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El caso de Micaela

Sufrió abuso infantil y aconseja a otras víctimas desde las redes sociales


Micaela Rodríguez vive en el barrio de Villa Urquiza, en Capital Federal, y es una “sobreviviente”, según ella misma afirma. Una historia oscura, contada en primera persona

Por Diego Carballido

Micaela Rodríguez vive en el barrio de Villa Urquiza, en Capital Federal, y es una “sobreviviente” –según ella misma afirma- de abuso infantil. Cuando tenía 16 años decidió dar a conocer su caso a través de una página de Facebook que, actualmente, tiene 300 mil seguidores. En un primer momento, eligió el anonimato para poder contar su calvario, pero luego tuvo las fuerzas suficientes para poder ponerle nombre y apellido a la denuncia que acusaba a su propio padre de abusar de ella desde que era muy pequeña.

“A tres años de la denuncia, hoy puedo recordar todo esto y ayudar a prevenir el abuso sexual en la infancia, luchando por los derechos de los niños, niñas y adolescentes, con la bandera de Por una infancia sin dolor”, afirma en uno de sus posteos.

En diálogo con CLG, Micaela relata cómo fueron los primeros momentos en que decidió dar a conocer su caso, los escollos que tuvo que atravesar, el rechazo que sufrió por parte de su propia familia, la culpa con la que cargan las víctimas de abuso, las señales que daba desde sus dibujos alertando sobre lo que le estaba pasando, la tarea social que hoy realiza ayudando a otras víctimas y cómo vive este presente de empoderamiento de muchas mujeres a partir de casos como el de Thelma Fardín.

“En la escuela estaba siempre triste, pensando en qué hacer al respecto, y en una de las clases de inglés se lo conté a mi profesora que se acercó para hablar conmigo. Ella me escuchó unas cuantas clases más y el 20 de octubre del 2015 pude hacer la denuncia. La profesora había hablado con el director y decidieron hacer algo al respecto. Ya no me podía callar más. Ella, mi escuela y quienes seguían mi página fueron los que me animaron a hablar”, manifestó.

— ¿Cómo fue el primer paso que te permitió contar tu terrible experiencia?

— A principios de 2015, cuando dije que dejaría de ver a mi papá y que nadie podía obligarme a hacer lo contrario. Finalmente lo aceptaron y pude sentirme un poco en paz en cuanto a los abusos, pero al mismo tiempo inquieta porque sabía que lo que me había estado haciendo durante tantos años no estaba bien y no podía quedar como si nunca hubiera pasado. No tenía asesoramiento de ningún tipo y tampoco se lo quería contar a mi mamá porque me daba vergüenza y no sabía cómo iba a reaccionar. Entonces, se me ocurrió hacer una página en Facebook (Por una infancia sin dolor), y ahí comencé a contar mi historia. Primero, sin decir mi nombre ni mostrar ninguna foto mía. Todo en un completo anonimato. En ese momento, muchos en la página me animaban a denunciar y me decían que lo que me hizo era un delito, pero tenía mucho miedo y no podía presentarme sola en la comisaría y decir que quería denunciar a mi papá.

— Una vez atravesada esa etapa tan difícil, ¿por qué decidiste convertir tu experiencia en ayuda a otras víctimas de abuso infantil?

— Porque una vez que pasó todo el proceso judicial, donde sentí el rechazo de mi familia paterna, empecé a ver mi pasado antes de la denuncia. Los miedos y la vergüenza que tenía y recordaba a las personas que me animaban a denunciar. Me acordé de mí hablando desde el anonimato por miedo a que me juzgaran y pensé que hay otros sobrevivientes, ahora mismo en las redes sociales, en busca de consuelo y necesitan que alguien los entienda. Son personas que quieren escuchar el “yo te creo”. A mí me ayudaron desconocidos a través de una pantalla y ahora quiero ser yo ese consuelo para decirles a los sobrevivientes que aún siguen en silencio que se puede hablar y se puede sanar contando todo lo que nos sucedió. Porque no tuvimos la culpa.

— ¿Cómo es el trabajo actualmente en “Por una infancia sin dolor”?

— En 2015 la página era una especie de diario íntimo en donde me desahogaba y contaba lo que sentía. Con el paso de los años se fueron sumando más y más personas, casi todas sobrevivientes de abuso sexual en su niñez o adolescencia. Empezó a ser no sólo mi refugio, sino el de muchas personas. Empecé a dar consejos a los adultos, porque es importante el testimonio de los niños, pero también es conveniente trabajar en la prevención de los abusos con aquellos que trabajan con niños, como docentes y padres, y de esa manera detectar y denunciar a tiempo. Mi testimonio lo cuento tanto en mi página como en seminarios o charlas. Cuento mi historia y describo las señales que di y nadie supo interpretar, como por ejemplo mis dibujos o mis juegos. Además, hago campañas solidarias en las que recibo donaciones de personas de todo el mundo y con eso compro juguetes, golosinas y comida para los niños en situación de calle y para los adultos que están con ellos. Me disfrazo y salgo por las calles de Buenos Aires, visito hogares de niños y hospitales. Son chicos que están pasando por situaciones difíciles, tal vez no como las que pasé yo, pero difíciles de todas formas. Siempre trato de llevar el mensaje de que los niños tienen, primordialmente, derecho a jugar y a divertirse. En algún momento me gustaría poder brindarles algo más que juguetes y comida, y me refiero a un techo, educación y muchas cosas más. Pero es algo más complicado que espero lograr con los años.

— ¿Te llegan testimonios de otras personas que pasaron por tu situación? ¿Las aconsejás sobre cómo actuar?

— Sí, casi todos los días recibo mensajes de personas que pasaron por una situación similar. A veces, sinceramente, decido dedicarme a responder sólo algunos mensajes y no todos, porque me llegan muchas historias. Incluso, me pongo mal y tengo que estar fuerte si quiero ayudar. En ocasiones, prefiero simplemente decirles dónde pueden encontrar ayuda.

— ¿Cómo viste todo lo sucedido con el caso Thelma Fardín? ¿Cómo te llevas con este momento en donde existe un empoderamiento colectivo de las mujeres?

— Hubo unos días en donde prendía la televisión, entraba a cualquier red social y veía cientos y cientos de testimonios de víctimas de abuso sexual. Muchas se estaban animando a hablar por primera vez y recibimos muchísimos comentarios de apoyo en nuestra web. De pronto, veía que se estaba haciendo viral un testimonio de una persona –Thelma-, que hace unos años me había dicho que “no podía decir nada”. Al verla contar su historia, con miedo todavía pero logrando finalmente hablar, fue cuando me di cuenta de que estamos más fuertes que nunca y que ya nadie nos va a callar.