La salida del funcionario es un hecho, pero las formas en que se manejó Martín Guzmán pueden tener repercusiones dentro del gobierno
Son tiempos tumultuosos para el gobierno nacional. El pedido de renuncia para el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, generó una riña interna que puede tener repercusiones. La salida fue solicitada por el ministro de Economía, Martín Guzmán, pero Basualdo, hombre cercano al kirchnerismo, aún no renunció. De todas maneras, su salida es un hecho, ya que la decisión está respaldada por Alberto Fernández, pero esto puede traer una respuesta del ala kirchnerista.
La salida de Federico Basualdo de su cargo es inevitable, aunque puede suceder en días o en meses. El funcionario será reemplazado por alguna figura que cuente con la aprobación de Alberto Fernández, la vicepresidente Cristina Kirchner y, poco probable, también del ministro de Economía Martín Guzmán. Se esperará que el clima político generado por el «affaire Basualdo» se calme, y el cambio no genere polémica entre el «albertismo» y el kirchnerismo.
Las dos alas del gobierno ya hablaron sobre el tema en las últimas horas y culparon a Guzmán de mala praxis por el despido «polémico» o «injusto», según quién de ambos bandos lo califique, y acordaron que los próximos pasos serán coordinados; pero que tendrán el resultado del final de Basualdo como subsecretario.
Martín Guzmán cree que Basualdo abandonará su oficina en las próximas horas, un deseo político y personal alimentado por su escasa experiencia en refriegas internas que aún no le permite discernir que se está dirimiendo un poco más que la permanencia de un subsecretario que responde a las ordenes directas de Cristina y Máximo Kirchner.
El ministro de Economía aún no entiende que el kirchnerismo duro prepara su emboscada y que Alberto Fernández maneja los tiempos para evitar que un desenlace prematuro engulla a su principal negociador con el Club de París y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Mientras tanto, el ministro de Economía recibió el fin de semana un reto grande. El mayor desde que entró en su cargo. Autorizado por el jefe de Estado a realizar cambios en el ámbito energético, sorprendió dentro del gabinete nacional y el «albertismo» en general, la forma en que decidió el cambio de un funcionario de menor rango pero encuadrado en el kirchnerismo puro y duro, con línea directa y diaria con Máximo Kirchner. O, explicado desde dentro del poder una «torpeza política por estar agradando operó la salida por los medios, en lugar de sentarse a negociar directamente con Basualdo».
Para completar el panorama hacia delante, ahora Guzmán pasará a estar en la mira del kirchnerismo, justo cuando más necesita del apoyo político de todo el gobierno; en tiempos en los que se define si habrá o no acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, Club de Paris y que destino tendrán las DEGs.
Lo cierto es que Martín Guzmán será la persona que protagonizará el combate dialéctico interno más transcendente desde que llegó Alberto Fernández al poder. Si vence, se convertirá en el hombre alfa del gabinete. Si es derrotado, comenzará a transitar un tiempo de debilidad; ingresando a una era de cuestionamientos internos con final complicado.