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Se estrena «El comandante Fort», docuserie sobre «un mal millonario, irreverente y contradictorio»


El cineasta argentino Patricio Álvarez Casado es el director del documental que se estrenará este miércoles por la plataforma Star+

El cineasta argentino Patricio Álvarez Casado, director de «El comandante Fort», la serie documental que se estrenará este miércoles por la plataforma Star+ y que propone bucear en los aspectos desconocidos del mediático heredero que hizo de su vida y su temprana muerte un reality show, consideró que «el atractivo regional de Ricardo es que era un mal millonario, irreverente y contradictorio».

«Fort no estaba preocupado por multiplicar su fortuna: gastaba todo su dinero en sí mismo y ese lado de mal millonario me parece atractivo para cualquier audiencia», dijo a Télam Casado (productor de «El último Elvis» y «Animal») sobre la serie de cuatro episodios que oscilan entre el documental y la ficción rodados entre Buenos Aires y Miami.

Para Eddie Fitte, el periodista a cargo de la investigación, destacó que la historia representa una suerte de «sueño del pibe global» ya que tras la muerte de su padre, Ricardo se ocupó de dilapidar su herencia a la vista de todos.

«Su forma de vivir representaba una especie de revancha -agregó-; de hacer lo que quería después de haberse sentido reprimido por la mirada de los demás durante años y decir `soy todo poderoso´».

Pero la inversión de esos millones al servicio de un ascenso meteórico a la fama es apenas la punta del iceberg del personaje mediático y ostentoso que a nueve años de su muerte sobrevive en forma de memes, frases icónicas («Yo no manejo el rating, yo manejo un Rolls Royce», «¡Basta chicos», «Meameee») y merchandising.

Lo verdaderamente novedoso de esta serie es que ilumina una parte desconocida de su historia gracias a una investigación exhaustiva que derivó en la aparición de un diario íntimo inédito en el que Ricardo relata, entre otras cosas, su fracaso en la música y sus primeros amores.

Al respecto, Casado destacó el esfuerzo de todo el equipo por «tratar de entender qué es lo que sentía Ricardo, porque ocultó tanto como contó; ahí aparecieron conflictos familiares, la lucha por la identidad sexual, la necesidad de afecto y reconocimiento, que son problemas que tienen todas las personas, y por eso el público se sintió reflejado en algún aspecto».

Con testimonios de sus hijos, su hermano Eduardo, y Gustavo Martínez, su pareja más emblemática, además de la participación de varios nombres propios del star system local, entre otras personas, esta serie escrita por Álvarez Casado, Juan José Becerra, Tamara Tenenbaum y Nicolás Miguélez, se propone descorrer el velo frívolo para descubrir a la persona detrás del personaje.

—¿Qué les sedujo de contar la vida de Ricardo Fort?

—Eddie Fitte: Lo que más nos interesaba era poder contar algo nuevo de una vida tan televisada que estuvo 24 horas por día, de lunes a domingo, en la pantalla. Y esa caja de pandora que fuimos abriendo generaron una versión de él que ni nosotros conocíamos, una especie de Ricardo nuevo.

—Patricio Álvarez Casado: Nos esforzamos por tratar de entender qué es lo que sentía y aparecieron conflictos familiares, la lucha por la identidad sexual, la necesidad de afecto y reconocimiento, que son problemas que tienen todas las personas. Creo que pudimos sacar a luz esa parte y nuestro sueño era que él pudiera hablar sobre sí mismo y cuando apareció el manuscrito no lo podíamos creer. Teníamos los guiones escritos y tuvimos que reformular todo pero fue un placer que él pusiera en palabras su vida porque de esa manera no había nadie juzgándolo ni interpretándolo, era él hablando de él.

—De alguna manera, había dejado escrito su propio guion, ¿Cómo llegaron a ese material?

—EF: En vida, Ricardo fue un huracán que cuando murió dejó un montón de cartas documentos, resúmenes de tarjetas de crédito, vestuarios, archivos de Word y mails impresos en dos espacios que eran conservados tipo la tumba de Tutankamón. Nuestra obsesión eran esas cosas que nunca se habían vuelto a abrir y pudimos entrar cuando le llevamos esta idea a la familia con dos premisas que para nosotros eran fundamentales: ética periodística y calidad de producción.

—PAC: Abrir esos espacios habilitó este no-género que tiene la serie porque es inclasificable como Ricardo y eso siempre me gustó porque soñábamos con hacer algo que a él le gustara y la no clasificación de género de la serie lo identifica. Cuando empezaron a aparecer los trajes, el bastón de Juan Carlos Pallarols que fue la única persona que no fue presidente que lo tuvo, los vestuarios, las escenografías, empezamos a entender que ahí estaba la no narración y los disparadores para crear esta especie de homenaje de la familia.

—Antes hablaban del surgimiento de un «nuevo Ricardo» a partir de la investigación, ¿Cómo es el Ricardo con el que se encontraron?

—EF: Entendí su vuelta al closet como víctima de la homofobia de esos tiempos, porque se le exigía salir del closet siendo padre de dos hijos de vientre subrogado cuando en la tele había una persona preguntándole a un homosexual si los hijos adoptados de un gay no corrían riesgos de ser violados. Por otra parte, en su momento a mí me parecía un personaje ordinario «mira como muestra toda su plata», pero investigando su paso por Miami, sus amistades con Gianni Versace, las cervezas con Madonna, los champagne en los boliches con la crema de la cultura clubber de los 90, me di cuenta que estaba frente a una figura de relevancia cultural. Ese fue mi descubrimiento.

—PAC: La respuesta de lo que descubrimos está en la serie. Empezás con la frivolidad, la parte mediática, los excesos, su lado más prepotente y, a medida que vas avanzando y le vas sacando las capas, le vas viendo la debilidad. Hace como un camino del héroe en el que cuando terminás la serie lo querés más que cuando la empezaste. El Ricardo diferente está ahí.

—¿Cuál creen que será el atractivo de esta serie fuera de Argentina donde Fort es un personaje desconocido?

—PAC: Para mí, el atractivo a nivel regional de Ricardo es que era un mal millonario que no hacía más fortuna, que la gastaba en él, que es el deseo de cualquier persona y generalmente que no lo pueden hacer los millonarios. Entonces ese lado de mal millonario, irreverente y contradictorio me parece atractivo para cualquier audiencia.

—EF: Es un personaje absolutamente argentino a niveles maradonianos de figura pública con lo que me resulta imposible pensar cómo se puede ver desde afuera porque, por ejemplo, en México hay muchos millonarios así, que son narcos y van con el Rolls Royce por la calle pero Ricardo estaba muy lejos de ser un narco: tenía una fábrica de chocolates y todo su dinero le pertenecía de manera legal. Es medio el sueño del pibe global esta revancha de haberte sentido reprimido por la mirada de los demás y decir «soy todo poderoso»; es como que te pique la araña de Spiderman pero en forma de transferencia bancaria.