Se trata del mayor tratado comercial jamás alcanzado. Bruselas intenta alcanzar alguna salida para desencallar la ratificación del pacto
Tras casi dos décadas de negociaciones, la Unión Europea (UE) y el Mercosur cerraron el mayor tratado comercial jamás alcanzado. Sin embargo, resistencias de grupos liderados por Francia y Austria ponen en jaque su aplicación. Quienes se oponen, sostienen que el pacto mina los objetivos climáticos de la UE. En este sentido, desde Bruselas abordan con los Veintisiete posibles salidas a esa crisis, que fuentes comunitarias ven irresoluble hasta después de las elecciones francesas de 2022.
El pasado jueves, Bruselas mantuvo una reunión informal con secretarios de Estado de Comercio de los Veintisiete para buscar soluciones. El acuerdo comercial daría acceso a las empresas europeas a un mercado de 260 millones de consumidores.
El Gobierno austriaco, integrado por el Partido Popular y Los Verdes, trasladaba esta semana a Lisboa su decisión de rechazar el acuerdo al considerar que exacerbará el proceso de deforestación de la región del Amazonas. Austria se sumaba a las tesis de Francia, que el pasado verano se valió de un estudio encargado a un grupo de expertos que también llegaba a esa misma conclusión para exigir a Mercosur más garantías de que cumplirían con todos los requisitos sanitarios y medioambientales.
Según fuentes diplomáticas, en la reunión del jueves también expresaron sus reparos Países Bajos, Irlanda y Bélgica, cuyas autoridades ya se han pronunciado contra el pacto. Alemania en ese encuentro se decantó por el sí, aunque esa posición siguen liderándola España, Portugal y los países nórdicos, en especial Suecia.
Bruselas quiere encontrar una vía que evite el derrape de un acuerdo que serviría en bandeja ese enorme mercado a China, que hace tiempo que llama a la puerta de la región.
La posición austriaca hizo que Bruselas pusiera sobre la mesa todas las opciones posibles, aunque fuentes comunitarias descartan que sea viable reabrir un acuerdo que se alcanzó tras 20 años de arduas negociaciones. Además, ese documento en el que trabajan varias direcciones generales debe poder ser aceptado por los países de Mercosur, que empiezan a impacientarse por la espera. En una entrevista con Financial Times, el ministro de Exteriores de Portugal, Augusto Santos Silva, advirtió de que la vía muerta en la que se halla el proceso de ratificación pone en peligro la “credibilidad” de la UE como socio comercial.
Desde su firma en junio de 2019, el acuerdo de asociación ha sido objeto de una intensa campaña en contra por parte de las organizaciones ecologistas. Estas creen que el pacto solo favorecerá la lesiva política del líder brasileño Jair Bolsonaro contra el Amazonas. Bruselas ha podido comprobar con Mercosur las dimensiones reales de la ola verde que ha recorrido las calles y las elecciones de Europa. Sin embargo, algunos socios creen que hay países que ondean la bandera del ecologismo para esconder la del proteccionismo.
En la reunión de este jueves, algunos socios también plantearon los efectos que el pacto puede tener en su industria ganadera. Sin embargo, la Comisión ahí tiene sus razones bien amarradas. El pacto reduce los aranceles para una cantidad de hasta 99.000 toneladas de carne de vacuno. La UE ahora importa alrededor de 200.000 toneladas, por lo que la Comisión cree que esa rebaja no significaría un aumento de las ventas. Además, el Ejecutivo comunitario recuerda que la mayor parte del vacuno que se importa no procede de Brasil.