Para CLG por Fernando Cesaretti
Hasta la década de 1960 era costumbre en Rosario celebrar la fiesta de bodas en las casas de familia, de preferencia en la de los padres de la novia. El ritual del casamiento no estaba completo si los contrayentes no se fotografiaban junto a los regalos recibidos, a los cuales durante el desarrollo de la fiesta se les destinaba un lugar preferencial de exposición, donde –según la viñeta costumbrista de Héctor Gagliardi- los invitados “entran a mirar y a controlar si está el suyo, que contemplan con orgullo y lo vuelven a tocar… para, de paso, arreglar un poquito la tarjeta, que al torcerse de coqueta ¡ninguno se va a enterar!”