Para CLG por Fernando Cesaretti
En la década del setenta y primeros años de la del ochenta, Poli Román y Pily Ponce hacían diariamente por LT8 de 13 a 15 horas., «El Expreso de Poli», un programa que constituyó un hito musical y cultural para muchos jóvenes y adolescentes rosarinos.
“A ese programa de radio, los pibes que éramos estudiantes secundarios en ese tiempo de silencio de la dictadura, le debemos nada menos que la aparición de un mundo nuevo e inesperado en su contexto. Al escucharlo cada tarde íbamos configurándonos como adolescentes, esa edad en la que nos independizamos del gusto musical de nuestros padres y comenzamos a buscar nuestra identidad en la música, la ropa, las lecturas. Como se sabe, esos años no eran fáciles para quienes estaban en los medios de comunicación. Censura, presiones, tipos que bajaban línea y letra. Por eso siempre me gusta recordar los pequeños vericuetos que encontraba Poli para saltar ese cerco. Un primer recuerdo es esa práctica de anunciar una canción y en realidad pasar otra. Anunciar un corte de difusión de Valeria Lynch, por ejemplo, que no molestaba a los interventores de turno y pasar en su lugar una canción de Pappo’s Blues. Es decir, la lista de canciones que iba a Sadaic era la que el Comfer de su época recomendaba pero la música que nos regalaba a sus oyentes era la que él quería que escucháramos. Cumplía con la parte burocrática que le exigían pero a nosotros nos regalaba una realidad llena de lo que considerábamos buena música. No estoy diciendo que Poli Román fuera un héroe de la resistencia a la dictadura. Era un empresario que usaba muchos (todos los que podía) trucos publicitarios para engancharnos, para tenernos ahí, al pie. Y lo lograba. La cuestión es que aquí la aparición de un rédito comercial no envilece para nada su trabajo. Era un empresario, un promotor cultural dirían ahora, que manejaba su negocio y al mismo tiempo nos mostraba un mundo. O mejor aún, su negocio consistía en mostrarnos un mundo nuevo, el de la cultura rock. Organizó recitales, fue manager de bandas, hizo radio, televisión, editó una revista, tuvo una disquería. Todas profesiones que, más o menos bien manejadas, pueden ser fructíferas tanto económica como culturalmente”, testimonio de Marcelo Rossia.