Estaba internada desde hacía tres días con un diagnóstico dramático: hepatitis fulminante. La joven mujer presentaba —además de ictericia, el síntoma típico— signos de desorientación. La enfermedad, que se presenta de manera súbita, también le había comprometido funciones cerebrales. El trasplante de hígado era la única alternativa.
La flamante Unidad de Hígado del Hospital Privado de Rosario estaba en condiciones, después de dos años de puesta a punto, de llevar a cabo la intervención, que se realizó con éxito.
Andrés Ruf, coordinador del área (donde funciona la unidad de trasplante) comentó a La Capital que un numeroso equipo de profesionales actuó para salvarle la vida a la mujer (madre de dos niños) que se recupera lentamente de una situación extremadamente delicada. «La hepatitis fulminante es apenas el 10% de las causas de todos los trasplantes hepáticos. Se presenta de manera repentina. La persona se pone amarilla (ictericia), siente un cansancio muy profundo, y en este caso, además, se sumaron otras complicaciones a nivel neurológico como trastornos en el habla y desorientación».
«Se cumplió con todos los pasos que indica el Incucai y recibimos un llamado donde nos informaban que había un órgano, en la provincia de Entre Ríos», remarcó el profesional.
Andrés Ruf es médico gastroenterólogo, hepatólogo y especialista en trasplante hepático. El grupo de trabajo multidisciplinario está conformado por cirujanos especialistas en el área hepato-bilio-pancreática y trasplante hepático: Daniel Beltramino y Daniel Mahuad, además de la doctora Melisa Dirchwolf.
El resto de las disciplinas involucradas comprende a infectólogos, gastroenterólogos, anatomopatólogos, imagenólogos, nutricionistas, psicólogos, personal de laboratorio y enfermería. También, es clave el soporte especializado del Área de Anestesiología y Terapia Intensiva.
Cabe destacar que en la ciudad no existe unidad de trasplante hepático en los hospitales públicos y que los mismos derivan a sus pacientes que precisan esta intervención a las unidades aprobadas por el Incucai.
FUENTE: La Capital