Las mujeres que siguieron una dieta baja en grasas y rica en frutas, verduras y granos tuvieron menor riesgo de morir de cáncer de mama que aquellas que llevaban una dieta alta en grasas, según los resultados de un nuevo e importante estudio publicado el miércoles.
Las conclusiones, según el último análisis de la Iniciativa de Salud para la Mujer, proporcionan la primera evidencia de que la dieta puede reducir el riesgo de que las mujeres posmenopáusicas mueran de cáncer de mama, dijeron los investigadores. Los estudios observacionales anteriores, que no miden la causa y el efecto, han tenido resultados inconsistentes.
Los resultados «son emocionantes y empoderadores para el paciente», dijo Elisa Port, jefa de cirugía de senos de Mount Sinai Health System, quien no participó en el estudio. «Esta es una llamada de atención para las mujeres: hay algo que pueden hacer en lugar de esperar a que se caiga el zapato».
El ensayo involucró a más de 48,000 mujeres que no tenían cáncer de mama cuando se inscribieron en el estudio realizado en 40 centros de Estados Unidos. De 1993 a 1998, las mujeres fueron asignadas aleatoriamente ya fuera para seguir su dieta habitual, en la que la grasa representaba el 32 por ciento de las calorías diarias en promedio, o para tratar de reducir la ingesta de grasa al 20 por ciento de calorías mientras consumían porciones diarias de verduras, frutas y granos.
El grupo de intervención dietética no alcanzó la meta; lograron reducir su consumo de grasa a aproximadamente el 24.5 por ciento, y luego «hasta aproximadamente el 29 por ciento», según el autor principal del estudio, Rowan Chlebowski, del Instituto de Investigación Biomédica de Los Ángeles en el Centro Médico Harbor-UCLA. Los miembros del grupo perdieron en promedio el 3 por ciento de su peso corporal. Aun así, las mujeres de ese grupo que desarrollaron cáncer de mama tenían un riesgo de muerte menor que las mujeres que siguieron sus dietas regulares y desarrollaron la enfermedad.
Chlebowski dijo que el estudio mostró que las mujeres podrían mejorar su salud haciendo cambios modestos en qué y cuánto comen. «Esto es una moderación en la dieta, que no necesariamente significa comer ramitas y hojitas», expresó. «Es lo que la gente comía, digamos, hace 20 años, antes de que pudieras ingerir 900 calorías en una barra de chocolate».
La intervención dietética duró 8,5 años e incluyó varias sesiones con nutriólogos. El último análisis representa un seguimiento de casi 20 años. En general, los expertos en cáncer de mama elogiaron el estudio, pero otros expresaron algunas reservas. En primer lugar, el estudio no fue diseñado para determinar si una dieta baja en grasas proporcionaba un beneficio de mortalidad, sino si una dieta de este tipo podría reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama en primer lugar, según publicó Infobae.
Los datos publicados anteriormente mostraron que la dieta no dio como resultado ninguna forma estadísticamente significativa. Además, los expertos en cáncer de mama señalaron que el beneficio de la mortalidad tardó casi 20 años en surgir. Algunos también dijeron que no estaba claro qué componente de la dieta era responsable del beneficio: ¿la grasa reducida o las frutas, verduras y granos adicionales?
Los autores del estudio dijeron que el grupo de modificación dietética usaba una dieta similar a la llamada DASH, para enfoques dietéticos que sirven para detener la hipertensión, y que también está diseñada para prevenir o tratar la presión arterial alta.
El nuevo estudio agrega más evidencia sobre el impacto de la dieta, pero no recomienda una dieta específica, dado que las personas reaccionan de manera diferente a diferentes dietas, dependiendo de su biología. «A los pacientes les digo que si comen más alimentos de origen vegetal, menos carne roja, disminuyen el alcohol y mantienen un peso saludable, podrían tener un riesgo menor de recurrencia o muerte del cáncer de mama», dijo Neil Iyengar, médico oncólogo del Memorial Sloan Kettering Cancer Center.
El estudio no analizó el impacto de la dieta en aquellos pacientes que tienen más riesgo de contraer cáncer de mama. Otro estudio analiza si la pérdida de peso, lograda mediante la reducción de calorías y el aumento de la actividad física, conduce a una reducción del riesgo de recurrencia. El análisis, llamado Estudio de pérdida de peso de cáncer de mama, o BWEL, está dirigido por el Instituto de cáncer Dana-Farber.
El estudio se produce a medida que se acumula más evidencia sobre el vínculo entre el sobrepeso u obesidad y varios tipos de cáncer. Tener sobrepeso se ha asociado en los últimos años con un mayor riesgo de contraer al menos 13 tipos de cáncer, incluidas los de estómago, páncreas, colorrectal y hepático, así como el cáncer de mama posmenopáusico. El estudio se presentará en las próximas semanas en la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica en Chicago.