El concejal y candidato a intendente por Cambiemos explicó a CLG cuáles son sus principales propuestas de campaña y dejó en claro que está preparado
Por Ariana Operti
El próximo 16 de junio Rosario elegirá al nuevo intendente de la ciudad, que reemplazará en su cargo a Mónica Fein. Tras las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso), cuatro fueron los candidatos que pasaron a las generales. El referente de Cambiemos en la ciudad, Rodrigo López Molina, venció en la interna al radical Jorge Boasso y compite por mudar su oficina al Palacio de los Leones.
Con firmeza y un temple característico, el abogado y actual concejal de la ciudad dialogó con CLG para brindar más detalles de cuáles serán las políticas públicas que llevará adelante en caso de ganar las elecciones. El edil detalló cuáles considera que son los puntos más débiles de la gestión del socialismo, tomando las riendas principalmente del «liderazgo de la política de seguridad» y dejó en claro que está preparado para asumir los compromisos que Rosario le deparará ya que aprendió de su padre, que fue capitán de ultramar, a tener la mente equilibrada y fría en momentos de mucha tensión.
López Molina fue el cuarto precandidato más votado, detrás de sus colegas concejales Roberto Sukerman, Pablo Javkin y Verónica Irizar, quien quedó fuera de la carrera al perder la interna del Frente Progresista. Los más de 60 mil sufragios le significan un «piso para seguir creciendo».
«Nuestro primer objetivo era ganar la interna. Competí con alguien a quien respeto, pero creíamos que dentro del proyecto de Cambiemos, nosotros éramos quienes más estábamos preparados para este momento de la ciudad», manifestó.
—¿Comenzaron a trabajar en conjunto con Boasso tras las primarias?
—Sí, ese mismo día Jorge reconoció la derrota, nos felicitó y se puso a disposición. Esa semana nos juntamos y estamos trabajando juntos en el proyecto de ciudad. Esta Paso del 20/21% es un piso para seguir creciendo y todos volvemos a cero ahora, es otra elección.
—Hubo gran cantidad de votos blancos y nulos, ¿los ciudadanos no se vieron representados por los candidatos?
—Probablemente. Hubo un porcentaje de votos en blanco, nulos y también ausencias por arriba del promedio, pero creo que se va a revertir en esta elección general. Es un comicio distinto, además está muy claro lo que representa cada uno de los candidatos a intendentes.
—¿Qué representan?
—Sukerman es el exponente de los 12 años de mayor corrupción en el país, del kirchnerismo en la ciudad. Con lo cual no tenemos ninguna garantía de que esto no se replique aquí. Y Javkin es el candidato del socialismo, de Bonfatti, de aquellos que permitieron el avance del narcotráfico. Detrás de él están 30 años de una gestión que, con cosas buenas hechas, perdió sus fuerzas, ganas y creatividad. En ese camino, nosotros y personalmente yo, soy quien está dispuesto a dar la batalla para resolver los principales problemas que tiene la ciudad.
—¿Cuáles considerás que son?
—La seguridad sobre todo, que no es solamente más policía. También hay una disparidad entre el centro y los barrios que se debe nivelar para arriba. Y no se aprovecha todo el potencial de la ciudad. Quiero que Rosario sea el principal motor económico de la provincia.
—¿Cómo se logra?
—Presentamos un paquete de medidas con base en la Rosario segura, integrada para todos, y la del futuro y la innovación. Son los puntos centrales para que la ciudad crezca definitivamente, porque el socialismo propone una agenda, por así decirlo, berreta de políticas públicas. Nosotros consideramos que se debe tener la capacidad de asumir que somos la segunda ciudad del país, que tenemos una potencia enorme, y hay que animarse a pensar en un futuro a mediano y largo plazo, mejor que el que tenemos. Son decisiones que no dependen tanto del financiamiento, sino de tener claro hacia donde ir.
—¿Cómo es el camino hacia una Rosario segura?
—Soy de los que creen que el intendente de la segunda ciudad del país tiene que ser el que lidere la política de seguridad, coordinando con otros niveles de gobierno. Por ejemplo, con la policía provincial, que también es un problema porque más allá de que haya buenos policías, tenés un nivel de corrupción muy alto y no se tomaron decisiones como purgas profundas para limpiar una institución que tiene que cuidarnos. También coordinar con el gobierno nacional para aumentar las fuerzas federales, crear más juzgados federales. Y una gran inversión en tecnología, en obra pública para abrir calles, iluminar parques, plazas. Intervenir en situaciones de conflicto con una patrulla urbana para llevar tranquilidad a los vecinos que se enfrentan a cuidacoches solos, porque nadie los cuida. Es una visión más integral de la seguridad la que planteamos.
—¿Cómo se integra con la parte social?
—También hay que mirar eso, el costado social, porque ahí está el futuro. La educación, el deporte, la cultura y la lucha contra las adicciones también son todas competencias municipales. La droga te deja por un lado violencia y por el otro, una malla de contención de muchos chicos, rota. Ahí se debe trabajar en red con lo que ya está: la parroquia, el templo, la ONG, el club, la fundación.
—¿De qué manera?
—Tienen que ser todos convocados a una misma mesa para que los actores de cada barrio sepan que, más allá que todos tengan objetivos distintos, el fin en común que es la contención, la respuesta y no dejar solo a nadie, se comparte. Donde hay un búnker, tenemos que generar un club, una plaza, un centro de capacitación en oficios.
—La contención es fundamental, ¿en materia de adicciones qué plantean?
—La política de lucha contra las adicciones fracasó también. Hay que lograr que el recuperarse en Rosario sea una realidad. Nosotros proponemos un servicio de atención 24 horas en cada efector público con especial capacitación. Y una línea de asesoramiento y contención, porque hoy una madre, principalmente en los barrios alejados del centro, casi que no tiene una chance de que alguien le de una cama para que su hijo adicto se recupere. Es un problema de salud publica que también necesita una mirada integral. Sabemos reconocer lo que se hizo bien, pero en el camino hay muchas deudas y este gobierno no pudo adaptarse a las demandas de una ciudad que no es la misma que años atrás.
—La propuesta del observatorio laboral, ¿a qué apunta?
—La idea es conocer en qué capacitamos y si eso es lo que se demanda. A través de un trabajo en conjunto con la UNR, el observatorio va a relevar el mercado laboral y me va a decir los diez empleos más demandados hoy son estos, y empezamos a capacitar en esos oficios. De acá a unos años, puede cambiar la demanda y uno se va adaptando para prestar un servicio eficiente.
—Otro de los ejes es la ciudad integrada, ¿cómo se logra?
—Se necesita tener un transporte público con buena frecuencia, que llegue a horario, con unidades limpias, que tengan calefacción, aire acondicionado. Es fundamental para que no haya vecinos que no se sientan parte de la ciudad porque después de determinado horario, se quedan sin colectivo. La política de movilidad tiene que estar centrada en la persona. Lo que Rosario tiene implementado a medias, debe pensarse estratégicamente. Tenemos un poquito de cada tipo de movilidad, y en su conjunto no funcionan bien. El colectivo tiene que generar confianza y que, en vez de que el usuario se baje, se suba.
—¿Qué medidas se tienen que aplicar para ello?
—Hay que ampliar la red de metrobuses, eso va a permitir aumentar la velocidad comercial y que el pasajero llegue más rápido a destino. Se deben fortalecer los recorridos primarios y con los secundarios, que son aquellos que llegan a lugares más alejados, hay que trabajar mucho con la tecnología y el transporte a demanda. Vos preanuncias tu viaje y el municipio sabe que en determinada zona ese día tiene una cantidad X de pasajes y necesita destinar en determinado tiempo, tanta cantidad de coches. Eso es pensamiento estratégico, planificación. A medida que recuperas la confianza, subís más pasajeros y tenés más corte de boleto y eso es mejor financiamiento.
—¿Cómo se logra esa planificación, utilizando nuevos programas?
—Sí, apostando a otras aplicaciones, como Waze. A través de convenios podés tener toda la información al respecto de los distintos flujos de tránsito. Todo eso es de vital importancia para que puedas ordenar la ciudad. Entonces, si unas calles colapsan en la hora pico, podés empezar a derivar a otras arterias. También queremos que cada persona, a cinco cuadras de su casa, tenga una red de ciclovías a la cual pueda conectarse. Que sean seguras, puedas saber dónde ir con la bicicleta. Los problemas que tiene el colectivo, es de hace 15 años. Hay que romper el circuito de malas decisiones y darle más calidad al transporte publico.
—¿Cuál otra sería una buena decisión?
—Por ejemplo, la ciudad recuperó la zona franca boliviana que está en una zona estratégica. Entonces, además de pensar que ahí puede estar el Mercado del Río, ¿por qué no podemos pensar en que esa tiene que ser la cabecera de una estación multimodal de transporte publico? Para que ahí conectes los colectivos, un sistema de trenes regionales, que aproveches el río…
—Además de la ideología, ¿qué te diferencia de los otros tres candidatos?
—Yo tengo la decisión política de hacerme cargo de los problemas. La actitud de la actual intendencia, que no va a cambiar ni con Javkin ni con Sukerman, es la culpa en el otro. Siempre. Si hay problemas de seguridad, transporte, obras, nunca es culpa del intendente. Pero el intendente tiene que estar al frente, invertir bien, establecer prioridades, cuidar el bolsillo de los rosarinos.
—Pero de ganar las elecciones, va a existir un encuentro entre todos, ¿no?
—Sí, planeamos convocar a los demás. Tenemos diferencias, venimos de espacios políticos distintos, pero cuando se termina una elección, los adversarios circunstanciales tienen que ser socios para construir un futuro. Eso lo he hecho siempre. Igualmente, más allá de la convocatoria al diálogo, no nos quita pensar que tenemos proyectos distintos, y somos los únicos que podemos garantizar una evolución en la ciudad de Rosario, que nos permita sostener lo bueno y encarar con decisión aquello que no se hizo o no se desarrolló bien.
—¿Hay una correlación entre quién es Rodrigo López Molina dentro y fuera de la política?
—La política es casi como un estado civil, involucra toda tu vida aunque no lo quisieras. No es un trabajo donde apagás el teléfono y al día siguiente seguís. Es una demanda constante y está bien que así sea, porque esa es la función de quien está en el servicio público. Yo lo disfruto, lo vivo con pasión, con vocación, pero inevitablemente terminás involucrando familia y amigos. Yo tengo una nena de dos años y medio y también uno piensa en ella. Pero tengo la absoluta certeza de que estoy en el lugar que quiero porque siento que después de 10 años de preparación, de tener diagnóstico, propuestas, equipos, tengo la oportunidad de ser intendente. No por acceder a un cargo, sino por el hecho de llegar a un lugar que con mayores herramientas nos puedan dejar, de acá a cuatro años, una ciudad más unida, más segura, que piense en el futuro.
—¿Hay frustración?
—Es una carrera de resistencia, y hay días donde uno tiene que resistir la posibilidad de la frustración, como en todos lados. Pero al otro día uno ve el resultado de algo que venía haciendo y eso también suma. Creo que uno tiene que tener la cabeza y el espíritu preparado para mantenerse equilibrado.
—¿De dónde sale eso?
—Me lo transmitió mi papá. Él falleció hace un año, era capitán de ultramar. Era un tipo que le tocaba capitanear un barco cruzando el Atlántico, con una tormenta con olas de 20 metros de altura, y él me trasladó algo que es esa posibilidad de mantener una cabeza fría, equilibrada, en momentos de mucha tensión. Creo que el intendente de la ciudad tiene que tener esa característica. Se trata de una ciudad compleja, difícil, pero con enormes posibilidades, y exige una persona que esté dispuesta a mantener el control y la tranquilidad aun en situaciones difíciles. La primera respuesta no debe ser desesperarse o echarle la culpa a otro. Es una cualidad que heredé de él, y que para este momento es vital.