Con la visión crítica del mundo que caracteriza a toda su obra, aunque “todo potenciado y desmadrado” en estos últimos tiempos, el músico Raúl Porchetto lanzó “Sombras en el cielo”, su primer disco de estudio en ocho años, en donde bajo un sonido “crudo y rockero” conviven apreciaciones personales sobre cuestiones sociales con canciones de amor.
“Veo al mundo como un ‘tontódromo’ gigante, como digo en una canción. El mundo ya no es redondo, sino que es plano, de una chatura general. Son las mismas cosas que veía a los 20 años, pero me parece que ahora todo está potenciado y desmadrado”, dijo el artista a Télam, al citar pasajes de “Chipak”, una de las canciones que forman parte del disco que será presentado oficialmente el 22 de junio en el Teatro Coliseo, de esta ciudad.
“Sombras en el cielo” es un trabajo integrado por 11 canciones, 10 de ellas inéditas y una nueva versión del clásico “Algo de paz”, coproducido con Tavo Lozano, que no sólo se caracteriza por la temática abordada en las letras, sino también por su calidad sonora, en muchos pasajes de tintes rockeros.
La presencia de invitados como Juanse; Don Vilanova; el cantante de La Beriso, Rolo Sartorio; Gabriel Pedernera, baterista de Eruca Sativa; y su entrañable amigo León Gieco refuerzan el carácter sonoro de esta nueva obra del creador de clásicos como “Metegol”, “Che pibe”, “Sentado en el umbral de Dios”, “Reina Madre” y el hit “Bailando en las veredas”, entre otros.
Estos músicos, además del tecladista Daniel Porchetto; los bajistas Maxi Chercover y Manuel Llosa; y el guitarrista Daniel Lezano, desfilarán por el escenario del Teatro Coliseo el 22, mismo lugar en donde, en septiembre de 2016, celebró sus 45 años de trayectoria, en un show cuyo registro también será lanzado este año.
Los pormenores de “Sombras en el cielo”, sus exigencias a la hora de grabar y reflexiones sobre el estado actual de cosas son algunos de los temas que Porchetto abordó en la charla con esta agencia.
Télam: ¿Qué puede comentarnos sobre el proceso de grabación de este disco?
Raúl Porchetto: Fue casi un año y medio de grabación. Llevó mucho tiempo porque hacía casi 30 años que no hacía una producción de estas características. Mi último disco había sido hace ocho años pero, esta vez, quería hacer algo diferente, con un muy buen sonido, y eso lleva su esfuerzo. Estoy muy conforme. Es muy rockero, que era lo que quería experimentar. Nunca había ahondado en el rock and roll, por eso es fundamental el sonido de las guitarras.
T: Es la primera vez que comparte el trabajo de producción. ¿Cómo le resultó esta experiencia junto a Tavo Lozano?
RP: Sí, es la primera vez que produzco con alguien. Él me lo había propuesto pero en un principio le dije que no porque me conozco y sé que es una tarea muy difícil. Soy muy de trabajar los sonidos, las frecuencias. De uno a diez, quiero que todo salga doce, así que, desde ese lugar, hay que aguantarme. Como tengo muy en claro lo que quiero hacer, cuando llega el momento de plasmarlo, soy muy obsesivo. Pero después, charlando se dio y estoy muy conforme. Fue un gusto. Aparte, me bancó las exigencias, digamos.
T: Tanto a nivel sonoro como lírico, ¿qué buscó decir con este disco?
RP: Hay un tema como “De Mercedes a Cañada”, que hacemos con León, que es una canción rutera que narra un viaje imaginario en auto que une a los pueblos en donde nacimos. Hay otro que se llama “Rock en Mi”, otro que se llama “Nunca nos piden perdón”, que es como una continuidad de “Che pibe”. Yo siempre imaginé los discos como una charla en un café con un amigo en donde uno va tocando varios temas. Entonces, no es que hablás de algo determinado, sino que vas hablando de lo que te gusta, te disgusta, lo que querés cambiar.
T: ¿Por qué decidió regrabar “Algo de paz”?
RP: La venía tocando y quería grabarla con un sonido más actual. Además, tiene que ver con un movimiento que formé junto con (la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo) Estela de Carlotto y León Gieco, que se llama “Arte por la paz”, que también existe en otras partes del mundo. Hay una idea de compartir esto con gente de otros países para tratar de articular la paz, porque a la paz hay que articularla. Es como caminar, el sendero se hace al andar. El arte es una de las formas de articularla porque busca la excelencia y, aunque no siempre se encuentra, ya la búsqueda da una claridad, una pureza. La violencia está en todos lados inundando nuestra sociedad. Se educa con violencia, se construye con violencia, se demanda con violencia. El poder parece que tuviera en su ADN la violencia como forma de sostenerse. Esta canción yo la canté en varios contextos y siempre tiene valor. Eso no cambia.
T: ¿Siente que “Sombras en el cielo” dialoga directamente con algún otro disco suyo?
RP: Por el sonido, no. Es un sonido crudo, buscado expresamente. Lo que sí puede emparentarse es que mi ADN está ahí, siempre está. Veo las mismas cosas que veía a los 20 años, pero todo potenciado y desmadrado. Por ejemplo, yo escribí “Chicos de la calle” hace más de 30 años porque me parecía increíble que pasaran esas cosas pero resulta que ahora es peor. No me imaginaba eso para mi país. Esas cosas siempre me importaron, siempre fui un estudioso de las ciencias políticas. Yo, bien o mal, trato de reflejar las cosas que me importan. Es un parecer, no una verdad revelada. No trato de convencer a nadie, sino simplemente compartir.