Luciano Marraffini reside hace más de 20 años en Estados Unidos y ya fue incorporado a la Academia Nacional de Ciencias en 2019
Luciano Marraffini, egresado de la Licenciatura en Biotecnología de la Universidad Nacional de Rosario, fue incorporado a la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos en 2019 por sus investigaciones en sistemas CRISPR-Cas, una herramienta molecular utilizada para “editar” o “corregir” el genoma de cualquier célula. Actualmente es profesor y director del Laboratorio de Bacteriología de la Universidad Rockefeller, ubicada en Nueva York.
Marraffini es reconocido por ser uno de los primeros científicos en dilucidar cómo funcionan los sistemas CRISPR-Cas a nivel molecular. «No sólo los humanos nos infectamos con virus, sino que las bacterias también. Para defenderse crean sus propios sistemas inmunes y este es uno de ellos», reconoce.
Las bacterias tienen enzimas, las cuales se llaman nucleasas y poseen la habilidad de cortar el material genético del virus que ingresa en la célula. Marraffini comentó que es una manera muy directa de defenderse y «ni bien el virus introduce su material genético en la bacteria, esta utiliza CRISPR-Cas para cortarlo y así terminar la infección».
En 2006 comenzó a investigar cómo funciona este sistema en bacterias y constituyó su trabajo de PosDoc en base a esta curiosidad. «La razón por la que hace 15 años que estudio CRISPR-Cas es porque no sólo es un sistema inmune, sino que es una colección de distintos sistemas inmunes, entonces siempre hay uno nuevo que estudiar. Además, durante ese lapso, CRISPR-Cas tomó una notoriedad mucho más globalizada debido a que estos sistemas se pueden transportar y poner en células humanas, llevando a cabo lo que se denomina como edición genética. Se convirtió en una herramienta para la ingeniería genética como ninguna otra, porque es muy fácil de usar y eso le dio un gran interés en la comunidad científica», expresó.
De la UNR a la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU.
Marraffini ingresó a la Licenciatura en Biotecnología en 1993 y se recibió en 1998. «Mis recuerdos sobre mi paso por la Universidad son todos buenos. Con lo que más me quedo son con los amigos que uno hizo en esa época y que sigo en contacto. También conocí a mi esposa, así que es algo que me marcó mucho», dijo.
El investigador subrayó que la Licenciatura en Biotecnología fue muy exigente, pero a su vez muy completa. «Recuerdo que los primeros años, la carga horaria era tremenda. Pasábamos mucho tiempo en la facultad, estábamos casi todo el día. La intensidad del programa hizo que aprendiéramos un montón, algo que fui valorando con el correr del tiempo. Los últimos años se hizo más sencillo y disfrutable, porque al principio los contenidos eran más centrados en matemática y física, y con el pasar de las materias se iba llegando a lo específico de la carrera», contó en diálogo con el portal web de la UNR.
Luego de finalizar sus estudios de grado, optó viajar a Chicago para continuar su desarrollo profesional. «En su momento tuve la posibilidad de ir a estudiar al European Molecular Biology Laboratory (EMBL) que tiene laboratorios en Heidelberg, Alemania. Fui a una entrevista, pero al no hablar el idioma, me pareció que iba a ser difícil vivir allí. A su vez, tenía algunas ofertas de distintas universidades de los Estados Unidos, y aunque nunca había estado en el país, me pareció que iba a ser lo más indicado. Fue una decisión que tomé con la lógica de un chico de 25 años, sin pensarlo tanto. Lo que sí, una vez elegido el país, me incliné por la Universidad de Chicago por su trayectoria académica pero también porque había una docente argentina con la que pude entablar un diálogo a través de Diego De Mendoza, un docente de la Facultad de Bioquímicas de la UNR», aseguró.
Una vez finalizado este trayecto, el biotecnólogo siguió en esa ciudad haciendo su posdoctorado. Finalmente, en 2010, se unió a la Universidad Rockefeller para continuar estudiando la inmunidad CRISPR-Cas.
Marraffini ingresó a la Academia Estadounidense de Microbiología en 2017 y es miembro de la Academia Nacional de Ciencias desde 2019. «Es un gran honor, sobre todo porque soy relativamente joven para ingresar a la Academia de Ciencias. Es realmente un reconocimiento al trabajo que vengo haciendo, dando cuenta que tuvo un gran impacto. Sirve para validar lo que uno está haciendo en el presente y lo que se proyecta a futuro, nunca me hubiera imaginado que a esta edad iba a tener semejante distinción», destacó.
Ser investigador, ese sueño que se volvió realidad
El profesor de la Universidad de la Universidad Rockefeller manifestó que siempre tuvo una gran curiosidad por la ciencia desde aquellas primeras lecturas en la Revista Muy Interesante. «La recibía todos los meses y la leía con detenimiento. Siempre tuve una orientación innata por la ciencia y cuando terminé la secundaria me decidí por la Licenciatura en Biotecnología porque era realmente lo que quería hacer. Por lo que no me sorprende todo el camino que he recorrido porque desde pequeño supe que era lo que me gustaba».
Cambiar de país es siempre un desafío, especialmente para un joven que está persiguiendo su sueño. Marraffini, que lleva viviendo más de 20 años en el país que hoy preside Joe Biden, manifestó que fue «un cambio grande pero finalmente uno se acostumbra a todo». Sin embargo, hay cosas que no se pueden suplir. «Soy muy hincha de Newell’s, y extraño mucho ir a la cancha. Es algo que definitivamente acá no se puede hacer».
El Biotecnólogo admitió que si bien no era un experto en el manejo del inglés, la Licenciatura le sirvió para poder animarse a encarar este desafío en el exterior. «Durante los últimos años, casi todo el material era en inglés, por lo que leer papers y libros para la facultad me ayudó mucho. Creo que la ciencia tiene la ventaja de que por más que no manejes a la perfección el inglés, puedas vincularte con distintas palabras y conceptos, lo que facilita todo».
Sin embargo, ser investigador no es un camino simple, sino que está lleno de interrogantes y contratiempos. “Ser investigador es difícil, pero es como toda pasión: si hay algo que a uno le gusta hacer hay que ponerle las energías a eso, no tanto para conseguir premios o publicaciones en revistas importantes sino para disfrutar cada momento. El 90 por ciento de los experimentos no funcionan por algún motivo, pero eso es parte del disfrute de la ciencia también, hay que tener siempre en primer plano que uno está haciendo lo que le gusta».
Fuente: www.unr.edu.ar