánicos y el esfuerzo físico que conlleva moverse en el rodado.

Pero en el mundo se comenzó a ver una moda en movilidad que crece día a día: los monopatines eléctricos. Cada vez se ven más estos artefactos que llaman la atención en las calles de Rosario.

Existen cuatro tipos de monopatines circulando y varían según la tecnología y capacidades. Se venden en casas de electrodomésticos pero tienen a su mayor comercializador en Spy Limited, que según pudo averiguar este diario repone semanalmente su stock.

Comienzan en rodados con capacidad de hasta 70 kilos y con una duración de batería de hasta 20 kilómetros en velocidad promedio. Pueden llegar hasta 30 kilómetros por hora y el promedio es de la mitad. Los modelos más preparados soportan 200 kilos, resisten 40 kilómetros de batería y superan los 50 kilómetros por hora.

Las características son similares: plegables, freno a disco o manual, luces, bocina y controlador de velocidad máxima. Los precios también varían según el arranque, con envión para los más básicos y autónomos para las versiones full. Y lo más particular es que todos se cargan de igual forma, como una notebook.

Pablo analiza cambiar su forma de llegar a un trabajo, ya que el gasto en comparación con el transporte público y la carga del monopatín es muy distante. De su casa al trabajo recorre 4 kilómetros de ida y vuelta, lo que sería 20 a la semana, o sea una batería del monopatín base.

La carga de una batería son 250 kilowatt y tarda en cargarse 3 horas. Relacionado, son poco menos de 4 lámparas de 75 prendidas durante ese tiempo y éstas consumen 60 pesos. En definitiva, cargar una semana el monopatín a Pablo le sale cinco veces menos que viajar en colectivo.

La gente opta por esta nuevo medio de traslado por todos los beneficios económicos, de tiempo y espacio, y además por la sustentabilidad ecológica que representa.

Los precios también corresponden al modelo. Comienzan entre 17.000 y 18.000 pesos en el base y alcanza los $53.000 en el tercero que se encuentra fácilmente en stock. El de más capacidad y tecnología llega a los $65.000 y se tiene que pedir por encargo.

La moda eléctrica se impuso en el exterior con mayor rapidez: países como Francia y China disfrutan del viaje en dos ruedas. Aunque hay ciudades como Nueva York en las que fue prohibido. En Argentina, la ciudad de Buenos Aires habilitó su uso desde julio y ya pueden verse en sus calles.

Federico Seisas, dueño de uno de estos monopatines, dialogó con CLG y se mostró muy cómodo por su funcionalidad: “Evitás embotellamientos, problemas de estacionamiento y es muy práctico ya que lo podés llevar a todos lados porque es plegable”.

Además casi ni requieren mantenimiento”, agregó y sostuvo que con el paso del tiempo se fueron mejorando muchos de sus defectos.

Federico también analizó rápidamente la situación legal: “Faltan incentivos y reglamentaciones, pero uno de los argumentos de ventas de estos vehículos es la posibilidad de utilizarlos sin registros, ni pagar patente o seguro”.

La legalidad

CLG se comunicó con Gustavo Adda, director de Transito Rosario, para exponer la realidad legal de los monopatines. El funcionario explicó que éstos no están permitidos como sí lo están en Buenos Aires o en municipios más pequeños del interior de la provincia de Santa Fe. Sin embargo, aclaró: “Es algo que se viene, no lo vamos a poder detener porque tiene que ver con movilidad “verde” y un mejor desplazamiento urbano”.

El director manifestó que la convivencia con vehículos de mayor porte es “peligrosísima” y, en este sentido, pidió legislar su uso por ejemplo en ciclovías, como en otros países. No obstante nombró los casos de Nueva York o Londres, donde están prohibidos.

Es un avance en la movilidad. Más allá de la cuestión legal, en cuanto a lo técnico son autosustentables y económicos”, añadió Adda sin dejar de remarcar la importancia de la seguridad del conductor y la convivencia con vehículos o transeúntes.

Las regulaciones, contó Adda, serían similares al uso de una bicicleta y explicó: “No es estar a favor de los monopatines, sino a las alternativas que nos presenta la tecnología. Esto es una innovación que viene a solventar la modalidad de media distancia en urbes”.

También expuso que han sido secuestrados dos de estos artefactos por agentes de tránsito, ya que no están permitidos. “No es un juguete, es un vehículo y desarrolla velocidades peligrosas para quien va a pie o conduce sin la protección correspondiente», completó.

En Rosario se intentó proyectar un sistema parecido al de la Capital Federal, donde el gobierno adaptó los monopatines al sistema de transporte público. En la ciudad se quiso aparentar con el sistema Mi Bici, Tu Bici, pero fuentes del Ente de Movilidad le confiaron a CLG que la idea está «parada» por falta de presupuesto.

Tendencia mundial

En Buenos Aires llegaron hace apenas 60 días, pero en distintas partes del mundo ya tienen fanáticos y detractores. Por ejemplo, Paris es una de las urbes donde se propulsó esta modalidad de manera exponencial. A principios del 2019 se contabilizaban 15.000 dispositivos y, para fin de año, creen que serán 40.000 los rodados en la calle.

Y esto no se debe a una falta de regulación, ya que los parisinos pueden sufrir multas de 135 euros por andar sobre la vereda o de 35 por estacionar en lugares prohibidos. A partir de septiembre también se agregó la reglamentación de velocidad máxima: 25 kilómetros por hora y por bicisendas.

La mayor diferencia se dio en Nueva York, donde las empresas no pudieron imponer la reglamentación de los monopatines eléctricos y quienes se arriesguen a transitar con estos pueden recibir multas de hasta 500 dólares y, por supuesto, la confiscación del aparato.

Volviendo a Europa, en Madrid y Barcelona los rodados electrónicos forman parte del paisaje urbano. Desde fines del año pasado, las normas de tránsito exigen circular exclusivamente por las vías de las bicicletas y la velocidad máxima se fijó en 20 kilómetros por hora.

En América Latina las experiencias se replicaron en ciudades como Santigo de Chile, Bogotá (Colombia), Lima (Perú) y Montevido (Uruguay). También hay modelos en las ciudades brasileras de Río de Janeiro y San Pablo. Todos se enfocan en la lucha contra la contaminación y la congestión de tránsito.