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Síntomas, causas y tratamientos para la hipertensión en niños


Si bien es una condición asociada a la adultez, los niños también pueden presentar presión arterial alta y es más común de lo que parece

La hipertensión es una condición que se suele asociar a las personas adultas y con razón, ya que se estima que una de cada cuatro personas mayores de 18 años la sufren. Sin embargo, tampoco debe olvidarse la edad pediátrica en esta temática: la hipertensión en niños es más común de lo que parece.

Según estudios, del 2 al 4 % de los niños del mundo presentan presión arterial alta. Esta situación prolongada en el tiempo propicia que aparezca una hipertrofia ventricular sostenida, insuficiencia coronaria, arritmias, aterosclerosis e incluso derrames cerebrales.

Por todos estos motivos, vigilar la hipertensión en pacientes en edad pediátrica es una necesidad.

Síntomas asociados a la hipertensión en niños

Tal y como indica la Clínica Mayo, la hipertensión en niños y adultos suele ser un evento clínico silencioso. De todas formas, existen una serie de signos que pueden evidenciar una emergencia médica. Entre ellos destacamos los siguientes:

  • Dolor de cabeza: solo el 10 % de todos los pacientes hipertensos tienen algún síntoma y la mayoría de los que lo padecen manifiestan dolor de cabeza. En caso de que una cefalea no tenga causa aparente en un niño pequeño, siempre será mejor utilizar un tensiómetro para medir su presión arterial.
  • Convulsiones: que pueden ir precedidas de problemas de visión y desmayos.
  • Dolor abdominal: acompañado de palpitaciones cardíacas.
  • Falta de aliento.

De todas formas, cabe destacar que rara vez un niño hipertenso presenta signos clínicos. El aumento de la presión arterial se suele detectar en un análisis rutinario o cuando está siendo evaluado para una práctica deportiva, por ejemplo.

Causas y factores de riesgo de la hipertensión en niños

Para comprender la hipertensión infantil, antes debemos diferenciar las variantes más comunes de la patología. Tal y como indica la revista Clinical Hypertension, se deben tener en cuenta dos grupos: primaria y secundaria.

1. Hipertensión primaria
En adultos, esta es la variante más común. Una hipertensión es primaria o esencial cuando no existe una causa que la justifique, es decir, es de naturaleza idiopática. Cuando este cuadro clínico sucede en niños, uno de los claros predisponentes sospechosos es la herencia familiar.

Los niños que tienen padres hipertensos son mucho más susceptibles a presentar hipertensión primaria antes de los 18 años de edad. Además, el patrón de heredabilidad es multifactorial, ya que la manifestación de la presión arterial alta depende de la carga genética, del ambiente y de su estilo de vida.

2. Hipertensión secundaria
A diferencia de lo que sucede con los adultos, el 85 % de los niños hipertensos presentan una patología subyacente que la está provocando. La enfermedad renal suele ser la causa más común, pero existen otras muchas más:

  • Primer año de vida: las causas suelen ser la trombosis renal arterial, la displasia broncopulmonar, la enfermedad renal parenquimatosa, los tumores y las anormalidades congénitas localizadas en los riñones.
  • Del año hasta los 10 años de vida: enfermedades renovasculares, enfermedad renal parenquimatosa, tumores y causas endocrinas.
  • De los 10 hasta los 18 años: enfermedad renal parenquimatosa, tumores y enfermedades endocrinas sostenidas.

Como puedes comprobar, el fallo en los riñones es una etiología que se presenta en todos los grupos etarios. Hasta el 80 % de los niños hipertensos tienen fallos renales en mayor o menor grado, así que se postula que es la primera causa de hipertensión sostenida en este grupo etario.

Exámenes de diagnóstico

Como hemos dicho con anterioridad, la hipertensión infantil casi nunca causa síntomas. Por ello, es probable que la anormalidad se detecte en un contexto clínico, durante un análisis rutinario o una prueba para otra patología. De todas formas, un valor alto aislado no es indicativo de enfermedad siempre.

La presión sanguínea medida en el ámbito hospitalario puede ser muy diferente a la real. Por ello, si se detecta una cifra anormal es probable que el médico le recomiende a los padres medir la presión arterial del niño en diferentes momentos del día desde el hogar.

Una vez se detecta la hipertensión, toca acudir a análisis de sangre y orina, enfocados en detectar posibles fallos renales o hepáticos. La presencia de proteínas en la orina o de amoniaco en sangre son indicativos de que algo anda mal. Un ecocardiograma y técnicas de ultrasonido también pueden cuantificar la disfunción renal.

Tratamiento de la hipertensión en niños

La obesidad en los niños se correlaciona de forma clara con el desarrollo de hipertensión primaria. Por ello, ante cuadros pre-hipertensivos con un índice de masa corporal (IMC) alto, la dieta y pérdida de peso son siempre los primeros abordajes a seguir.

Si cambios en la dieta y el ejercicio fallan a la hora de abordar la pre-hipertensión por un periodo de 6 meses, toca acudir a un tratamiento farmacológico. Por ejemplo, si se detecta un fallo renal, los diuréticos son de utilidad, ya que ayudan a excretar los excesos de sodio y agua.

Más allá de los diuréticos, también son de utilidad otros fármacos anti-hipertensivos bien establecidos en el tratamiento de adultos, como los bloqueadores de canales de calcio, los bloqueadores de los receptores de angiotensina II y los betabloqueantes.

Cambios en el estilo de vida

Como hemos dicho, la hipertensión en niños en su variante primaria se correlaciona con la obesidad y el sedentarismo. Por ello, si un niño presenta un IMC más alto de lo normal y un cuadro pre-hipertensivo, siempre es buena opción poner su salud en manos de un nutricionista y cambiar los hábitos diarios.

Si todo esto no funciona, queda en evidencia que solo con cambios en la rutina no es suficiente. Es importante explicarle al niño su condición y ser transparente sin generar alarma, pues puede que requiera un tratamiento crónico si la hipertensión no tiene una causa concreta.