La crisis política en Sri Lanka puede degenerar en un «baño de sangre», reconoció preocupado este lunes el presidente del Parlamento tras la polémica destitución del primer ministro.
De forma inesperada, el presidente Maithripala Sirisena destituyó de sus funciones al jefe del gobierno Ranil Wickremesinghe y designó como sustituto a Mahinda Rajapakse.
Este último había gobernado Sri Lanka con mano de hierro entre 2005 y 2015 y, tras una brutal ofensiva, terminó con la guerra civil que confrontaba a las autoridades del país con la rebelión tamil.
Tras haber considerado su destitución como inconstitucional, Ramil Wickremesinghe se aferra al cargo y pide una sesión parlamentaria de urgencia para demostrar que aún dispone del apoyo de la mayoría de los diputados.
No obstante, el presidente suspendió la actividad del Parlamento hasta el 16 de noviembre para evitar que pongan en duda su decisión de destituir al primer ministro.
«Deberíamos resolver (esta crisis) a través del Parlamento, pero, si esta llega a la calle, habrá un enorme baño de sangre», declaró a la prensa el presidente del Parlamento, Karu Jayasuriya, tras una reunión con las altas jerarquías del clero budista en Kandy, centro del país.
Washington pidió este domingo a Sirisena «que vuelva a convocar inmediatamente el Parlamento» para permitir a los diputados que expresen su opinión sobre esta grave crisis constitucional que amenaza con establecer una clima de caos político en esta isla, que se encuentra al sur de la península del Indostán.
India, potencia regional y país muy influyente para las autoridades de Sri Lanka, también presiona en esta misma dirección, según fuentes diplomáticas indias contactadas por la AFP.
Esta crisis política ya ha dejado un muerto. Un hombre, de 34 años, falleció el domingo después de que guardaespaldas del Ministerio del Petróleo dispararan contra un grupo de manifestantes.
Las fuerzas de seguridad detuvieron el lunes al ministro del Petróleo, Arjuna Ranatunga, acusado de haber ordenado estos disparos contra un grupo de partidarios del primer ministro destituido.
«Golpe de estado constitucional»
La tensión invadió durante los últimos días la capital de Sri Lanka. Varios diputados próximos al primer ministro depuesto amenazaron con incentivar altercados en la calle si no dejaban que el Parlamento volviera a reunirse. También fueron anuladas las vacaciones y los días festivos para los agentes de policía.
Mientras tanto, Mahinda Rajapakse juró el cargo como primer ministro ante el presidente y debería anunciar la composición del nuevo gobierno este lunes por la tarde (hora local).
Partidarios de este dirigente próximo a Pekín fueron nombrados el domingo al frente de dos cadenas de televisión públicas y de un diario.
Cada vez más influyente en Sri Lanka gracias a sus inversiones, China «espera sinceramente que todas las partes solucionen sus desacuerdos a través del diálogo», indicó el Ministerio de Asuntos Exteriores chino.
Una alianza entre el partido de Wickremesinghe, primer ministro destituido, y del presidente Sirisena sirvió para sacar del gobierno a Rajapakse en las elecciones de 2015. Pero las relaciones entre ambos dirigentes se degradaron durante los últimos años a causa de diferencias significativas en materia de política económica.
Ranil Wickremesinghe, que ya había sido destituido en 2004 por el entonces presidente, reformó la constitución en 2015 para suprimir el poder del jefe del estado de destituir al primer ministro. Una reforma que no impidió la maniobra efectuada el pasado viernes por Sirisena.
Algunos periódicos locales calificaron durante el fin de semana la decisión del presidente de «golpe de estado constitucional».