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Representaciones y verdades de la Revolución de Mayo, 209 años después


Al conmemorarse un nuevo aniversario del 25 de Mayo, CLG habló con un historiador sobre lo que pasó aquella histórica semana. Cuáles son los imaginarios sociales al respecto y los hechos concretos

Por Gina Verona Muzzio

Este sábado se cumplen 209 años de aquel 25 de Mayo de 1810, día que el pueblo argentino recuerda como fecha clave de la “Revolución de Mayo”. Independencia, identidad, colonialismo, Cabildo, patriotas, Nación, son algunas de las palabras más nombradas para referir a ese hecho, que sin dudas es uno de los más importantes de la historia argentina. Para rememorar los sucesos y despejar algunas dudas sobre lo que comúnmente se enseña en la escuela, en la casa, en la universidad, Con la Gente habló con Ignacio Martínez, doctor en Historia y profesor de esa carrera en la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

Más allá de lo que pasó, como todo acontecimiento histórico vinculado a la identidad colectiva argentina, lo que representa es algo diferente. Como siempre, el pasado se ve a partir del presente, con las preocupaciones del presente. Entonces, en el caso del 25 de Mayo, lo que representa es diferente a lo que ocurrió. Eso nos pone a los historiadores en una situación complicada, tenemos que dialogar constantemente con las representaciones que hay del 25 de Mayo, y al mismo tiempo tenemos la responsabilidad de mostrar lo que nosotros creemos que ocurrió”, indicó Martínez a CLG.

Para el común de la ciudadanía, el 25 de Mayo representó “un momento de nacimiento de una idea de pueblo argentino, el nacimiento de la Nación”. Sin embargo, el historiador detalla los acontecimientos y explica que lo que pasó es algo bastante diferente. Esa semana de mayo, se reunieron los miembros del vecindario de Buenos Aires “para ver qué hacían con el virrey nombrado por una autoridad española que ya no existía”.

“No se hablaba de Nación en ese momento, los representantes eran solamente porteños y estaban pensando qué hacer como capital del Virreinato, no como miembros de una futura Nación”, expresó Martínez. Por eso, lo que hicieron fue formar una Junta, desplazar al virrey y a partir de ahí informar a los demás integrantes del Virreinato del Río de La Plata. “La junta se proponía gobernar a nombre de Fernando VII, que estaba cautivo de Napoleón, y conservar su soberanía hasta que fuera liberado o Napoleón derrotado. Este es el discurso oficial con el que la Junta sale en una expedición armada -porque sabían que iban a tener resistencia-, a avisar a las demás ciudades que había cambiado la autoridad”, relató el especialista.

En este sentido, Martínez contó que no todas las ciudades obedecieron a esta decisión de Buenos Aires. “Córdoba se rebela, porque competía siempre con Buenos Aires por la preeminencia en el Virreinato. Ahí ocurre este famoso hecho en el que fusilan al gobernador Liniers y casi fusilan al obsipo. Otra que se rebela, también por una cuestión de competencia, es Montevideo, que queda como foco realista. Otra región es Paraguay. Lo primero que quiere hacer la Junta es mantener unido al Virreinato y no lo consigue, se empieza a separar”, especificó.

El doctor en Historia no descartó que entre los miembros de la Junta y quienes participaron de los acontecimientos de 1810 hubiera quienes tenían ideas más radicales y “podían pensar en la independencia, en nueva forma de soberanía más parecido a lo que había pasado en la Revolución Francesa. Pero, como pasa hoy en la política, eran facciones. Nadie sabía cómo iba a salir disparado. Todo lo que pasa a partir de ahí es mucho más complejo”.

Al ser consultado sobre por qué, entonces, se la considera una “revolución”, Martínez habló sobre el sentido que van cobrando las palabras a lo largo del tiempo y en determinado momento histórico. Afirmó que en esa época se hablaba de revolución, pero quizás no en el mismo sentido en el que, después de revoluciones tan fuertes como la rusa, la francesa o la cubana, se le da hoy. “Pensamos en una revolución como una inversión total, por ejemplo, del orden social; una conmoción en el orden político. Sin embargo, revolución tiene otros sentidos posibles, puede ser también en términos astronómicos la vuelta a algo, algo que se fue degradando y se hace una revolución para restaurar algo que se había perdido. Puede ser simplemente un golpe político, sin que cambie la estructura”, aseguró.

De esta manera, el historiador hizo alusión a otros sentidos que hoy no están tan vigentes, pero que en ese momento la palabra revolución todavía portaba. “La palabra que se usaba muchísimo es ‘regeneración’ política. Fundamentalmente, en las otras ciudades del interior del Virreinato. Preferían usarla en vez de revolución. Ahí está presente mucho más claro este sentido de restaurar algo que se vino perdiendo, degradando. Este cambio político servía para regenerar, recuperar una salud política. Entonces sí se puede hablar de revolución, pero es una revolución muy diferente a la que entendemos nosotros”, concluyó.

La historia que nos cuentan

Desde que un argentino tiene memoria, en la escuela, en la calle o en la casa le hablan de la “Revolución de Mayo”. Al preguntarle a Martínez sobre cómo se transmite la historia en las instituciones, expresó que los manuales se han modernizado y gran parte de los mismos están escritos con esta nueva perspectiva. Esto se debe a que muchos de los que los escriben son investigadores. “Después hay que ver cómo se transmite en el aula, cómo el docente lee eso y qué idea transmite”, dijo.

“Tratándose del 25 de Mayo, el contacto con ese acontecimiento no es solamente en la escuela. En los actos, en las clases, en lo que se ve en televisión. Hay muchas lecturas, muchas imágenes flotando en el espacio público, en la familia y uno no puede saber bien qué es lo que llega. Sé que el viejo discurso de formación de la Nación, de formar una identidad nacional, cohesionar a través del 25 de Mayo es muy fuerte, porque además es más sencillo de decir. La tarea es tratar de, en el lenguaje más simple, ir presentando otras perspectivas sobre el 25 de Mayo”, analizó sobre su trabajo.

Haciendo referencia a la coyuntura actual

La coyuntura en la que se produjo la Revolución de Mayo es muy distinta a la que se vive actualmente. “El mundo estaba realmente conmocionado. En relativamente poco tiempo habían ocurrido la revolución en Norteamérica, la revolución francesa, Napoleón había conquistado toda la Europa continental, las monarquías estaban seriamente cuestionadas, el papel de la religión se estaba revisando constantemente. Había un clima de ideas y acontecimientos que hacían que todas estas pequeñas revoluciones, como la de Buenos Aires y otras que había habido en el Virreinato fueran chispas que podían generar grandes incendios”, aseguró el historiador.

La de este 2019, es una coyuntura muy diferente. “En términos del colonialismo, las relaciones que vinculan Argentina en términos asimétricos, políticos y económicos con las potencias mundiales son muchos más fuertes que antes. Antes había un rey, pero la verdad, conocía muy poco de lo que ocurría en este rincón remoto de su imperio. Hoy, los compromisos de las sociedades locales con ese modelo de relación asimétrica, imperialista o como se quiera llamar son mucho más fuertes. Soy un poco más pesimista con la posibilidad de hacer cambios tan rotundos como los del 25 de Mayo”, determinó. Y finalizó: “Sí que fue una revolución, no en el momento del 25 de Mayo, pero lo que terminó pasando fue revolucionario, cambió la sociedad, cambió todo el mapa político de Sudamérica y Latinoamérica”.