Todos los años, el comienzo del otoño marca una nueva llegada de las enfermedades que traen consigo las estaciones más frías. Y la gripe es una de las que más preocupa, por su incidencia en los grupos más vulnerables de la sociedad (los niños, los adultos mayores y las personas con problemas preexistentes de salud) y por su cualidad de «mutar» cada temporada y la imposibilidad de controlarla con una vacuna que eso genera.
En el mundo hay anualmente entre tres y cinco millones de casos graves de gripe y entre 250 y 500 mil de ellos terminan en muerte. La incidencia del virus de la influenza varía según la edad: es más frecuente en los niños (20/30%) y mucho menos en los adultos jóvenes (5/10%).
«La mayor tasa de internaciones y hospitalizaciones por influenza se observa en los extremos de la vida (mayores de 65 años y menores de cuatro) y también se registran tasas altas -tanto en adultos como en pacientes pediátricos- en personas con algunas enfermedades preexistentes o comorbilidades, como embarazo, enfermedad renal, pacientes inmunocomprometidos, etc. que presentan peor pronóstico en caso de contraer la enfermedad». El médico infectólogo Pablo Bonvehí es miembro de la Comisión de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y en un encuentro con periodistas sobre El desafío de comunicar en vacunas del que Infobae fue parte puntualizó: «El virus tiene cambios en su composición a medida que se va multiplicando y esto hace que el virus mute con el tiempo, por eso en general todos los años no se tienen los mismos tipos de influenza», según una nota de Infobae.
Y tras explicar que «del virus A hay dos subtipos (H1N1 y H3N2) y dentro de estos ocurren esas mutaciones», ahondó: «En el virus B no se llaman subtipos, sino que hablamos de linajes y desde el año 1985 sabemos que hay dos linajes circulantes, Yamagata y Victoria, que a su vez sufren algunas mutaciones aunque menos que los virus A».
Durante la temporada 2018, «el virus de influenza H1, que es el original, que fue pandémico en 2009 fue similar al que estaba contenido en la cepa de la vacuna, el virus del linaje B Yamagata se comportó como la cepa B que incluía la vacuna, mientras que también hubo circulación del linaje B Victoria, o sea que hubo circulación de los dos linajes B», precisó Bonvehí, quien además agregó que «el virus A H3N2 no estuvo perfectamente relacionado con el de la vacuna».
La vacuna se elabora en función de las recomendaciones que hace la Organización Mundial de la Salud (OMS) el año anterior en base a los datos epidemiológicos recolectados sobre las últimas cepas que aparecieron. «En la mayoría de los casos la vacuna tiene una buena correlación con el virus que circula, y a veces es menor; cuanta más correlación hay entre el virus que circula y el virus de la vacuna mayor es la efectividad de la vacuna», explicó el especialista, en el encuentro organizado por la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE).
«En adultos jóvenes la vacuna tiene una eficacia de 70-90% para evitar que la gripe aparezca; ahora en un adulto mayor de 65 años la efectividad para que la gripe aparezca es menor (en este grupo lo que se busca es evitar las complicaciones, que la persona no se interne y no muera por gripe) -detalló Bonvehí-. Y en los niños hay estudios que demostraron la eficacia de la vacunación en el embarazo para evitar que el niño se enferme en los primeros seis meses de vida».
En ese sentido, la médica infectóloga y presidente de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE) agregó: «En las personas inmuno comprometidas, que pueden no responder a la vacuna, así como en los prematuros extremos de menos de 1.500 gramos, que no se pueden vacunar, se recomienda lo que se conoce como ‘estrategia capullo’, esto es, vacunar a los contactos estrechos para evitar lo más que se pueda la enfermedad en el entorno de estos pacientes de riesgo».
«Eso desde el punto de vista sanitario con las vacunas que provee el Estado, ahora, desde el punto de vista individual puede vacunarse todo el mundo que desee tener menos posibilidades de tener gripe», remarcó.
Desde la primera vacuna a la recomendación actual
La vacuna antigripal comenzó siendo monovalente, después pasó a ser bivalente y luego se llegó a la trivalente que se usa masivamente desde hace varios años. «La vacuna trivalente tiene los dos subtipos de virus A y un linaje del B -explicó Bonvehí-. Desde fin de 2012 y en función de la circulación de los dos linajes del B en el mundo, la OMS evaluó y recomendó que se tenga en cuenta la posibilidad de tener una vacuna cuadrivalente, que contenga los dos subtipos A y los dos linajes B».
La ventaja de esa nueva vacuna, que varios países fueron adoptando como prioritaria, es que «cubre uno de los dos linajes B, que la trivalente no cubre».
«El comportamiento del virus B varía año a año, es más difícil de predecir que las cepas A, por eso la OMS propuso la alternativa de que los países tengan una vacuna cuadrivalente, aunque mantiene la recomendación de la trivalente», destacó el experto, quien consideró que «se está en un período de transición; hay países que ya tienen la cuadrivalente desde el año pasado».
En la Argentina, este año habrá disponible una cuadrivalente, aunque aún no de manera masiva. «La del calendario oficial va ser la trivalente inactivada como el año pasado», informó Bonvehí, quien resaltó que «la cuadrivalente por el momento sólo está aprobada a partir de los tres años en el país». «Se está trabajando con la ANMAT para aprobarla a partir de seis meses», agregó.
Finalmente, Vizzotti recordó la necesidad de vacunarse todos los años, básicamente por dos cuestiones fundamentales: «Porque la inmunidad que aporta la vacuna no dura más de 12 meses y porque el virus cambia».
«El desafío de la vacunación antigripal es enorme desde el punto de vista que hay que generar mejores vacunas -consideró la especialista-. A diferencia de otras enfermedades como la polio, la gripe no se puede erradicar porque la enfermedad natural no da inmunidad de por vida, muta todo el tiempo, la vacuna no es 100% efectiva (se puede contraer gripe de todos modos) y además tiene como reservorio a otras especies como los chanchos y las aves».
En ese sentido, «el objetivo es disminuir la mortalidad y se vacuna a los que tienen más riesgo de morir», sostuvo Vizzotti, para quien «ahora el desafío de los laboratorios productores es lograr una vacuna que sea más estable y que dure más tiempo; se está trabajando en la vacuna universal, que aunque no dure toda la vida se pueda dar, por ejemplo, cada cinco años».