Política y Economía

Sergio Massa, el animal político que busca llegar a la cima de su carrera


NOTICIAS ARGENTINAS CORDOBA NOVIEMBRE 7: Sergio Massa encabeza un acto en Cordoba Capital. Foto NA

El candidato de Unión por la Patria se posicionó como líder del oficialismo y buscará llegar a la Casa Rosada, tras su intento fallido en 2015

Después de la victoria que se anotó en el debate presidencial frente a un Javier Milei, el candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, no quiere que la ola de optimismo que se generó en los últimos días lo pase por encima.

Es consciente de que las encuestas arrojan un escenario extremadamente parejo, e incluso la lógica de la matemática pura le sonríe más a su adversario por la sumatoria de sus votos y los que obtuvo Patricia Bullrich.

Sin embargo, como animal político que es, el ministro de Economía confía en que la construcción política y discursiva que viene desplegando desde que se confirmó su candidatura, alcanzará para romper esa lógica matemática en la que se sostiene Milei, quien aseguró varias veces que «los votos para ganar ya están y sólo hace falta cuidarlos».

Foto: Juan José García

«Preparame la boleta pa´ votar a Sergio que la damos vuelta», reza uno de los jingles que surgió de la usina de canciones de campaña en que se transformó la plataforma de streaming «Gelatina» del influencer Pedro Rosemblat. El jingle prendió con fuerza en las juventudes politizadas que ven el programa, y se viralizó a tal punto que fue «apropiada» por la campaña del candidato.

La letra del jingle sintetiza a la perfección esta carrera en tres etapas que viene realizando el ministro desde las PASO hasta llegar a la segunda vuelta, y estuvo presente en el cierre de campaña en el colegio Carlos Pellegrini, donde los estudiantes la corearon para emoción del candidato.

Del 21% en las primarias (sin contar los casi siete de Juan Grabois), pasando por casi el 37% en las generales, la marcha de Massa fue de menor a mayor y el desafío final es «darla vuelta» superando los 50 puntos en el balotaje. La épica se resume en la posibilidad de remontar una situación que parecía casi imposible de revertir tras las primarias, pero que ahora se tornó absolutamente factible.

Si bien sabe que ganará el que junte más votos, la búsqueda del ministro candidato abreva más en lo cualitativo, y por eso pone especial énfasis en su convocatoria amplia a formar un «Gobierno de unidad nacional», dejando atrás la lógica de la grieta.

De hecho, «la grieta» es explotada por su contrincante, quien agita la necesidad de un pacto social para «aniquilar» al kirchnerismo.

La ingeniería electoral para llegar a esta instancia fue quirúrgica y de alto riesgo para el oficialismo, ya que podría haber desembocado en un balotaje entre Patricia Bullrich y Milei.

Cuando Cristina Kirchner habló de un escenario de tercios, no solamente estaba reconociendo un fenómeno de representación novedoso en ascenso meteórico como el del liberalismo, sino que además buscaba subir al ring y empoderar a una figura que por su nivel de excentricidad y extremismo el oficialismo estaría hipotéticamente en condiciones de derrotar en un eventual balotaje.

En cambio, la competencia contra cualquier figura de Juntos por el Cambio hubiera sido estéril teniendo en cuenta el nivel de descontento por el 140% de inflación anual. El problema es que el empoderamiento a Milei, que incluyó cesiones de sellos partidarios para que pudiera competir en todos los distritos, se fue de las manos y el resultado fue el 30% descollante del libertario en las PASO.

Las elecciones generales trajeron alivio en Unión por la Patria, pero saben que todavía falta un paso para cumplir el objetivo.

El líder del Frente Renovador se presenta a sí mismo como custodio de los derechos del pueblo ante «una derecha» que viene a quitarlos. Así quedó de manifiesto en el debate, donde el candidato oficialista acorraló a su rival para que le conteste «por sí o por no» a las preguntas de si pensaba eliminar los subsidios al transporte y a los servicios públicos, si iba a eliminar el Banco Central, si iba a cortar relaciones con Brasil y China, y si iba a privatizar la educación.

La debilidad en la candidatura de Massa radica en que su postulación se inscribe en un contexto de enorme volatilidad económica y de deterioro del nivel de ingresos, por lo que el hecho de ser el ministro de Economía de esa economía en llamas no ayuda como carta de presentación.

Desde el oficialismo repiten como un mantra el relato de que el tigrense «agarró una papa caliente» cuando todos se agachaban, y que desde entonces debió todos los días arremangarse para ponerle el cascabel al gato, en el marco de una economía inocultablemente en caída libre.

El pragmatismo, la plasticidad y la cintura a la hora de tomar decisiones -combinando ortodoxia y heterodoxia económica según las circunstancias- son características salientes de Massa, quien en este momento de madurez política y habiendo pasado por cargos de suma relevancia en la función pública, se jacta de ser un avezado conocedor de cada palanca y botonera de gestión del Estado.

Este domingo, el ex intendente de Tigre se enfrentará al máximo desafío de su carrera, e intentará llegar a la cima de un camino sinuoso que siempre tuvo como combustible su enorme ambición política.