Opinión
Política y Economía

Por Carlos Duclos

Se viene la campaña y así andamos, si es que andamos


Por Carlos Duclos

Hoy casi todos los candidatos políticos ingresaron a la máquina de prometer; muchos de ellos, como sabe el lector, son actualmente funcionarios cuyas acciones están divorciadas de las palabras que ahora prodigan a los cuatro vientos. Hay excepciones, claro, pero ellas no parecen ser la mayoría. Los políticos argentinos de estos tiempos se parecen bastante a esos estudiantes de la canción interpretada por Gardel y compuesta por Lepera que dice: “Hoy un juramento mañana una traición, amores de estudiantes flores de un día son”. Es histórico.

Una revisión de los discursos de campaña de 30 años a esta parte, dará como consecuencia que lo prometido duró un suspiro, pues no más hacerse del poder los agentes de la corporación viraron muchas veces para el lado en donde justamente no estaba el ser humano común con su “día a día”, que, dicho sea de paso, cada vez es más pesado y gravoso.

El último gran fiasco argentino, la última gran panacea prometida e incumplida de todo incumplimiento, es la de Mauricio y su séquito. Ninguna de las grandes propuestas para cambiarle la vida a los argentinos para bien se cumplió; y lo más dramático, es que tampoco se cumplieron las que le siguieron, como por ejemplo aquella mágica recuperación que se daría en el segundo semestre del año 2016. Decía por entonces Rogelio Frigerio: “en los próximos meses va a mejorar el panorama económico y por ende, el humor social de la gente. Tenemos mucho optimismo, la situación está mejorando y va a mejorar. Los números de inflación serán más bajos», afirmó. Huelgan los comentarios. Del “¡Sí, se puede!”, con globos y platillos, se pasó al “¡No se puede más!” de la gente hoy.

El drama plus son las mentiras que se siguen lanzando al aire, siguiendo el derrotero del marketing pergeñado por el ecuatoriano, quien en el país de los ciegos con una visión disminuida se ha tornado rey. La economía ha mejorado dijo Dujovne, mientras en Rosario el desempleo “oficial” trepó al 12,8 por ciento y la inflación “oficial” subió al 3,8 por ciento en febrero.

 

El humor sin mentiras de Nik

 

Kirchneristas, ¡cuidado!, no festejen, mejor abstenerse, porque lo cierto es que muchas de las medidas aplicadas en el pasado, algunas conductas y ciertas estrategias dieron como resultado Macri presidente. Un paranoico diría que detrás de ese rencor declamado para la tribuna hay, sino un amor, al menos un “contrato político matrimonial” entre Mauri y Cris. Una Cristina que acaba de lanzar un video hablando sobre la enfermedad de su hija que ha puesto los pelos de punta a los no fanáticos y pensantes ¿Voz modulada, montajes y música de fondo para decir que su hija está enferma?

¡Ah, claro! la culpa la tiene Tristán Bauer, pero… ¿no lo habrá hecho Durán? La misma Cristina que en todas las provincias, como en Santa Fe, ordenó a su tropa bajar las listas, renunciar y sellar acuerdos con el peronismo de centro derecha, ese que está más cerca de Macri que de Perón. Ese que le votó todas las leyes a Cambiemos y que se lavó las manos en el caso del aborto. En fin… No es nuevo eso de que a algunos cualquier tranvía les queda bien. El fin justifica los medios.

Sin contar, claro, que durante el gobierno pasado, en la llamada era K., la familia del hoy presidente no cesó de ganar licitaciones del Estado. Pero ese es un detalle menor ¿no? Al menos en la Argentina no cuenta.

El diario La Nación, nada menos, publicó en agosto del año pasado esta perla: “Ya no se podrá decir que Odebrecht fue la oveja negra de la obra pública ni que el kirchnerismo discriminaba a las empresas porque en su historia cargaran con un apellido incómodo. Ángelo Calcaterra aceptó confesar que Iecsa le entregó al gobierno de Cristina Kirchner bolsos con dinero en negro. El arrepentido es el primo del Presidente y la empresa es la histórica constructora de la familia Macri , hasta que cambió de manos en 2007.

Iecsa era la pata constructora de Socma, el emporio de Franco Macri y sus hijos, un holding cuyos negocios llegaron a abarcar desde galletitas Canale hasta autos Fiat. La firma fue una de las empresas de ingeniería civil más grande de la Argentina y adjudicataria de importantes obras públicas”.

Licitaciones ganadas por Iecsa durante la era K. Iecsa perteneció hasta el 2007 a Franco Macri, después pasó a manos de su sobrino, Calcaterra

Claro está que el pato de esta boda es la clase media. La clase media que contra su voluntad va perdiendo la sustancia que le pertenece, su realidad, y solo le va quedando la esperanza de recuperar algún día lo perdido que es mucho: empleo; salarios dignos; renta comercial; seguridad; pago de impuestos y tarifas razonables; educación eficaz, eficiente y continua; salud pública gratuita y de buen nivel; obras sociales con prestaciones aceptables; etcétera.

Una clase media atropellada por el descaro, a la que le va quedando poco recurso económico para la vida digna y que debe hacer frente a los delincuentes sin guante y de guante blanco. Malvivientes quienes, gracias a la centro derecha inepta que además fomenta la pobreza y la exclusión y a la centro izquierda en su nube de gas y abolicionista, hacen en Argentina el mundo de María Elena Walsh o del revés: la familia enrejada y los malvivientes “trabajando” a toda hora y en todas partes.

En este barullo político, los pocos hombres y mujeres serios que quedan (no importa de qué espacios) son denostados, incluso por periodistas de cuyas afirmaciones emana un tufillo extraño. Como si, por ejemplo, la edad fuera condición sine quanon para dirigir una sociedad. Para ser más preciso, como si tener menos de 30 años o más de 70 inhabilitara a una persona para conducir una sociedad. Desconocen, por ejemplo, que José Saramago empezó a escribir a los 60 años y obtuvo el Nobel 16 años después, entre otros muchos genios de las ciencias y de las artes que casi al final de sus vidas realizaron sus “operas primas”. Sin contar a jóvenes que ya a los 18 años, en Argentina, se les cargó un fusil para que fueran a defender a la Patria. Y lo hicieron con valor, honor y talento, algo que algunos petimetres jamás tendrán.

Pero como en este río argentino la idiotez rema y la ignorancia tiene el timón, se permite todo, hasta lo más grotesco y peligroso. Promesas y escasas propuestas, mucho packaging y poco contenido. Y así andamos, si es que andamos.