Por Diego Añaños
Sobre el final del día financiero del lunes, los principales fondos tenedores de deuda argentina presentaron una contrapropuesta a la hecha por el gobierno hace algo más de una semana. Evidentemente los poseedores de deuda bajo legislación extranjera perciben que la “cuarta última” oferta es muy cuarta, pero no muy última, por lo que continúan intentando presionar para correr los límites del acuerdo.
Claro, toda negociación que se extiende en el tiempo, es también un proceso de aprendizaje, en el cual ambas partes intentan descubrir los patrones de comportamiento de la otra, con el objetivo de maximizar sus posibilidades. Si uno mira el ciclo en perspectiva, digo, más allá de las oscilaciones propias del corto plazo, puede ver que la Argentina lo único que ha hecho hasta el momento es ceder. Ceder en cuanto al monto de la deuda, ceder en relación al período de gracia, ceder en el pago de intereses, ceder en los tiempos y en los términos del pago. En ese contexto, intentar seguir corriendo los límites es un acto de absoluta racionalidad por parte de los fondos de inversión, ya que se supone que los agentes muestran comportamientos relativamente previsibles. Y lo previsible es que el gobierno argentino siga cediendo. Aún no sabemos si efectivamente será así, pero está claro que nadie podría acusar a los acreedores de tener expectativas irracionales.
Algunas cosas cambiaron en los últimos días. La posición de los fondos más hostiles se reforzó. En primer lugar llegaron a un acuerdo para realizar una contraoferta conjunta. En segundo lugar consiguieron partir al fondo que había aceptado en principio la oferta argentina. En efecto, el Comité de Acreedores de Argentina, que integran Fintech y Greylock, sufrió una crisis interna, y algunos de sus integrantes se plegaron a sus pares más agresivos en la presentación conjunta. Hoy los tres comités reúnen aproximadamente el 40% de la deuda total, por lo cual es fundamental para la Argentina tratar de esmerilar el frente común para acordar al menos con algunos de los integrantes. Existe una prudente confianza en el equipo económico acerca de la posibilidad de alcanzar un acuerdo con alrededor del 50% de los acreedores en primera instancia. Pero incluso eso no alcanza para que el acuerdo sea obligatorio para los que no acepten, por lo cual seguirán las negociaciones, seguramente más allá del 4 de agosto.
En un artículo que lleva la firma de Román Lejtman, aparecido en martes en Infobae, se sostiene que la Casa Blanca, un actor que hasta el momento había permanecido relativamente ausente de la conversación, haría su aparición en el proceso de negociación. Según la fuente, la administración Trump considera que ya están dadas las condiciones, tanto económicas como financieras, para llegar a un acuerdo razonable entre las partes. Se sugiere que algunas razones sustentan la decisión del gobierno norteamericano. Por un lado evitar la inestabilidad que provocaría un default en uno de los líderes regionales como la Argentina. Por otro lado, Alberto Fernández es percibido desde Washington como una figura que, pese a las profundas diferencias ideológicas que lo separan de Donald Trump, puede oficiar como canal de comunicación con Nicolás Maduro. Por otro lado, existe la sospecha de que, ante un eventual default, la Argentina solicitaría asistencia económica a Xi Jinping, lo que favorecería la expansión de la influencia china en América Latina. La apuesta sería conformar un equipo de trabajo, integrado por el Secretario del Tesoro (Steve Mnuchin), la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva y Mauricio Claver, que funge como asesor de la Casa Blanca, pero es el candidato de Trump para presidir el BID. La tarea sería acercar posiciones para arribar a un acuerdo en las próximas semanas. Sin dudas que la carta fuerte del power trío es Mnuchin, ya que éste es amigo personal de Larry Fink, CEO de BlackRock, el fondo de inversión más poderoso de Wall Street (que entre paréntesis tiene acuerdos comerciales con el Departamento del Tesoro y vía libre de ingreso al Salón Oval), y hoy lidera de las hostilidades contra la Argentina.
El presidente, por su parte, participó del encuentro virtual del Consejo de las Américas. Durante el mismo reforzó la idea de que la oferta económica hecha a los bonistas representa el máximo esfuerzo que la Argentina está en condiciones de dar sin comprometer su futuro crecimiento. Sostuvo que una propuesta más favorable para los tenedores de deuda se transformaría en una promesa imposible de cumplir, por lo que llamó a “no estafar a los acreedores” prometiendo un imposible. El mensaje estaba dirigido claramente a los bonistas, y no a los comités de acreedores, que no son sino los representantes de los mismos. Cerró con un llamamiento: “Les pido a los bonistas que ayuden a la Argentina a salir de esta postración”. La oferta del gobierno nacional recibió el apoyo del Consejo de las Américas. De hecho la presidenta del organismo, Susan Segal, declaró: “No hay un acuerdo perfecto ni para los acreedores ni para el Gobierno. Un acuerdo tiene que ser balanceado y justo. Y la oferta del Gobierno Argentino es balanceada y justa”, a la vez que consideró que ya era momento de cerrar un acuerdo.