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Rosario, el punto de encuentro entre Manuel Belgrano y el Día de la Bandera


La historiadora local e investigadora del Conicet Marcela Ternavasio cuenta detalles de este significativa fecha para los rosarinos

La Bandera Nacional, creada por Manuel Belgrano, fue enarbolada por primera vez en Rosario, a la vera del río Paraná, el 27 de febrero de 1812 y fue adoptada como insignia patria el 20 de julio de 1816 por el Congreso de Tucumán. Pero no fue hasta 1938, que el Congreso Nacional sancionó la Ley 12.361 y estableció el 20 de junio, aniversario del fallecimiento de Manuel Belgrano, como Día de la Bandera.

Hoy se conmemora nuevamente esta fecha patria que marca el comienzo de lo que fue el movimiento revolucionario que liberó a nuestro país del dominio español. Si bien la jornada es muy importante para todo el territorio, los rosarinos tienen una relación especial con la enseña patria.

Para recordar aquellos días que tenían como protagonista al abogado, político, militar y propulsor de proyectos económicos que desencadenarían en la Revolución de Mayo, CLG repasa una entrevista con la historiadora local Marcela Ternavasio.

«Lo habitual es el conmemorar el día de la muerte de los próceres que formar parte del panteón de héroes, y en este caso, por tratarse de Manuel Belgrano, que es el que crea la bandera que se convierte luego en la bandera de la República Argentina, el día de su muerte, que fue precisamente el 20 de junio, se conmemora como el Día de la Bandera», explicó la docente universitaria. Según mencionó, ese 20 de junio de 1820, fue un día «muy paradigmático», debido a que «Buenos Aires estaba en plena anarquía con tres gobernadores en simultáneo, después de que cayera el poder central».

Ternavasio detalló el contexto en el cuál surgió la bandera que luego se expandió por todo el país: «Belgrano tuvo un conflicto con el Triunvirato, que era el gobierno en el momento en el que él crea esta bandera patriótica en las barrancas de Rosario, porque a comienzos de 1812, nuestro gobierno era provisional después de que en 1810 la Primera Junta y los sucesivos gobiernos habían jurado fidelidad al Rey Fernando XII, y por lo tanto su autoridad la asumían en calidad de tutela de la soberanía del monarca que estaba cautivo en manos de Napoleón».

«Por lo tanto, la creación de una bandera podía ser conflictivo en la medida en que no habíamos ni declarado la Independencia ni nos habíamos nombrado como un estado soberano, lo que recién ocurre en 1816», fundamentó la investigadora del Conicet, y siguió: «En el fragor de la guerra y en el marco de una España que estaba pasando por momento de constituyentes, es decir, que estaba debatiendo una carta constitucional que incluía también a América, el gobierno del Triunvirato decide no enarbolar la bandera y se dio un período donde no se enarboló ni la bandera creada por Belgrano ni tampoco la creada por el pabellón español. Esto muestra muy bien las antigüedades políticas y bélicas del momento».

«Luego, con la asamblea de 1813, la bandera va a ser la que represente la causa revolucionaria y se convertirá mucho más tarde en la bandera nacional, porque va a coexistir y convivir con distintas banderas provinciales ya que la República Argentina se unifica recién en la segunda mitad del Siglo XIX, y a partir de allí esa bandera representará a la unidad nacional y será, por otro lado, el punto de partida de la construcción de la nacionalidad», expuso la doctora en historia.

Más allá de la discusión que existe sobre qué colores tenía la bandera y a qué remitían estos, comentó que «lo cierto y fundamental es que para los ejércitos tener una bandera servía para que pudieran reconocerse los soldados dentro del campo de batalla». «Tener una bandera que los identificara cumplía en gran parte esta función, de flamearlas en plena lucha y poder saber donde uno está parado en medio de la estrategia épica».

En cuanto al papel que tuvo el creador de la enseña nacional en la Revolución de Mayo y la historia argentina, sostuvo: «Como todos los héroes que forman parte de nuestro panteón, también existe una construcción mítica en torno al papel del personaje. Es una figura llamativa, porque, como se ha destacado tantas veces, ocupó altos cargos militares para los cuales no estaba preparado y frente a los cuales fracasó sistemáticamente. Y sin embargo, nunca se lo cuestionó de ese panteón de héroes».

«Belgrano, tratándose del hijo de uno de los hombres más ricos de Buenos Aires, asume el compromiso con la revolución y en ese sentido ocupó todos los cargos posibles: primero durante la época colonial regresa de estudiar derecho de España y se convierte en secretario de Consulado, siendo un funcionario de la corona; después asume como miembro de la Primera Junta; luego va a ocupar cargos encumbrados dentro de los ejércitos, tanto en la Expedición Libertadora al Paraguay y más tarde en el Ejército del Norte; y también ocupa cargos diplomáticos. Tiene una amplia trayectoria de compromiso con el nuevo fenómeno revolucionario que se erige en 1810″, manifestó Ternavasio.

Por último, la historiadora analizó la relación de Rosario y el Día de la Bandera: «Nuestra ciudad tuvo una relación muy íntima y entrañable con su bandera y con Belgrano, porque básicamente, tratándose de una ciudad nueva nacida en el Siglo XIX, que crece al calor de la inmigración y que no tiene un mito de fundación como el resto de las ciudades más antiguas de la época colonial, de alguna manera, la creación de la bandera en las barrancas de Rosario le da una suerte de identidad a la ciudad como se la da después la construcción del Monumento a la Bandera».