El 2 de abril de 1982 marcó para siempre la historia de la República Argentina. En la mente de cada ciudadano ese día es sinónimo de guerra, de Malvinas y de memoria. Memoria para todos aquellos valientes que fueron y lucharon por su patria, los que volvieron y los que no. En un día tan especial, CLG dialogó con Juan Lederhos, quien sirvió como submarinista en la Armada Argentina y cumplió con su deber durante aquel conflicto bélico.
Hace 37 años fue parte de la tripulación del ARA Santa Fe. Estaba embarcado como maquinista y hoy, después de mucho tiempo sin hablar sobre el tema, decidió contar su historia. Dar a conocer que los submarinistas también tuvieron un rol en esta guerra y que es importante decirlo.
«Públicamente es poco conocido el funcionamiento de la armada submarinista en la guerra», destacó desde un comienzo. En ese sentido, aseguró: «Lo más triste es el ser olvidado por la Fuerza. Fuimos escondidos».
«Yo te puedo decir que estoy bien, pero en realidad bajé una persiana y me encerré en lo mío», explicó el ex combatiente. Es que, según cuenta, él mismo estuvo «25 años sin hablar». Sin embargo, enfatizó: «Ahora lo veo y cambió. Empezó otra odisea cuando empezamos a hablar. La gente no sabía que había submarinos en combate en Malvinas».
Su experiencia en la Guerra
Juan tiene en claro la importancia de sus palabras y recuerda aquellos días con una precisión que demuestran lo que significó un acontecimiento como ese para todos los que de alguna forma fueron parte de él. Así, empezó su relato de lo que vivió en 1982: «El 27 de marzo ya estábamos navegando para Malvinas, zarpamos desde Mar del Plata. Nos había sorprendido la orden. Preparar y reparar lo que estaba a medio hacer, cargar todo y salir, sin mucho tiempo«.
Para el 30 ya habían llegado a destino. «El 1º, cuando cayó la tarde, subimos a superficie, los buzos bajaron a tierra y marcaron el territorio, una zona de playa donde ahí iba a desembarcar infantería y el ejército», continuó. Pocos días después, regresaron a Mar del Plata, «fue todo muy rápido». Y una vez que llegaron allí, «en la penumbra de la noche, llegó de nuevo la orden de zarpada, a Georgias del Sur».
«El Santa Fe era un submarino de la segunda guerra mundial, ya pronto a ser sacado de servicio. Tenía problemas para navegar y de comunicación. Armamos todo rápido y en menos de 24 horas ya estábamos de nuevo viajando», detalló. El maquinista no dejó pasar la oportunidad para aclarar que «los mares del sur son terribles» y que en más de una ocasión tuvieron «problemas» en el trayecto.
A la medianoche del 4 de abril estaba en Georgias del Sur. Entonces, narró: «Desembarcamos a la gente y sus víveres. Llegó de nuevo la orden de volver al continente. Estábamos en una caleta, sin mayor profundidad como para ir a inmersión seguros». En ese momento, cuando quisieron salir, se dieron cuenta de que algo estaba pasando: «Estábamos siendo atacados por dos helicópteros», recordó.
«Desde la zona de máquinas donde estaba no escuchaba, pero nos tiraron con todo», expresó. Los que habían quedado en tierra «pudieron repeler un poco el ataque con lo poco que tenían». «Tuvimos la suerte de que ninguno de los misiles ni torpedos dañaron el casco en profundidad y pudimos seguir navegando», señaló.
Aunque pudieron salir de ese ataque sin mayores problemas, el ex submarinista remarcó: «Nunca pensé que nos iban a atacar». De hecho, confesó que en ese momento creyó que habían «chocado con el fondo o había pasado otra cosa, no que eran misiles y torpedos».
Tras el ataque, el ARA Santa Fe debió volver porque le «cerraron el paso con un rompehielos inglés». Y ahí, comenzó otra historia. «Llegamos como pudimos al muelle, sin salir a superficie. Ya desde el continente no teníamos respuesta, no había municiones. El oficial de mayor grado decidió rendirse y desde ese momento fuimos prisioneros de guerra en la isla«, sentenció.
Ser prisionero de guerra
Juan siguió su relato sobre aquel momento, siendo memorioso sobre momentos puntuales que los marcaron: «Hubo que mover el submarino porque se hundía y ahí asesinaron al sub oficial Félix Artuso. El comandante nos ocultó que lo habían asesinado, fusilado dentro del submarino, para que no reaccionemos, creíamos que había muerto simplemente».
«Los submarinistas nos caracterizamos por el compañerismo y la ayuda el uno al otro. Entonces fue fundamental. Fueron momentos duros, nos ayudábamos entre nosotros para continuar«, comentó. Sobre esos tiempos, agregó: «Estuvimos dos o tres días en las islas y nos embarcaron en un petrolero. No sé cuánto estuvimos allí. Fue una semana o 10 días, como prisioneros en un barco inglés».
«En la isla la pasamos mal. El miedo lo tenemos todos», recordó. Asimismo, indicó: «Tanto en la isla como en el barco, el espacio es reducido. Era todo tenso, ellos nos amenazaban, principalmente a nosotros, los del submarino porque vestíamos un uniforme distinto. Conforme pasaron los días, bajaron esas tensiones y los ánimos».
Sobre la liberación, dijo: «Nos desembarcaron en la isla de Asunción y la Cruz Roja internacional se hizo cargo de nosotros. Nos llevaron a Montevideo ellos y ahí nos recibieron bien. Cuando llegamos al continente y a la base, nos dividieron y separaron.»
«El momento más triste fue cuando vimos que arriaron el pabellón argentino e izaban uno inglés. Fue triste, salvando las muertes, ese fue el peor momento», reflexionó.
La importancia de la memoria
«Yo siento que estamos, el soldado y veterano, reconocidos porque sale la verdad, o parte, a la luz. Los soldados lucharon mucho para ser escuchados y que no se deje el tema Malvinas de lado. También lo hicieron por la atención médica y para visibilizar los problemas para conseguir trabajo», manifestó. A lo que sumó: «Institucionalmente, se hacen los actos y conmemoraciones, pero siempre es a fuerza de lucha».
En ese sentido, mencionó: «Malvinas está presente porque los veteranos de guerra mantienen vivo el reclamo. También bregamos por que en la educación se incluya este tema. Porque hoy en día nosotros podemos contar la historia, pero quedamos pocos».
Sobre su situación particular contó: «En mi trabajo no sabían que yo había ido hasta que me vieron en televisión hablando del ARA San Juan, uno no lo cuenta. Uno siente que perdió, porque vos perdiste la guerra, y la derrota no ayuda«. Y sostuvo que a pesar del reconocimiento de muchos, hay personas que creen otra cosa. «Uno una vez me dijo que habíamos ido allá a tomar mate. Eso te indigna, porque el otro no sabe, entonces duele», declaró.
«Lo importante es que ahora estamos mucho más unidos. Toda convocatoria y saludo es una caricia al alma y sirve», finalizó.