Cientos de fieles aguardan la medianoche de este martes a que abran las puertas de la iglesia de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers, para pedirle al santo por trabajo y salud o agradecer por distintos motivos.
“Hace 35 años que vengo a San Cayetano, pero también vengo los 7 de cada mes”, dijo a Télam Lali, la primera en la fila que ingresará para tocar la imagen del santo.
La mujer, que se jubiló de enfermera del Hospital Militar, expresó que históricamente la primera persona que ingresaba a la iglesia era Delia Noris, quien ya falleció.
Lali contó que en esta oportunidad viene a agradecer porque su familia conserva el trabajo y a pedir por quienes no lo tienen.
“Vengo a agradecer que mi sobrino nieto se está por recibir pronto de lo que estudia y que mis sobrinos conserven su trabajo y también pedir para quienes no tienen trabajo y la están pasando mal”, agregó.
Lali aseguró sentirse “un poco triste” por la poca cantidad de gente que se encuentra en las veredas, en relación a años anteriores, a la espera de poder tocar la figura del santo o escuchar la misa.
Lo mismo siente Patricia Aguirre, quien espera primera en la fila para ingresar y escuchar la primera misa.
“Veo que no hay nadie porque necesitás plata para venir. Para ir al baño te cobran 10 pesos, tenés que pagarte el viaje, la comida y se hace difícil”, aseguró.
Patricia viene de Tortuguitas y está acompañada de mujeres de distintas localidades del conurbano bonaerense.
Ella está desde el 29 de julio para asistir a “la novena”, como se las conoce a las misas que se dan nueve días previos a San Cayetano.
“Este año vengo a agradecer que mi marido, mi hijo y mi yerno tienen trabajo y a pedir porque conservemos la salud”, relató.
Alan, que atiende una santería a metros de la iglesia, no se mostró sorprendido por la escasa cantidad de personas, y señaló que “muchas llegan sobre la hora, el mismo día”.
“Siempre la fila para esta fecha llegaba a la cancha de Vélez (Sarsfield), que está a cuatro cuadras de acá. Ahora apenas hay dos cuadras”, se lamenta Ricarda, una mujer que llegó desde Potosí, Bolivia, para venerar al santo cristiano.
“Hace 30 años que vengo a agradecer y a pedir que no le falte trabajo a mi hijo y a mi nieto”, dijo la mujer mientras comparte una ronda de mates con mujeres y hombres que llegaron desde Corrientes, Chaco y Salta, entre otras provincias.
Por su parte, Rubén Narváez visita San Cayetano desde 1994, cuando vino por primera vez con su suegra cuando él tenía 17 años.
“Yo me drogaba, y por culpa de eso perdí todo, hasta a mi familia”, indicó, y agregó que “hace cinco años que ya no me drogo y por eso vengo a agradecer que estoy sano”.
Rubén, albañil de oficio, contó que está desempleado hace un año pero que tiene “apalabrado” un trabajo para comenzar en septiembre.
“Está difícil la situación pero nunca perdí la fe. Acá en las fila nos ayudamos entre todos, somos una familia”, concluyó.