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Racing campeón 2001: un festejo inolvidable en medio de un país en llamas


Pasaron 18 años. Un día como hoy, pero del 2001, Racing obtuvo el Torneo Apertura luego de 35 años.

Pasaron 18 años. Un día como hoy, pero del 2001, Racing obtuvo el Torneo Apertura luego de 35 años.

La última fecha del torneo fue reprogramada por la crisis que atravesaba el país. Pasó la Navidad, llegó el jueves 27 de diciembre de 2001, y se definía el campeonato en medio de un país que se prendía fuego. El ya ex-presidente Fernando de la Rúa se había ido en helicóptero de la Casa Rosada pocos días antes, y todavía estaba fresco el recuerdo de las 38 muertes por la represión al estallido social. Sin embargo, en medio de ese caótico escenario, la pelota siguió rodando. Había que finalizar el Apertura 2001.

Racing había llegado a la última fecha con tres puntos de ventaja sobre River y precisaba un empate para dar la vuelta olímpica que se le venía negando desde hacía 35 años. Aquella calurosa tarde del 27 de diciembre, los hinchas de la Academia coparon Liniers para enfrentar a Vélez. También el Cilindro de Avellaneda, donde 40.000 almas siguieron el dramático partido en una pantalla gigante.

En ese último acto, Racing y Vélez ofrecieron un partido chato. Porque el equipo que conducía Mostaza Merlo se aferró al empate y los de Liniers no tenían muchos argumentos para quedar en la historia y favorecer a River. La monotonía se rompió a los 8 minutos del complemento, cuando Bedoya ejecutó un tiro libre y Loeschbor la metió de cabeza, en posición adelantada.

El partido se abrió. Vélez fue por el empate, que tardó en llegar por la eficiencia de Campagnuolo. Pero el arquero no pudo hacer nada ante un error de Vitali que Chirumbolo tranformó en gol a los 33. Hubo temor, incertidumbre y desconcierto. River goleaba a Central y otro gol de Vélez hubiera modificado el panorama. Pero Racing aguantó, puso la pelota en el frezeer y esperó el final.

En el minuto 47, Campagnuolo se queda con una pelota y le dijo al árbitro Brazenas: «¿Cuánto falta? ¡Mirá cómo está la gente!». Brazenas respondió: «Poné la pelota en el piso que termina». Así fue. El arquero sacó y llegó el silbatazo final. Éxtasis y desahogo. Y festejos por un título que esperó tanto tiempo y se dio en medio de un contexto caótico.

Allí, arriba de una multitud que lo paseaba en andas, Mostaza Merlo. El padre de la criatura. «Este equipo fue muy criticado. Pero los jugadores, con humildad, hicieron una gran campaña. Racing es un legítimo campeón», le dijo a todo el país el técnico que rompió el maleficio. El que dos fechas atrás, luego del 0-0 con Banfield que agitó algunos fantasmas, aseguró que Racing iba a ser campeón. El que hizo de los cuernitos una cábala. El que tomó un equipo con posibilidades de jugar la Promoción y lo transformó en el mejor. El que instaló el «paso a paso» en el fútbol argentino.