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Ushuaia

Siete grandes veleros en el último lugar del mundo


Por Ezequiel Desmond, desde Ushuaia.

En el último peldaño del mundo, luego del cual se desciende a la desolación fría de la Antártida, el viento sopla y avisa en el rostro del viajero que aquí reina el frío. En el muelle de Ushuaia, que ese y no otro es el peldaño del que hablamos, siete veleros reposan luego de una larga travesía. Son los buques escuelas de las Armadas argentina, española, chilena, venezolana, mexicana, colombiana y brasileña que participan del ejercicio “Velas Latinoamérica 2018”.

Han llegado el viernes, y permanecerán hasta el lunes, día en que desplegarán las velas y se harán a la mar para seguir con su intinerario mágico y educativo.

Con la Gente estuvo en el Bergantín-Goleta “Juan Sebastián de Elcano”. El velero tiene 113 metros de eslora, 13,2 etros de manga; un calado de 7,3 metros y transporta a alrededor de 260 personas entre oficiales, guardiamarinas, suboficiales, marineros y civiles.

El buque es un pequeño pueblo flotante y tiene autonomía suficiente para pasar decenas de día navegando en el mar. Puede hacerlo a vela, con motor o navegación mixta. Como la tripulación lo expresa “si las condiciones del viento lo permiten, casi siempre se prefiera navegar a vela, excepto en las entradas y salidas de puerto que se hace a motor”.

En el Elcano, como lo llaman los tripulantes, se produce agua potable, hay talleres, panadería, peluquería, enfermería, quirófanos y farmacia. “De aquí seguimos por Cabo de Hornos hasta Punta Arena, en Chile -dice un joven guardia marina que cursa el tercer año de la escuela de la Armada Española- después todos los veleros seguimos hacia el norte, tocamos varios puertos hasta llegar a la costa de México, pero nosotros nos desviamos por el Canal de Panamá y emprendemos regreso a España, porque no podemos permenecer más de seis meses navegando”.

El guardia marina, madrileño, con el que habló Con la Gente se mostró contento porque visitamos  el barco, el más grande de esta expedición, y lo agradece. Partieron de España en el mes de febrero y volverán en septiembre.

Con la Gente recorre el muelle del “fin del mundo”, el frío cala hasta el alma, pero ¿qué importa eso? Allí están amarradas y gallardas nuestra querida Libertad; la Cisne Branco, de Brasil; la Esmeralda, de Chile; Gloria, de Colombia; Simón Bolivar, de Venezuela y la bella Cuahtémoc, de México. Todas esas embarcaciones a vela, están desprovistas de armas de guerra, como no sean pequeños cañones para salvas, y en ellas los cadetes y guardia marinas aprenden lo que es la vida en el mar. ¿Y por qué no decir que aprenden a vivir los momentos más extasiantes, pero a la vez los más difíciles?

La travesía comenzó el 25 de marzo en Río de Janeiro y son 157 días en los que los veleros tocan puertos latinoamericanos, concluyendo el día 2 de septiembre en el puerto de Veracruz, en México.

Este encuentro de veleros hispanoamericanos comenzó en el año 2010, oportunidad en que Argentina fue el país organizador y anfitrión en el marco del bicentenario de la Independencia. Este año le tocó organizar la expedición a la Armada Chilena y en el 2022 el país organizador será Brasil.

La vida del marino no es fácil, pero lo marca para siempre. Un marino chileno dijo: «Las costumbres imperantes a bordo, el régimen y las normas de convivencia y disciplina que rigen la vida diaria en los buques y la lucha permanente contra el medio en que se desenvuelve fortalecen el cuerpo y templan el alma del marino. Y, la profesión, para quienes la abrazan con amor, trasciende más allá de los años dedicados a ella. El ejercicio de la carrera naval imprime una lucha imborrable que hace que el marino sienta nostalgia por lo que perdió cuando se desembarca y, mucho más, cuando es llamado a retiro. El retiro no es fuga y la jubilación no es liberación. Se continúa navegando en buques que ya no son una realidad sino un ensueño, por que el alma del marino nunca muere».

Al caminar por la cubierta de Elcano, un emblema de veleros, como nuestra «Libertad», se respira la magia de la inmensidad del mar, el misterio que encierra; y parecen andar como sombras imperceptibles los marineros que pasaron por este buque que se hizo a la mar por vez primera en el mes de marzo del año 1927.

Al observar el timón, un visitante recuerda aquellos magistrales versos del poeta español: «Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar».

Galería de imágenes:

 

Vista de Ushuaia desde el Canal de Beagle.