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Sudáfrica: la escasez de productos amenaza tras seis días de letales protestas


Largas colas se formaron delante de las estaciones de servicio, sobre todo en los alrededores de Durban y Johannesburgo, luego de que ayer la mayor refinería del país anunció el cierre "por fuerza mayor"

 

La escasez de alimentos y combustibles amenazaba hoy a Sudáfrica en el sexto día de una ola de violencia y saqueos que estalló tras el encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma, ya dejó al menos 72 muertos y se mantiene en medio del desempleo endémico y las nuevas restricciones por el coronavirus.

Largas colas se formaron delante de las estaciones de servicio, sobre todo en los alrededores de Durban y Johannesburgo, luego de que ayer la mayor refinería del país anunció el cierre «por fuerza mayor» de una estación en la provincia oriental de KwaZulu-Natal que abastece cerca de un tercio del combustible que se consume en el país.

«La escasez de carburante en los próximos días o semanas es inevitable», declaró el portavoz de la Asociación de Automovilistas (AA), Layton Beard, informó la agencia de noticias AFP.

Según Beard, algunas estaciones estarían ya vacías y otras racionan su carburante.

En Durban, ciudad muy afectada por los saqueos de tiendas y almacenes, las filas de clientes que buscan comprar víveres comenzaron a formarse ayer delante de los supermercados, temiendo una escasez de productos.

La ola de protestas se inició luego de que Zuma, que es de KwaZulu-Natal, comenzó a cumplir una condena de 15 meses de prisión por haber desacatado una orden de la Justicia de testificar en el marco de una investigación estatal de presuntos hecho de corrupción mientras fue presidente, entre 2009 y 2018.

Las protestas iniciales, la noche del jueves pasado, escalaron luego hasta convertirse en una ola de saqueos masivos y vandalismo en zonas desfavorecidas reservadas a personas negras, llamados townships en el inglés local.

Desde hace varios días, en la provincia de KwaZulu-Natal y de Guateng, donde se encuentran dos de las principales ciudades del país, Johannesburgo y Pretoria, persisten las protestas fogoneadas además por la crisis económica de un país agotado por la pandemia de coronavirus y que alcanzó una tasa de desempleo récord (32,6%).

La violencia comienza a expandirse esporádicamente hacia otras provincias, como la noroccidental Mpumalanga y la central Norte del Cabo, según la policía.

El último balance oficial, de ayer, dio cuenta de 72 muertos y 1.234 detenidos.

La mayoría de los decesos se produjeron durante los saqueos, como consecuencia de avalanchas en las tiendas y centros comerciales.

El lunes por la noche, tras haber tomado la decisión de desplegar al ejército, el presidente Cyril Ramaphosa alertó del riesgo de «escasez» si la espiral de violencia continuaba.

En algunos barrios, los vecinos se organizaron para asegurar ellos mismos la protección de sus tiendas.

Con pancartas de «No toques nuestro centro comercial», los habitantes del municipio de Tembisa, entre Johannesburgo y Pretoria, formaron una cadena humana delante de su «mall», anoche.

Las autoridades avisaron del riesgo de excesos, pidiendo a «las comunidades que eviten hacer su propia justicia».

Grupos de apoyo mutuo surgieron en las redes sociales y mientras algunos proponían echar una mano para limpiar los daños dejados por los saqueadores, otros ofrecían sus excedentes de comida.

Sin embargo, pese a los llamados a la calma de las autoridades y al despliegue de cerca de 2.500 soldados para apoyar a la policía, miles de sudafricanos continuaban los saqueos anoche en almacenes y tiendas.

Por la noche, en redes sociales podían verse algunos videos de decenas de personas saliendo de un bar cargados con cajas de cerveza, o de almacenes donde la gente huía con grandes sacos de arroz y otros alimentos.

La ola de saqueos sigue provocando dudas sobre la seguridad del país en las naciones de la zona.

Ayer, la Unión Africana (UA) condenó «con firmeza» la violencia y los saqueos, haciendo un llamamiento al «restablecimiento urgente del orden», al tiempo que evocó el riesgo para la estabilidad de la región.