En el Centro Comunitario El Progreso, de Abanderado Grandoli 3765, el dentista Roberto Nannini comenzó a plasmar su idea. Complicaciones económicas frenaron el proyecto, pero hoy las puertas volvieron a abrirse.
En 2005 el odontólogo Roberto Nannini se propuso, junto a otros colegas, acercar a los barrios un consultorio privado para personas de bajos recursos. Se ubicaron en Tablada y ofrecieron su trabajo sin costo. Sin embargo, el plan se vio frenado un tiempo por complicaciones económicas. Este año el consultorio volvió a abrir y CLG dialogó con el dentista, que contó qué siente al continuar con el proyecto del cual aseguró estar «enamorado».
En el Centro Comunitario El Progreso, de Abanderado Grandoli 3765, Nannini comenzó a plasmar su idea. «Nos propusimos dar todo tipo de respuesta, no sólo hacer extracciones, sino toda la odontología que se hace en un consultorio privado, con los mismos elementos y el respeto», aseguró sobre el lugar que abrió definitivamente en 2006.
En un principio trabajaba junto a «chicos recién recibidos de la facultad» y luego, «cada uno fue haciendo su camino». Él continúo y en esta etapa de reapertura, y hoy lo acompañan Marina y Marcelo.
«Siempre me causó mucha pena la sonrisa sin dientes de la gente humilde, que es muy común y muchas veces forzada. Me hacía mucho ruido y mal», comentó Nannini sobre lo que lo impulsó a llevar adelante el proyecto.
El odontólogo aseguró que no pretendían «cambiar el mundo», pero se propusieron «armar un centro de buen nivel». Sin embargo, para la gente del barrio sí fue un gran cambio: «Apuntamos a la prótesis, pero además de hacer trabajos de consultorio, salíamos a buscar chicos a las escuelas para darles charlas de salud bucal. Así ellos sabían que tienen un lugar ahí cerca y no tienen que irse hasta un hospital público, que generalmente les queda lejos».
Con equipos donados que fueron arreglando y poniendo en condiciones, y cobrando un arancel mínimo para sostener el trabajo y comprar material, daban una respuesta a las necesidades de familias humildes en Tablada. Sin embargo, durante los últimos dos o tres años la situación económica se complicó: «Se empezaron a romper cosas del consultorio, como es habitual, y nos costaba cada vez más arreglarlos, porque también eran más caros».
El lugar estuvo cerrado un tiempo, hasta que el diputado Marcos Cleri «se enteró» y dio dinero para poder «pintar, arreglar y comprar materiales». «Y ahí estamos, otra vez en la lucha», expresó Nannini.
En El Progreso funcionaba ya un comedor y también consultorios de psicólogas y médicos. Allí se instaló Roberto con sus colegas. «Había una habitación para poner los equipos. Ana María Sosa maneja el centro y nos dio el espacio», comentó agradecido.
Los dentistas van a trabajar los lunes, hay una chica que colabora en rol de secretaria y entrega los turnos para organizar la atención. Durante enero y febrero, no abrirán los consultorios, pero en marzo la actividad se retoma.
«Ojalá esto se replique, que haya más centros comunitarios que hagan lo mismo porque Rosario es grande y hay barrios muy carenciados. Nosotros estamos muy contentos por estar», aseguró y deseó Nannini.