La concentración requiere de un estado mental adecuado que se consigue a partir de adquirir unos hábitos saludables
Como el sueño o la alimentación, la concentración requiere de un estado mental adecuado que se consigue a partir de adquirir unos hábitos saludables. Gracias a estos hábitos se minimiza la fatiga cerebral y contribuyen a estabilizar la química del cerebro para que te resulte más sencillo alcanzar el estado de concentración que necesitas para ser más productivo en tu día a día.
Solo una tarea a la vez. Cuando la lista de tareas pendientes es enorme, resulta tentador intentar sacar adelante dos o más tareas simultáneamente. Olvídalo, lejos de sacarlas en menos tiempo, tardarás más que si la haces de una en una. Según una investigación de la Universidad de Standford, la productividad se reduce hasta en un 40% al intentar hacer más de una tarea a la vez.
La multitarea reduce la atención que pones en cada tarea por lo que, además de pasarle factura a tu cerebro en forma de fatiga, se incrementan las probabilidades de cometer errores en el desarrollo de las tareas. Si tienes tendencia a comenzar varias tareas a la vez, establece un orden de prioridades y pon en pausa las que no sean prioritarias.
Deja que tu cerebro juegue. El cerebro actúa como un músculo. Según Harvard Health Publishing, practicar determinados ejercicios de atención y concentración contribuyen a mejorar su capacidad cuando necesites concentrarte en el trabajo o en el estudio.
Los juegos de carácter cognitivo como los crucigramas, Sudokus o los juegos de pares estimulan la actividad cerebral implicada en los procesos de resolución de problemas, atención o concentración. Puedes aprovechar tus desplazamientos en transporte público e incluso los descansos para jugar un poco y relajarte.
Descansos breves y frecuentes. Una de las lecciones que más le costó aprender a Bill Gates es que el tiempo de descanso es tan importante como el tiempo de trabajo. La capacidad de concentración del cerebro es limitada, y puede ir reducirse todavía más ante situaciones de estrés y ansiedad. Tomarte descansos cortos frecuentemente, te permitirá recuperar los niveles de concentración.
Por ejemplo, puedes programarte descansos de cinco minutos cada hora, o entre reunión y reunión. Durante estos descansos, levántate, estira tu espalda y extremidades, bebe algo de agua o simplemente camina un poco. Cuando vuelvas a tu puesto tu cerebro habrá recuperado parte de su rendimiento.
El deporte te libera. Más allá de los beneficios físicos y cardiovasculares de practicar algo de deporte, la actividad física también libera una serie de hormonas beneficiosas para el bienestar mental. Durante el entrenamiento se liberan endorfinas que proporcionan un efecto de euforia y analgésico contribuyendo a mejorar el estado de ánimo y reduciendo los niveles de estrés.
Con música todo es mejor. Otra forma de liberar endorfinas es escuchar música y, por qué no, bailar si te apetece. Un estudio de la Universidad de Manchester reveló que escuchar música a un volumen alto estimula el cerebro para que libere endorfinas que proporcionan bienestar. Por lo que, si en uno de tus descansos sientes que el estrés va a ganarte la partida, una vía de escape puede ser esta.
En cualquier caso, si tu actividad lo permite, un estudio de la Universidad Goldsmiths de Londres, descubrió que el uso de música de fondo a un volumen moderado contribuye a mejorar los estados de concentración y reducir la distracción, dibujando una curva de rendimiento similar a la de la Ley de Yerkes Dodson.
Repite conmigo: friluftsliv. Aunque parezca un error tipográfico, friluftsliv es un concepto noruego del que ya te hemos hablado. Acuñado en 1850 en el que se describe la importancia de pasar tiempo al aire libre y en contacto directo con la naturaleza. El departamento de psicología de la Universidad de Carleton de Canadá realizó una investigación en la que descubrieron el impacto positivo de la naturaleza en la salud física y mental de las personas.
Al salir de excursión a la montaña o alejarse de focos de contaminación se mejora la concentración de oxígeno en sangre, al tiempo que se realiza actividad física adicional al caminar. Por otro lado, este contacto con la naturaleza tiene efectos positivos en el control del estrés, lo cual dará un respiro a tu cerebro que volverá a rendir con energías renovadas cuando lo necesites.