Las primeras columnas de humo por los incendios en las islas frente a la ciudad se sintieron en febrero. Meses después, la situación se ha vuelto crítica. CLG dialogó con un integrante de la agrupación ambientalista El Paraná No Se Toca
Por Gina Verona Muzzio
El ancho río Paraná bordea toda la extensión de la ciudad de Rosario brindando un incomparable atractivo a los ojos de quien lo aprecie, pero principalmente conformándose como un irreemplazable bien natural para todas las especies de la región, desde plantas y aves, hasta los propios seres humanos. En los últimos meses, la ciudad se ha visto afectada por importantes columnas de humo provenientes del conjunto de islas que conforman el humedal. Se trata de numerosos incendios provocados por la quema de pastizales atribuidos a la producción ganadera en la zona. En el ejido urbano, el impacto del irrespirable humo ha tomado notoria visibilidad pública como una problemática de salud socioambiental. Del otro lado del río, implica lisa y llanamente un “ecocidio”.
“Cuando hablamos de ecocidio o afectación al ecosistema tenemos que conocer de qué estamos hablando. Para eso nos referimos a las cifras de biodiversidad de los territorios de humedales: en el territorio del delta hay 700 especies de plantas; 47 especies de mamíferos; 270 especies de aves; 37 especies de reptiles; 27 especies de anfibios y más de 200 especies de peces identificados hasta el momento. Estamos hablando de la destrucción del hábitat de todas estas especies. El fuego, además de hacer una afectación físico-química del suelo, que va a tardar mucho en recuperarse, también es la pérdida de hábitat de todas las especies”, define con claridad Jorge Bartoli, integrante de la agrupación ambientalista El Paraná No Se Toca, en una extensa entrevista con CLG.
“Este escenario no es nuevo”, aclara Bartoli. De esta manera, comienza con un relato de cómo las condiciones naturales del ecosistema, combinadas con la acción humana, fueron generando a lo largo de los años la gravísima situación de la que hoy todos los habitantes de la región son testigos. “El escenario de zonas de fuego se extiende hasta el norte de la provincia de Santa Fe. Esto recién se mencionó oficialmente la semana pasada. Los incendios se dan desde Florencia, en el límite norte de la provincia, hasta Villa Constitución, en el límite sur. Un frente de fuego de más de 600 kilómetros. Cuando hablamos de ecocidio, hablamos de esto”, especificó.
En agosto de 2019, comenzó un período de prolongada bajante del río Paraná, que no se veía hacía décadas. “A medida que los niveles del río van descendiendo y se mantienen en niveles bajos, no superando en la ciudad de Rosario el metro y medio en los últimos meses, el humedal -todos los territorios de islas asociados al Paraná- lentamente va descubriéndose de agua”, indicó Bartoli. Ésto, combinado con un período de extrema falta de lluvia y con el clima invernal, produce una enorme cantidad de masa vegetal que se seca y se convierte en un material muy fácilmente combustible si alguien enciende un fuego.
Las primeras denuncias penales por los incendios de pastizales en las islas entrerrianas fueron realizadas por la Municipalidad de Rosario en febrero. Desde entonces, ha habido numerosos focos de incendio ardiendo de manera intermitente, las denuncias se han multiplicado y se desarrollaron diversas reuniones entre autoridades nacionales y provinciales, consiguiendo momentáneamente un aparente cese del fuego.
“La presencia de fuego y las columnas de humo son bastantes habituales en las islas de la provincia de Entre Ríos y también en territorios de islas de la provincia de Buenos Aires y de Santa Fe. Afecta las zonas de humedales de las tres provincias. La presencia de fuego está bastante aceptada desde hace décadas, porque en la matriz productiva ganadera en islas figura el uso del fuego como renovación de pasturas. Hubo una crisis muy grande de incendios en 2008 y las columnas de humo de las islas de la zona de islas de la provincia de Buenos Aires llegaron a Capital Federal, es algo muy poco visto. Ahí es cuando la problemática salta a las tapas de los medios de comunicación nacionales”, relató el integrante de El Paraná No Se Toca.
Fue en ese entonces que funcionarios del área de Ambiente de Nación convocaron a las tres provincias involucradas y se estableció lo que hoy se conoce como “Piecas”, que es una sigla para designar al “Plan Integral Estratégico de Conservación y Aprovechamiento Sustentable del Delta del Paraná”. Bartoli contó que el plan “generó un gran volumen de información y documentos clave, que estuvieron terminados en el año 2011”. Sin embargo, ese valiosísimo material, fruto de un enorme trabajo, quedó en la nada. Si bien no implicó en su momento ninguna acción concreta referida a la conservación de los humedales, sentó un antecedente muy importante y actualmente se está trabajando en reactivar el Piecas.
Volviendo a la coyuntura actual, Bartoli explicó que, en lo que va de 2020, “las condiciones naturales fueron un territorio propicio para que se produjeran una enorme cantidad de focos de fuego a lo largo de todos estos territorios”. “Los registros acumulados del año indican que al día de la fecha se han producido 6.000 focos de incendio en todo el delta, con un pico de incendios en la semana del 13/14 de junio”, agregó.
Justamente esa semana, se hicieron presentes en la ciudad de Rosario funcionarios de los Ministerios de Ambiente y de Seguridad de la Nación y autoridades de la provincia de Santa Fe y Entre Ríos. En un encuentro del que participó el propio ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Juan Cabandié, se firmaron documentos y compromisos de suspender las quemas. “Todos esperábamos que a partir de ese acuerdo y el inicio de algunas acciones judiciales, los focos de fuego se vieran reducidos, pero la realidad es que no fue así. En las últimas dos o tres semanas hemos tenido un incremento muy considerable”, lamentó Bartoli.
Tras la vuelta del fuego y el humo en las pasadas semanas, podría decirse que a poco de concluir el mes de julio, los focos se redujeron considerablemente. Desde El Paraná No Se Toca atribuyen el cese de los incendios “a la acción de los equipos que están combatiendo el fuego, a cuestiones referidas a lectura de satélites (en los últimos días hemos tenido cielos nublados y esto afecta la lectura de estos datos) y también que en estos últimos dos o tres días comenzó el desfile por tribunales de gente imputada en esta problemática”.
“La política argentina en materia de ambiente tiene una enorme deuda con la sociedad. Aspiramos a que las problemáticas ambientales vayan ganando terreno, como han ido haciéndolo en distintos países, y que la ciudadanía pueda pedir una rendición de cuentas de qué nos está proponiendo la política y qué termina cumpliendo. Creemos también importantísimo que por fuera de las estructuras tradicionales, que la sociedad se movilice, se informe, se manifiesta cuando lo crea conveniente. Y que de no haber sido por la situación tan particular de la pandemia, las movilizaciones por los humedales hubieran sido monumentales”, analizó Bartoli.
Matriz productiva
Desde El Paraná No Se Toca indicaron que la utilización del fuego en los humedales para renovar pasturas está históricamente en la matriz productiva ganadera. Incluso figura en el mencionado Piecas, en documentos técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) y como normativa en la legislación entrerriana, donde se autorizan las quemas en las islas bajo determinadas circunstancias.
A pesar de que la quema de pastizales es una práctica usual de los productores ganaderos en las islas, Bartoli comentó que “a medida que la crisis provocada por los incendios se fue agravando y empezaron a aparecer más actores y más voces, algunos productores ganaderos dijeron que ellos no apelan al uso del fuego, que lo consideran contraproducente y sus prácticas de crianza no incluyen la quema de pastizales”.
El ambientalista consideró que estas voces deben ser tenidas en cuenta. Así como también pidió que, al tiempo que son citados a declarar los productores propietarios de los terrenos incendiados en las islas, se tome testimonio a un grupo mucho más amplio de gente: funcionarios de la provincia de Entre Ríos, miembros de las áreas de Seguridad, delegaciones de Fauna y Flora, puesteros que habitan el territorio, pescadores que desarrollan su actividad comercial en el territorio, acopiadores y a los ambientalistas que estamos poniendo sobre el tapete estos temas.
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“Pedimos una investigación muy amplia, en la que nos vamos a encontrar con una multiplicidad de factores además de la matriz productiva ganadera, que nos pueden dar una idea cabal de qué es lo que está ocurriendo en el territorio. En el fondo del asunto lo que subyace es que estamos cosechando lo que se ha sembrado en estos territorios durante décadas: la desidia, el desconocimiento, la falta de interés”, afirmó Bartoli. Y añadió: “Es una situación crítica y cosechamos lo que tenemos: un desastre ambiental, cuyas dimensiones aún no podemos mensurar concretamente”.
Educación y legislación
“Es imperioso establecer normas de conservación y de utilización de este bien natural, que es el humedal, de manera racional y sostenible. Es imperiosa una ley que proteja los humedales de la República Argentina”, reflexionó Bartoli. En este sentido, dijo a CLG que la situación de los últimos meses ha provocado que actualmente haya en el Congreso de la Nación dos o tres nuevos proyectos para una Ley de Humedales.
Sin embargo, el ambientalista consideró que la aprobación de una ley de protección y conservación de los humedales argentinos no solucionará de un día para el otro todas las problemáticas. “Estas leyes de presupuestos mínimos tienen tránsitos legislativos muy lentos, con avances y retrocesos. Tienen la particularidad que terminan afectando intereses económicos. En el caso de la Ley de Humedales y los proyectos que ya han sido presentados, la realidad es que los intereses económicos que terminan oponiéndose son numerosos y muy poderosos: agrícola-ganaderos, inmobiliarios, forestales, mineros. Es un problema que afecta a la política partidaria de manera transversal, las oposiciones no vienen de un solo sector”, detalló.
“Sería un paso muy importante para dar. Hay una diferencia muy importante entre no tener una Ley de Humedales y tenerla. Mientras tanto, lo mínimo esperable es que algunas normativas vigentes, como la normativa que permite las quemas bajo ciertas condiciones en el territorio de islas de la provincia de Entre Ríos, sean derogadas. Creemos que no hay ningún motivo que justifique quemar un metro cuadrado de islas después del escenario que hemos visto”, ahondó Bartoli.
Por otra parte, el ambientalista resaltó que como agrupación “siempre hacemos hincapié en la educación: no se puede proteger lo que no se conoce”. “Es necesario tomar conciencia de la riqueza de biodiversidad, de por qué es necesario preservarla, de cuáles son los beneficios ecosistémicos de tener este ambiente sano. Necesitamos que se mantenga la transparencia hidráulica del sistema, que el agua circule por donde tiene que circular, que no haya terraplenamientos a lo largo del delta. Cuando alguien construye un terraplén en la isla, está firmando la sentencia de muerte del humedal como ecosistema”, especificó.
Para concluir, Bartoli puso en palabras algo que parece una perogrullada, pero sobre lo que la ciudadanía a veces no repara: “El principal beneficio ecosistémico del humedal, que es tan obvio que casi ni lo mencionamos, es el recurso o el bien agua. El río Paraná y sus afluentes abastecen de agua dulce a más de 40 millones de personas. Estas 40 millones de personas vuelcan sus vertidos cloacales y muchas veces industriales al mismo curso de agua sin ningún tratamiento. El río nos está dando señales, con una bajante importante, de que lo que nosotros creemos que es infinito tiene sus límites”.