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Ser docente en cuarentena: más horas de trabajo, poco descanso y dolencias físicas


CLG mantuvo una charla con Silvia García, una docente rosarina que relató la situación que atraviesan los maestros a raíz de la nueva modalidad de trabajo

Por Santiago Ceron

La pandemia del coronavirus ha cambiado rotundamente el día a día de nuestro país y de gran parte del mundo, principalmente desde el punto de vista laboral. La disposición del aislamiento social ha forzado la implementación del «home office» o «teletrabajo» en distintas actividades, incluida la educación.

De alguna manera u otra, en Argentina se ha tratado de mantener la enseñanza en todos los niveles educativos, pese a estar cerradas las escuelas y universidades. Las tareas virtuales y las clases online se han vuelto las principales herramientas que tienen los docentes de los niveles primario, secundario, terciario y universitario para mantener el traspaso de conocimientos.

Sin embargo, las nuevas condiciones de trabajo impuestas por la cuarentena no han sido las mejores para maestros y profesores. Un relevamiento realizado por el Sindicato Argentino de Docentes Particulares (Sadop) permitió visualizar que un alto porcentaje de ellos está sufriendo complicaciones de salud y sobrecarga laboral a causa del «teletrabajo» que están realizando.

Por eso, CLG se contactó con Silvia García, una docente rosarina que relató su situación personal con respecto a la nueva modalidad de trabajo, en la cual muchos otros maestros se verán reflejados: «Esto es algo que irrumpió en nuestras vidas y es nuevo para todos. Empezar a trabajar de esta manera es diferente. Todo el tiempo el vínculo con los alumnos es a través de las redes, por WhatsApp o correo electrónico, y se complica».

Silvia trabaja como secretaria de escuela secundaria, pero su rol principal pasa por la educación especial: «El vínculo, el contacto y la mirada son importantes para nuestros niños y niñas. Esto se ve un poco alterado, por lo que tratamos de tener videollamadas lo más frecuentemente posible».

Sin embargo, el trabajar constantemente de forma virtual trae complicaciones: «Uno tiene que implementar otro tipo de organización, no sólo desde lo laboral, sino que también desde lo familiar. Tengo una hija que está en primer año del secundario, por lo que tenemos que turnarnos para usar la computadora. Se comparte la tecnología y los espacios, y uno necesita un lugar en silencio para trabajar».

«Esto también trae estrés. La familia de los alumnos no sólo te comparte la tarea que hizo el chico, sino también lo que les pasa con respecto a la cuarentena. Muchas familias tienen serios problemas económicos y uno absorbe todo eso desde lo humano», explicó.

Es por eso que, según Silvia, la colaboración entre pares es fundamental: «Hoy más que nunca la solidaridad, el compañerismo y el trabajo en equipo son primordiales. Entre compañeros tratamos de alentarnos. Hoy no se necesita tanto lo académico, sino sostener y atravesar este momento, por supuesto sin perder el objetivo de lo que es la educación. Esto también implica contacto con tus compañeros de trabajo para poder planificar y llevar el conocimiento de la mejor manera, y esto requiere otro esfuerzo y otro tiempo extra».

Se ha escuchado hasta el hartazgo la frase «no hay que llevar el trabajo a casa». Sin embargo, esa situación hoy es inevitable para los docentes y está trayendo consecuencias: «Se complica desconectarse. Llega un momento en el que se desdibuja todo porque tu casa es tu lugar de trabajo, es imposible establecer un límite. Uno hace un esfuerzo por desconectarse, pero está todo el tiempo pensando. Por suerte mi familia es muy respetuosa, pero la familia también tiene su vida desde lo cotidiano, y uno por más trabajador que sea tiene que tener respeto por con quien uno convive».

Además, al igual que la mayoría de los trabajadores de la educación, Silvia aseguró que esta metodología de trabajo le exige mayor tiempo: «Estamos trabajando más horas que antes. Le estamos dedicando la vida». Ese incremento en la carga horaria y la cantidad de tiempo que se pasa frente a la computadora están trayendo consecuencias físicas: «Llega un momento en que la fatiga y el estrés te sobrepasa, hay que tratar de equilibrar».

«Con el sueño los horarios están cambiados, me despierto a las tres de la mañana pensando en lo que tengo que planificar. También me esta afectando la vista por estar tanto tiempo frente a la pantalla», añadió.

Justamente, el estudio hecho por Sadop reveló que las dolencias físicas también aparecen como una consecuencia de la sobrecarga y las condiciones laborales: el 77% de los docentes consultados sufrió problemas digestivos, el 85% tuvo dolores de cabeza o migraña, el 88% sintió angustia o ansiedad y el 89% tuvo dificultades para dormir así como tensiones, molestias o irritabilidad.

«Si esto se prolonga en el tiempo hay que encontrar un punto de equilibrio entre lo ideal y lo posible», concluyó Silvia, dejando una frase que resume el presente que atraviesan los docentes y lo que puede llegar a deparar el futuro.