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Talibanes rodean la capital de Afganistán y esperan una «transferencia pacífica» del poder


Civiles hacían colas en cajeros electrónicos de Kabul para sacar sus ahorros de todo la vida

Combatientes talibanes rodearon la capital de Afganistán y negociaban con el Gobierno la transferencia del poder, mientras aterrorizados civiles afganos y extranjeros se preparaban para la toma de la ciudad de Kabul por los rebeldes islamistas 20 años después de haber sido derrocados por una coalición liderada por Estados Unidos.

Más cerca que nunca del fin del experimento occidental de reconstruir a Afganistán y convertirlo en una democracia, un ministro aseguró que se iba a constituir un Gobierno de transición, pero el anuncio se interpretó como un manotazo de ahogado con pocas chances de concretarse ante la intransigencia de los rebeldes.

Civiles temerosos de que los talibanes reimpongan las duras reglas que caracterizaron su Gobierno hasta su derrocamiento, en 2001, que dejó sin derechos a las mujeres, entre otras cosas, hacían colas en cajeros electrónicos de Kabul para sacar sus ahorros de todo la vida, informaron las cadenas CNN y Al Jazeera.

Otros abandonaban edificios gubernamentales, mientras se escuchaban sirenas, disparos esporádicos y se veían helicópteros sobrevolar el centro de la ciudad, donde quedan las embajadas extranjeras, lanzando bengalas para no ser alcanzados por misiles que se guían por el calor.

En un avance sorprendente sobre los talones de la retirada de las derrotadas fuerzas extranjeras de Afganistán tras 20 años de guerra, los talibanes tomaron casi todo el norte de Afganistán la semana pasada, pese a los miles de millones de dólares gastados por Estados Unidos y la OTAN para entrenar a las fuerzas afganas.

El vocero talibán Suhail Shaheen dijo a la cadena de noticias qatarí Al Jazeera que los combatientes del grupo se mantenían en las márgenes de Kabul a la espera del resultado de negociaciones en curso con el Gobierno del presidente Ashraf Ghani.

«Nuestras fuerzas no han entrado a la ciudad de Kabul (…). Estamos hablando (con el Gobierno) y esperando una transición pacífica» del poder, agregó desde Doha, Qatar, donde tiene lugar las negociaciones.

En Afganistán, los talibanes dijeron que no tenían intención de tomar Kabul «por la fuerza». «Hay negociaciones en curso para garantizar que el proceso de transición sea absolutamente seguro, sin comprometer las vidas, propiedad ni el honor de nadie, y sin comprometer las vidas de los residentes de Kabul», dijo la milicia ultraintegrista en un comunicado, informó la agencia de noticias AFP.

En un intento poco convincente de demostrar autoridad varias horas después del inicio del asedio de Kabul, el presidente Ghani pidió por la tarde a las fuerzas de seguridad que garantizaran la «seguridad de todos los ciudadanos» manteniendo el orden público en Kabul.

Horas antes, luego de que los talibanes dijeran que permanecerían a las puertas de Kabul, sin ingresar a la ciudad, el ministro del Interior, Abdul Sattar Mirzakwal, prometió una «transición pacífica del poder» a un gobierno de transición no talibán. «El pueblo afgano no debería preocuparse. No habrá ningún ataque contra la ciudad y habrá una transición pacífica del poder», dijo en un mensaje grabado.

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El presidente estadounidense, Joe Biden, ordenó ayer el envío de 5.000 soldados para ayudar a asegurar la evacuación de emergencia de los empleados de la embajada y de miles de afganos que trabajan con las fuerzas norteamericanas y temen represalias.

El Pentágono evalúa en 30.000 el número de personas que deberán ser evacuadas. El Reino Unido anunció el despliegue de 600 militares para ayudar a los británicos a abandonar el territorio afgano.Rusia, en cambio, dijo que mantendrá a su personal en el país.

Biden amenazó a los talibanes con una respuesta «rápida y fuerte» en caso de un supuesto ataque contra conciudadanos durante la evacuación. Pero también defendió su decisión de acabar con 20 años de guerra, la más larga que ha conocido Estados Unidos, que se inició tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, como represalia contra los talibanes por rechazar la entrega del jefe de Al Qaeda, Osama Ben Laden, quien reivindicó los ataques de 2001 en Nueva York y cerca de Washington. «Un año o cinco años más de presencia militar estadounidense no habría marcado ninguna diferencia cuando el ejército afgano no puede o quiere defender su país», afirmó Biden.