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Recibe la médula en plena pandemia: «La gran revelación es el amor y la solidaridad»


Carolina Embón es una de las cuatro personas que podrán ser trasplantadas gracias al ingreso de células de Israel, Brasil y Alemania. Su historia

Por Matías Gregorio / Gina Verona Muzzio

En 2019, Carolina Embón recibió dos noticias que dieron un giro totalmente inesperado a su vida, a sus planes y aspiraciones. En un lapso de dos meses, su hijo fue diagnosticado con un tumor cerebral y ella, con leucemia. Desde entonces, su cotidianeidad fue transitar entre sanatorios, quimioterapias, internaciones y una lucha que le demanda mucha energía, pero que le permitió hacer grandes descubrimientos. “Me cambió cien por ciento todo. Empecé a disfrutar de las pequeñas cosas, a agradecer todas las noches que pasé un día más con mi hijo”, expresó en diálogo con CLG. En plena pandemia y con las fronteras cerradas, sucedió lo que parecía imposible: que llegara su donación de médula. Afirma que “la gran revelación de esto es el amor y el apoyo de todo el mundo”, desde los amigos y la familia, hasta un enorme grupo de personas que ni siquiera conoce. «Eso, entre tanta lucha, tanta angustia y demás, compensa la balanza», aseguró.

El nombre y la historia de Carolina recorrieron en los últimos días las portadas de los diarios argentinos y las pantallas de los principales noticieros, porque fue una de las cuatro personas que pudieron, en medio de la pandemia de coronavirus y pese al cierre de fronteras en muchos países del mundo, recibir la tan esperada donación de médula, que requiere para el tratamiento de su enfermedad. El arribo fue confirmado por el ministro de Salud Ginés González García tras muchas idas y vueltas, y la mujer llegó a pensar que no lograría conseguir su trasplante cien por ciento compatible y que tendría que buscar otro en Argentina, corriendo diversos riesgos.

“En julio del año pasado a mi hijo le diagnosticaron un tumor cerebral. Cirugías, quimioterapia, rayos. Un día, mientras lo estaba acompañando en su tratamiento de quimio, me sentí mal y bajé a la guardia del Fleni. Me hicieron análisis de sangre, tenía todos los valores alterados y me derivaron urgente. Saltó que tenía leucemia y quedé internada en terapia intensiva en el Instituto Fleming, que se especializa en enfermedades oncológicas. Fue en septiembre de 2019, dos meses después de que le diagnosticaron al gordo (su hijo). Estuve un mes y medio internada. Realmente fue durísimo: mi hijo estaba internado en el Fleni y yo en el Fleming. Íbamos transitando la lucha en paralelo”, relató Carolina a CLG.

Desde que fue diagnosticada con leucemia linfoblástica aguda, una variación de la enfermedad que implica una mutación del cromosoma filadelfia que complica un poco más el panorama, el objetivo fue hallar un donante compatible para ser trasplantada. Mientras Carolina se sometía a distintos ciclos de quimioterapia, se activaba la búsqueda de un donante. “El primer intento es con hermanos. Yo tengo una hermana, pero la compatibilidad fue sólo de un 3%. Entonces apareció un donante 100% compatible genéticamente conmigo, en Israel. Hasta ahí, era muy buena noticia, pero yo no estaba lista para el trasplante”, contó la mujer, oriunda de Buenos Aires.

Embón explicó que para recibir la transfusión de células madres es necesario tener una remisión total de la enfermedad. Por lo que con la esperanza de poder hacer la transfusión lo antes posible, continuaron los ciclos de quimio. “En enero dejó de hacerme efecto y cambiaron el tratamiento por una quimio oral, que empezó a bajar la enfermedad. Ahí fue cuando se empezaron a mover los papeles para traer la médula. Cuando se empieza a hacer la gestión, aparece el coronavirus, la pandemia y el cierre de fronteras”, detalló.

Ese momento fue dramático para Carolina. Le comunicaron que no se podía traer la médula de Israel y que había que buscar un donante que no fuera 100% compatible, en Argentina. “Que no sea tan compatible implica riesgos, rechazo del trasplante o posibles recaídas. Se empezaron a mover hilos por todos lados, con el Ministerio de Salud, con Cancillería, con el Incucai, el Fleming. Los medios difundieron también bastante”, enumeró Carolina. Los planetas se alinearon y esa cadena de participantes consiguió que las cosas funcionaran: el donante aceptó ir a donar a un hospital en Israel, en medio de la pandemia; ese país aceptó abrir sus fronteras, gracias a un trabajo incansable de las embajadas y la Cancillería argentina, y se consiguieron los vuelos y las conexiones para finalmente lograr que la médula llegase al país.

“La médula no pudo venir fresca, sino que se crioconservó. Viene congelada. Todo eso lleva un procedimiento especial. Pero finalmente, llegó”, relató Carolina aliviada. Sin embargo, recientemente recibió una mala noticia: “Me hicieron una biopsia y salió mal. Tengo que hacer un tratamiento, para el que la semana que viene me interno. Tengo que estar un mes, con unos anticuerpos monoclonales, que se importaron de Estados Unidos. Es una droga medianamente experimental, que no está muy probada en Argentina, pero dicen que es muy efectiva. Ésta haría que se lleve a la enfermedad a una remisión total”.

Carolina se someterá al tratamiento por vía endovenosa 24 horas al día, durante 28 días. “En un mes me hacen una biopsia de nuevo. Si hay remisión de la enfermedad, ahí sí puedo pasar a toda la preparación para el trasplante”, explicó. El proceso será duro, pero lo hará con la certeza de que la médula de un donante 100% compatible ya está en Argentina, guardada y congelada, para cuando su organismo esté listo para recibirla. “Eso da fuerza para enfrentar todo el procedimiento intermedio”, aseguró.

Antes de ser diagnosticada, Carolina trabajaba en un banco y transitaba el día a día con el apuro al que la época actual lleva a la sociedad a manejarse. “Vivía en la vorágine que tenemos todos cada día, no disfrutando, exigiéndome, siguiendo rutinas. Me la pasaba planificando a futuro. Hoy vivo el día a día. Agradezco que mi hijo está bien, que yo me siento bien. Empecé a disfrutar de las pequeñas cosas”, reflexionó.

“Lo otro que me impactó, me impresionó y me empuja para adelante es la solidaridad y el amor de todos. No sólo de nuestros conocidos. El círculo se fue ampliando, desde la comunidad del colegio de mi hijo, el club, el banco Comafi donde yo trabajo, amigos y familiares. Empezó a armarse un círculo más grande alrededor de gente desconocida. Todo el mundo queriendo aportar, todo el mundo queriendo ir a donar sangre, enviando mensajes de apoyo y amor. Descubrir eso es el gran cambio y la gran revelación de todo esto. El vaso medio lleno es el amor que recibimos y el apoyo de todo el mundo”, concluyó.

La salud de su hijo

Carolina también habló de la salud de su niño: «Ya terminó su tratamiento oncológico. Tuvo cuatro cirugías porque tenía un tumor bastante grande. Hizo seis ciclos de quimioterapia. En febrero tuvo una cirugía de urgencia, porque con la cicatriz de la primera cirugía se le hizo como un atrapamiento en el cerebro, que había juntado un montón de líquido y le tuvieron que hacer una neuroendoscopía para descomprimir todo. Él tiene una válvula. El tumor lo que provoca es un taponamiento y forma hidrocefalia, entonces tuvieron que ponerle una válvula de drenaje, que la tiene actualmente».

Con felicidad, la mujer contó a CLG que su hijo terminó su tratamiento de rayos hace dos semanas. «Hizo 27 sesiones de radioterapia y ahora está muy bien. Se está recuperando. Empezó con el colegio. Lo ayuda este tema de la educación a distancia, porque todos están en cuarentena. Está conectado con sus maestros y compañeros. La verdad que cognitivamente los médicos del Fleni son increíbles. Unas manos iluminadas. El gordo está muy bien. Ahora hay que esperar 30 o 40 días para hacerle la resonancia y ver los resultados de tanta lucha. Si ese tumor desapareció, disminuyó o lo convirtieron en un quiste. Eso lo vamos a saber en un mes más o menos», finalizó esperanzada.

La importancia de donar

Al evaluar todo lo que le tocó vivir y la importancia de haber recibido de otra parte distante del mundo lo que necesita para terminar con su padecimiento, Carolina destacó la importancia de donar. «Para la donación de médula, la verdad que el proceso es muy sencillo. Hay un registro mundial de donantes, una base de datos enorme, de millones de personas, que se hace a través de una extracción de sangre», explicó.

A través de esa muestra, luego se buscan compatibilidades genéticas. Si eso sucede, el posible donante es sometido a más estudios. «Al momento de la donación, el donante es preparado con unas vacunas que aumentan los glóbulos blancos, para tener mayor cantidad de defensas y de médula. Lo que se extraen son células madre, esa básicamente es la médula. Al receptor le llega como si fuera una transfusión de sangre, ante un proceso de limpieza de tu propia médula, te la transfieren y ese es el trasplante. Hasta que la médula del donante prende en el cuerpo, aproximadamente pasan quince días. Si todo sale bien la médula del donante empieza a producir glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas por sí sola. Sanas. Porque la médula de una persona enferma con leucemia produce glóbulos blancos enfermos, es decir, células malignas. En cambio, cuando a vos te transfunden la médula sana, empezás a producir células sanas», añadió Embón.

Carolina también hizo alusión a la donación de sangre. «Cuando estuve internada tantos meses, recibía transfusiones de diarias. Eso se obtiene de un banco de sangre del sanatorio en que estés o los piden a centros específicos. Esas transfusiones son de alguna persona que donó alguna vez sangre. Lo que está pasando ahora es que la gente no está saliendo para donar sangre porque tiene miedo de pisar un sanatorio, entonces empezaron a bajar los repositorios. Cuando necesitás una transfusión y no la tenés, es una crisis. De hecho, hubo sanatorios en los que los médicos y las enfermeras tuvieron que donar sangre», consideró.

«Es súper importante la concientización para donar sangre. Además, se toman un montón de recaudos: tenés el permiso para circular, las partes de hemoterapia están aisladas y resguardadas de todo lo que pueda llegar a tener algún riesgo con el contagio. La gente no tendría que tener miedo en la donación de sangre», dijo en referencia al miedo de contagiarse de covid-19.