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Quién es Iván Márquez, el guerrillero que negoció la paz y retomará las armas


 

Exactamente 1.022 días después de estampar su firma en el acuerdo que puso fin al accionar guerrillero de las Farc en Colombia, el ex jefe guerrillero Iván Márquez volvió a cargar las armas para anunciar su regreso a la lucha armada junto a un grupo de seguidores que recuperó la sigla de la organización. Esto generó un cimbronazo en el de por sí delicado proceso colombiano de paz.

Luciano Marín Arango, el nombre real de Márquez, firmó entonces con una simbólica lapicera con forma de munición el fin del conflicto y la conversión de las entonces Farc insurgentes a otra fuerza que retuvo la sigla pero cambió su denominación por Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.

Márquez había sido durante 4 años la cara visible de la compleja negociación que guerrilleros y funcionarios del gobierno llevaron adelante en La Habana, con Cuba y Chile como garantes. Ahora reniega de lo que juzga un absoluto inclumiento de ese entendimiento.

De 64 años, Márquez ya había atravesado a mediados de los ’80 otro proceso de paz, aquella vez tras negociar con el entonces presidente Belisario Betancur. El acuerdo terminó con el jefe guerrillero en una plaza de la Cámara de Representantes, pero su paso por el legislaitvo duró poco: el genocidio de militantes y dirigentes que sufrió la Unión Patriótica lo devolvió a la lucha armada.

Nacido en Caquetá, integró la Juventud Comunista Colombiana (JUCO), desde donde comenzó a apoyar a la guerrilla llevando provisiones a las zonas rurales. Antes de ingresar a la insurgencia, fue profesor de escuela primaria y hasta docente de biología entre 1977 y 1979 en el Colegio Corazón Inmaculado de María, en la localidad de El Doncello.

Fue entonces que afianzó sus ideas de extrema izquierda y acabó dejando la docencia para empuñar el fusil en el monte.

Márquez escaló desde la base posiciones en la jerarquía de las Farc, ascenso que comenzó como comandante de frente en los departamentos de Caquetá, Huila y Putumayo, desde donde luego pasó al Bloque Sur y posteriormente al Caribe. Estuvo también entre los mandos que impusieron su ley en la región agroindustrial de Urabá, en el noroeste del país.

A comienzos de la década del 90 participó como negociador en los fallidos diálogos de paz de Caracas y Tlaxcala (México), que tuvieron lugar durante el Gobierno de César Gaviria, pero su gran salto en la organización guerrillera fue años después.

La experiencia negociadora la repitió en los también frustrados diálogos con el Gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) en la zona desmilitarizada de más de 42 mil kilómetros cuadrados que se creó en el Caquetá y parte del vecino departamento del Meta, donde se hizo uno de los rostros más conocidos de la guerrilla.

En 2008, tras la muerte de Raúl Reyes en un bombardeo de las Fuerzas Armadas colombianas a su campamento del lado ecuatoriano de la frontera, Márquez asumió un papel más notorio como vocero internacional. Por entonces se lo mencionaba como «el canciller» de la organización.

El salto definitivo lo dio cuando la muerte del fundador de las Farc, Pedro Antonio Marín, alias Manuel Marulanda o Tirofijo, también en 2008, y la de su sucesor, Alfonso Cano, forzó un cambio generacional en las filas rebeldes.

Un grupo de rebeldes de las Farc comunicó que retomarán la lucha armada

Esas bajas llevaron a Rodrigo Londoño, alias Timochenko, y a Márquez a ser los virtuales números 1 y 2 de las Farc, y a liderar los 44 meses de diálogos de La Habana.

La reorganizada Farc, ahora partido político, lo designó primero en la lista para ocupar uno de los cinco escaños del Senado que por dos legislaturas les concedió el acuerdo de paz. En abril del año pasado, Márquez anunció que volvía al Caquetá para juntarse a otros ex guerrilleros en una zona de desmovilización porque no tenía garantías de seguridad y el 20 de julio se ausentó de su propio acto de asunción como senador.

Este jueves, su imagen volvió a ser central en todo el país cafetero: los televisores y computadoras repitieron el discurso en el que anuncia, junto a otras figuras centrales de la guerrilla, su regreso a la clandestinidad y a la lucha armada.