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Reflexión: Francia arde por el aumento de los combustibles


Carlos Duclos “Qui ne dit mot, consent”, dicen los franceses (“Quien no dice una palabra, consiente”). Y porque el francés no tolera ni consiente lo injusto y aberrante, lo que entorpece el derecho del hombre y sojuzga la dignidad humana, zse produjo la Toma de la Bastilla, nació la icónica y gloriosa Resistencia para expulsar al invasor nazi y se produjo el recordado y no menos paradigmático “Mayo Francés”. Gran parte del pueblo francés, ese que forma parte de la clase media, está enojado hoy y miles de franceses se han lanzado a la calle a protestar, incluso con violencia en muchos casos ¿La razón? El gobierno francés ha aumentado los combustibles. No puede decirse que esta sea la causa de fondo de la protesta, pero sí el percutor que disparó la bala. Los franceses, y en general los europeos, no quieren acostumbrarse a modos de vida indignos. El llamado “paro” en España (desempleo) enervó a muchos que de ninguna manera se han conformado ni se conforman (su cultura no se los permite) con los seguros de desempleo y de allí que, se recordará, hubo movidas en la Península Ibérica que dieron origen al famoso 15 M y a los llamados “Indignados”. Hoy, como en otras oportunidades de la historia, en Francia se levanta el siempre vivo espíritu de la Bastilla. Los galos de clase media, a diferencia de otros pueblos, no soportan la injusticia social y mientras puedan lucharán por impedirla. La francesa, está visto, es una sociedad combativa, que ningún régimen político, de centro izquierda o centro derecha, ha logrado adormecer o anestesiar. Cuando la política fracasa y oprime, no hay amigos políticos, no hay simpatía que pueda prevalecer. Las protestas en Francia cuando las medidas adoptadas por el poder son cuestionables no se hacen esperar: pasó con la reforma laboral desde 2016 y con la reforma en los ferrocarrilles hace pocos meses. Y todo esto en el contexto de un país con 68 millones de habitantes, una de las economías más fuertes de Europa y del mundo y una tasa de “riesgo de pobreza” (no pobreza estrictamente dicha) del 18 por ciento. Y es significativo aclarar que en Francia se considera pobre a quien percibe un salario menor a 1.000 euros mensuales. En muchas partes de Francia, en este mismo momento, los “chalecos amarillos”, y los sin chalecos, se movilizan por miles. Hay destrozos, incendios, detenidos, heridos. Es que han aumentado los combustibles, la vida es más cara, la dignidad se ve afectada y esto es “insupportabble. Allons dehors, monsieur” (insoportable, vamos afuera señor). Seguramente la violencia no puede ser justificada, pero tampoco la pasividad, la asombrosa resignación de otras sociedades que aceptan, sin más, la opresión del poder.]]>