El 20 de junio o el 9 de julio aparecen en el horizonte como nuevas fechas para enmarcar el demorado Pacto
El 25 de mayo no sería el día con aire patrio y clima fundacional de su relación con las provincias como había imaginado el presidente Javier Milei el 1 de marzo cuando lanzó la convocatoria a viva voz en el Congreso.
A menos de una semana de la fecha, el Gobierno no termina de confirmar aún la caída del Pacto de Mayo, pero todo indica que no habrá reunión con gobernadores en la ciudad de Córdoba.
Las alternativas que aparecen en el horizonte son el 20 de junio o el 9 de julio, otros días patrios que podrían darle un marco de argentinidad al evento.
«Sin dictamen, el Pacto de Mayo con gobernadores y Jorge Macri probablemente se postergue, porque el Pacto se fundamenta en la Ley de Bases y en el paquete fiscal», indicaron fuentes de Casa Rosada.
Para no cancelar todo, el Presidente irá igual a Córdoba, pero el compromiso no será con las provincias, sino con la ciudadanía, en un acto más popular, que le dará a Milei la posibilidad de mostrar su cercanía con la gente, en un distrito en el que no le será difícil juntar una gran multitud.
En este contexto, en el Poder Ejecutivo hay una serie de enojos divididos entre los gobernadores y los senadores, a quienes cuestionan por querer «protagonismo», sabiendo que tienen la clave de votos para destrabar la Ley de Bases.
«Muchos se sentaron a hablar, pidieron cambios, pero al final iban a votar en contra», criticó una voz cercana al Presidente.
Milei sigue por el momento sin poder conectar con los gobernadores, a quienes sigue mirando con recelo y desconfianza, pese a que muchos tenían pensado asistir a la cita cordobesa y firmar los diez puntos propuestos por el poder central.
El optimismo inicial en el Senado, anclado en la victoria de Diputados, hizo que el oficialismo dejara en un segundo plano las cuentas, que no le daban, más allá de que culpó por la demora del dictamen a «la falta de liderazgo» y la «dispersión» que existe en la oposición.
El rol de Villarruel
Al igual que en Diputados, el ministro del Interior, Guillermo Francos, y la Jefatura de Gabinete, representada por su número dos, José Rolandi, encabezaron las negociaciones con gobernadores y legisladores.
No dio lugar Milei a que la vicepresidenta Victoria Villarruel pudiera entrar en esa ronda de consultas, con tira y afloje incluido, que significa negociar condiciones para sacar una ley.
Apenas girado el proyecto desde Diputados al Senado, la vicepresidenta había intentado sin éxito de hacerse un lugar de peso en las tratativas.
Con los diálogos inconclusos y el dictamen sin firmas, esta semana, la Casa Rosada habilitó que Villarruel colaborara con el trabajo que habían comenzado su colegas con oficina en Balcarce 50.
El Presidente reniega de las acciones de «negociar» y «consensuar» como parte de un anclaje ideológico, pero debió permitir a su compañera de fórmula asumir ese rol, que bien le ha calzado desde que desembarcó en la más grande oficina de la Cámara alta.
De acuerdo a comentarios de bloques opositores, incluido el de Unión por la Patria, Villarruel es alguien con quien los canales de diálogo están abiertos, más allá de las lógicas diferencias de pensamiento.
El perfil más político que supo mostrar en el Senado le valió el reconocimiento de los legisladores, pero pareciera no servir para descongelar su relación con Milei.
La diferencia de trato se vio en el nivel de protagonismo que tuvo el presidente de Diputados, Martín Menem, en la discusión en ese cuerpo.
Pese a no tener la última palabra, fue parte de los intercambios con los bloques dialoguistas y sus oficinas sirvieron de centro de operaciones de los funcionarios nacionales, que ni pisaron el despacho de la vice y fueron a visitar a los senadores uno por uno.
Tras el ninguneo inicial, Villarruel consiguió otro rol en la negociación y se espera verla más activa en la tarea de destrabar la firma del dictamen de mayoría que dejaría a la Ley de Bases lista para llegar al recinto.
Los que no tienen ni han tenido chances de participar son los senadores de La Libertad Avanza (LLA), que muchas veces ni siquiera participan de las reuniones de comisión y no están al tanto de la letra chica del proyecto más importante de la era Milei.
«Probablemente no tengan la densidad política necesaria como para que los interlocutores consideren les pueden dar una respuesta a sus demandas y entonces prefieren hablar con otros», le dijo a Noticias Argentinas una fuente del oficialismo con despacho en la Casa Rosada.