Adriana Sisto es licenciada en Bellas Artes en la Escuela de Bellas Artes de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario
Por Sofía Dalonse – EQC Noticias / CLG Noticias
Hay quienes no pueden concebir su paso por este mundo de otra manera que no sea haciendo arte. Adriana Sisto es un claro ejemplo de ello. Escultora, licenciada en Bellas Artes en la Escuela de Bellas Artes de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Talentosa, empapada de conocimiento y revolucionaria como pocas.
Fue reconocida como artista distinguida de la ciudad por su obra en espacios públicos. Su proyecto «Los árboles rescatados del olvido» fue declarado de interés municipal, cultural y turístico por el Concejo de Rosario. Una mujer que «vive por y para el arte». Lo lleva en la sangre, en su andar; es parte de su naturaleza.
El arte como estilo de vida
La artista rosarina recordó su infancia y contó: «Desde chica veía personas en los árboles sobre todo cuando estaban sin hojas, fantaseaba con que eran personas que, por alguna razón, habían sido encantadas. Dibujaba siempre árboles desprovistos de sus hojas, mi mamá me preguntaba por qué siempre dibujaba árboles muertos y yo respondía que no estaban muertos, sino dormidos«. Su pasión por el arte siempre estuvo latente y, poco a poco, fue descubriendo su faceta de escultora, que se convirtió en su «motor de vida».
Tras cambiar varias veces de empleo y comenzar a estudiar arte,se anotó en la feria de artesanos de plaza Sarmiento y empezó a modelar figuras humanas en arcilla y duendes en masilla epoxi para vender.
«En plaza Sarmiento, en la esquina de Corrientes y San Juan, había un ciprés pequeño que estaba seco y cuando llegaba a la plaza para armar mi puesto, iba a saludar a mi amigo árbol y le preguntaba ¿por qué se había suicidado?», relató Sisto.
Y continuó: «Un día hubo una tormenta y cayeron muchos árboles en la plaza, fuí a ver a mi amigo con temor de encontrarlo en el suelo; pero seguía allí, de pié, erguido, solo una ramita quebrada. Pedí permiso y lo llevé a mi puesto; con un cuter la empecé a limpiar y a sacarle la corteza. Era una horqueta de unos 20cm. y, al terminar, descubrí una pequeña mujercita en mis manos. Fue mi primera escultura y, desde ahí, la madera me atrapó para siempre«.
El proyecto mágico se hizo en realidad
Allá por el año 1998, Sisto se movilizó al escuchar en la radio que iban a sacar los árboles secos de los espacios públicos para reemplazarlos por árboles vivos. «Pensé en mi amigo, seco, de pié, esperando algo más después de la vida. Sentía que si lo sacaban lo estaban condenando y para extender su estadía en la tierra, se me ocurrió tallarlo. Allí, de pié«, expresó la artista.
Y agregó: «Sólo quería salvarlo. No sabía ni qué iba a hacer. Saqué unas fotos y las llevé a parques y paseos con una nota pidiendo permiso para tallarlo. La historia es larga, la burocracia lo es más».
Unos meses después, la escultora recibe un llamado de «Chiqui» González, diciéndole que le había llegado un expediente por el árbol de plaza Sarmiento. «Ella entendió la historia y me preguntó qué necesitaba. Le dije nada, solo el permiso, y lo firmó», dijo. El 22 de noviembre de ese mismo año, Sisto se paró delante del ciprés con algunas herramientas. Estuvo un instante contemplando el contexto, hasta que vio una mujer en sus vetas, y un hombre del otro lado. Así surgió la obra «Renacer», la cual coronó su proyecto «Los árboles rescatados del olvido».
«Se cerró el misterio de los árboles encantados en algún tiempo», expresó emocionada.
Tras el proyecto llegaron los viajes y los simposios de escultura. Recorrió el país, representando a la ciudad en Tierra del Fuego, Chaco, Neuquén, Chubut, Tucuman, Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Santiago del Estero.
«Mi mejor canción es poner en marcha mi motosierra», expresó. En el año 2000 junto a un grupo de creadoras, restauraron la sala donde hoy funciona la Biblioteca del Paraná, en la Bajada España, y allí comenzó a dictar talleres de tallado en madera y pintura hasta el 2010.
«Ahora tengo mi Casa-Taller donde enseño dibujo, pintura y escultura. Pero más que nada, intento transmitir la pasión y pasar la antorcha. Mis manos nunca se detienen, soy muy inquieta«, dijo la artista, quien se autodefine como «plural y curiosa».
Según detalló, hace murales pintados y con tapitas plásticas, esculturas en arena, da charlas en escuelas, talleres para adultos mayores, origamis, escribe poesía; entre otras tantas cosas.
Actualmente, tiene un emprendimiento de muebles de cartón reciclado: «Junto el cartón de la calle y lo reutilizo, estoy armando las obras para una instalación con el fin de concientizar sobre esta cuestión y la reducción de residuos«
Y concluyó: «Todos los personajes tienen corazones de madera porque el alma, tanto del cartón como la mía, son los árboles y, reutilizándolos, le salvamos la vida» .