Tras una charla con su padre, el joven de 18 años decidió donar parte del dinero a un vecino de 60 años. "El pecho se me infló como queriendo explotar de orgullo", expresó su padre
Un joven estudiante de abogacía, de 18 años y oriundo de la ciudad de Orán, en el norte salteño, decidió donar el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) que había cobrado a «un vecino muy humilde» de 60 años, que no pudo acceder al beneficio, según reveló su padre.
«No debería porque no puedo ser imparcial, mucho menos objetivo. No debería, porque me afecta y me incluye. No debería porque es mi hijo, pero aun así lo voy a publicar«, expresó Manolo Manzano en su cuenta de Facebook, al contar la obra de su hijo Joaquín.
La familia de Joaquín es oriunda de la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán, 270 kilómetros al norte de la capital salteña.
El hombre detalló que su hijo, de 18 años y estudiante de abogacía, «obtuvo del Estado la ayuda de $10.000 que otorgan a algunos» y aseguró no saber «si lo gestionó o si lo entregan por ser mayor de edad o cómo le llegó esa ayuda».
Luego, indicó que al tomar conocimiento de esta situación, se sintió «mal por un amigo que tiene 60 años, que labura día a día, y por cuestiones del azar burocrático no había sido alcanzado por este beneficio».
«Recuerdo perfectamente la charla de sobremesa donde dije que me sentía un poco avergonzado, ya que mi hijo tiene de todo y más, vive cómodamente con nosotros y jamás tuvo que trabajar para ganar su alimento diario«, dijo.
En cambio, «este señor, laburante de años, independiente, por cuestiones de esta pandemia, estaba momentáneamente sin poder trabajar y para colmo no le había salido la ayuda social», comentó en ese momento
«Paga un alquiler de una pieza muy modesta y tiene que pagar a diario su comida», dijo en la charla y explicó que «ahí quedó» esa conversación que presenció Joaquín.
Días después, el joven se le acercó y le entregó $8.000 para que su amigo «disponga para sus gastos», y señaló: «juro que sentí cómo el pecho se me inflaba, como queriendo explotar de orgullo».
«Le dije: Andá en el auto a entregárselo vos mismo. Cómo no lo voy a publicar, si cada vez que me acuerdo, me dan ganas de llorar», concluyó el relato del padre emocionado y orgulloso por la manera de actuar de su hijo.