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¿Qué es el SIBO?: la enfermedad que padece Araceli González


¿Qué es el SIBO? ¿Qué es el sobrecrecimiento bacteriano? ¿Cuáles son los síntomas del SIBO? ¿Cuáles son sus causas? ¿Cuál es el tratamiento del SIBO? Conoce todo de esta enfermedad de la mano de verdaderos especialistas

Araceli González reveló en sus redes sociales que padece SIBO, enfermedad cuyas siglas significan Sobrecrecimiento Bacteriano en el Intestino Delgado. Mediante una serie de historias en su cuenta de Instagram, la actriz comentó cuáles eran los síntomas que venían preocupándola y cuál fue el resultado del estudio que se realizó.

¿Qué es el SIBO?

El SIBO es más conocido como el sobrecrecimiento bacteriano. Antes de entrar a explicar en profundidad lo que significa la palabra SIBO es necesario conocer el término de microbiota.

Integrado en la fisiología del individuo, la microbiota corresponde al conjunto de microorganismos (bacterias, hongos, parásitos, arqueas, virus…) que residen en nuestro intestino y que ayudan tanto en la metabolización de los alimentos digeridos como en la protección de ciertas enfermedades y agentes patógenos.

Aunque la microbiota intestinal se distribuye a lo largo de todo el tracto digestivo existen ciertos lugares anatómicos con mayor concentración bacteriana como lo es el caso del colon. Por norma general, en el intestino delgado existe menor número de bacterias a causa de la presencia de la barrera gástrica y la acción de los ácidos biliares. Sin embargo, en ocasiones y debido a determinadas situaciones, puede originarse en este órgano específico, un sobrecrecimiento bacteriano, esto es a lo que denominamos SIBO.

Esta alteración en la composición de la microbiota no solo puede tener efectos negativos sobre nuestro estado inflamatorio y fisiológico sino que también puede afectar al estado anímico y al peso corporal.

 

 

Sobrecrecimiento bacteriano

El SIBO o sobrecrecimiento bacteriano consiste en una proliferación excesiva de bacterias en el intestino delgado. Realmente son bacterias que habitan de manera natural en nuestro tracto gastrointestinal pero que han crecido en exceso en una zona en la que apenas debería haber bacterias.

Estos microorganismos van dañando la pared del intestino e interfieren en la digestión de los alimentos, es decir, fermentan parte de los alimentos que ingerimos, produciendo como consecuencia gas en intestino delgado. Esta acumulación de gas produce los síntomas característicos del SIBO que son distensión, flautencias, dolor abdominal, diarrea, estreñimiento, ruidos intestinales…

El sobrecrecimiento bacteriano se produce cuando existe una proliferación de bacterias del colon (intestino grueso) hacia el intestino delgado concretamente de especies como estreptococos, bacteroides, escherichia, lactobacillus, klebsiella y aeromonas, entre otras.

El SIBO origina un trastorno de malabsorción alimentaria, por el cual se produce una incapacidad de absorción de ciertos nutrientes como azúcares, grasas, proteínas o vitaminas (B12). Como consecuencia de ello se puede generar estados de desnutrición, malabsorción de grasas o deficiencias vitamínicas.

Aunque la prevalencia real de esta patología en la población general es desconocida, se estima que puede rondar entre el 12 y el 22%, ya que suele ser una enfermedad infradiagnosticada por la poca importancia que los pacientes atribuyen a los síntomas que suelen ser achacados a otro tipo de dolencias como la enfermedad celiaca, el síndrome de intestino irritable (SII) o el hipotiroidismo.

¿Cuándo debemos sospechar que tenemos un SIBO?

Podemos sospechar que tenemos un SIBO cuando:

  • presentamos síntomas como distensión abdominal, gases, ruidos intestinales, dolor abdominal, diarrea/estreñimiento.
  • Cuando nos sientan mal alimentos saludables como legumbres, frutas o verduras
  • Nos han diagnosticado intolerancia a fructosa y/o sorbitol

¿Cómo se diagnostica un SIBO?

Actualmente se diagnostica con el test de lactulosa o lactitol. Es una prueba de aliento en la que se mide la concentración de gases H2 y CH4 que expulsa el paciente después de administrar una solución con lactulosa o lactitol. En función de la concentración de gases se estima la concentración de bacterias en el intestino delgado.

Sin embargo, existen otras pruebas clínicas que ayudan en su diagnóstico. Algunas de ellas son:

  • Prueba del aliento: en pacientes sintomáticos.
  • Cultivo cuantitativo del aspirado intestinal: método de referencia que exige una endoscopia previa.
  • Estudios de diagnóstico por imágenes: resonancia magnética.

En todas ellas, para confirmar esta afección médica el resultado del recuento bacteriano ha de exceder las 103 unidades formadoras de colonias/mL. De ahí deriva la importancia de acudir tanto al médico como al nutricionista lo antes posible para su diagnóstico precoz y mejora de calidad de vida.

¿Qué consecuencias puede tener para la salud?
  1. Primero que tener a diario estos síntomas GI reduce la calidad de vida del paciente y puede afectar incluso a nivel psicológico.
  2. Además, a medio plazo puede favorecer déficits nutricionales ya que no se absorben correctamente algunos nutrientes.
  3. Parece que también, como se va dañando la pared del intestino, este se vuelve más permeable, por lo que pasan partículas de alimentos no digeridos o las propias bacterias al organismo. Esto puede desencadenar diferentes reacciones por parte del sistema inmune.

Síntomas del SIBO

 

Aunque los síntomas del SIBO pueden ser muy diversos en función del tipo de paciente existen algunos comunes a todos ellos como lo son los siguientes:

  • Gases, hinchazón o distensión abdominal: síntomas muy habituales que empeoran tras las comidas. Esto se produce como resultado a la formación de gases y ácidos por parte de las bacterias tras la fermentación digestiva.
  • Alteraciones en el tránsito intestinal: diarrea, estreñimiento o alternancia entre ambos. En la mayoría de los casos está presente la diarrea con malabsorción de grasas (esteatorrea) que origina unas heces blanquecinas y malolientes que pueden desembocar en una desnutrición.
  • Malas digestiones: debido a la sensación de plenitud abdominal el paciente puede presentar pesadez, naúseas, ácidez, reflujo o incluso gastritis.
  • Reacciones alimentarias: un exceso de bacterias genera gases y toxinas que irritan las células del intestino (enterocitos). Como consecuencia estas células pueden deteriorarse y perder su capacidad de absorción. Esta es la razón por la cual se pueden producir ciertas intolerancias alimentarias como la intolerancia al gluten, fructosa, caseína, lactosa, sorbitol o histamina.
  • Déficit nutricional: debido a la malabsorción de nutrientes ya comentada, puede estar presente la pérdida de vitamina B12, hierro, vitaminas D, A y E. Otro síntoma asociado pued comprender una pérdida de peso agresiva.
  • Permeabilidad intestinal: el deterioro de los enterocitos puede ocasionar el transvase de ciertas sustancias tóxicas como bacterias, restos de comida o toxinas al intestino delgado. Esto provoca la activación del sistema inmune que reacciona ante sustancias extrañas y se traduce no solamente en problemas cutáneos sino también en una gran multitud de síntomas extradigestivos como alteraciones hormonales, enfermedades autoinmunes, fatiga crónica, diabetes etc.

En la mayoría de ocasiones, estos síntomas se confunden con otras patologías, o simplemente el paciente no le da importancia, e incluso decide automedicarse por su cuenta.

Causas del SIBO

A pesar de que el SIBO es un trastorno que aún hoy en día se sigue investigando existen algunas causas que se han relacionado estrechamente con la aparición de esta patología.

Una de ellas pertenece a los trastornos funcionales y de motilidad gástrica. En condiciones óptimas los movimientos de peristaltismo (contracciones del tubo digestivo necesarias para la digestión) permiten mantener un equilibrio bacteriano en el intestino delgado. Cuando existen alteraciones en esta movilidad donde el contenido intestinal se enlentece o se deposita en otro lugar aparece el SIBO. Esto puede ocurrir en determinadas enfermedades como el SII, diabetes, esclerosis sistémica, parkinson o amioloidosis entre otras o por el uso excesivo y/o frecuente de opioides o antibióticos.

Otra de las causas que influye en el sobrecrecimiento bacteriano son las alteraciones anatómicas y estructurales del aparato digestivo. En concreto, suele estar presente en pacientes con enfermedad infamatoria intestinal, diverticulosis (bolsas abultadas y pequeñas en el revestimiento digestivo), pacientes oncológicos y/o pacientes quirúrgicos (técnicas de reducción de estómago como bypass gástrico).

Además, existen trastornos del sistema inmune que aumentan la incidencia de esta patología como por ejemplo la infección por VIH, celiaquía, parasitosis o alteraciones en la acidez gástrica.

Aparte de lo mencionado anteriormente, también cabe señalar el efecto que poseen las alteraciones hepáticas en el riesgo del SIBO como la insuficiencia pancréatica exocrina o la cirrosis hepática debido a la variación que estas suponen tanto en la cantidad y composición de la bilis como de las enzimas digestivas.

Tratamiento del SIBO

La triada del tratamiento del SIBO consiste por una parte en el tratamiento farmacológico a través de la toma de antibióticos, por otra en el tratamiento nutricional mediante la modificación de dieta y hábitos alimentarios y por último en el tratamiento psicológico para manejo del estrés.

Las últimas guías clínicas defienden el uso de ATB para el tratamiento del SIBO. Es importante transmitir que la dieta como tal no cura el SIBO, la dieta nos puede ayudar mucho a reducir la sintomatología digestiva y a mejorar la tolerancia de los alimentos, pero es complementario al tratamiento farmacológico.

Si quieres un buen tratamiento para tu SIBO te recomiendo consultar con nuestra dietista-nutricionista experta en patología digestiva, Paula Arístegui (creadora de este artículo).

Tratamiento farmacológico para el sibo

El fármaco por elección administrado corresponde al antibiótico, cuyo tipo ha de estar adaptado al paciente en función de su sintomatología. Generalmente se utilizan antibióticos de amplio espectro que han de tomarse entre 7 y 14 días como por ejemplo los siguientes: Rifampicina, Neomicina y Metronidazol. En la mayoría de los casos es común observar una cierta resistencia al fármaco por lo que para evitar esto es muy importante variar el tipo de antibiótico, así como reducir la dosis del mismo suministrado.

Además del tratamiento médico existen ciertos productos herbáceos con acción antibiótica como la alicina, la canela, la berberina, el aceite de orégano o el aceite de tomillo que también pueden ayudar en la terapia de esta patología.

Sin embargo, en ciertas ocasiones existe el riesgo de recaídas por lo que aparte del antibiótico se tornan necesarios determinados tratamientos coadyuvantes como lo son las enzimas digestivas, especialmente útiles en casos de dispepsia, los probióticos para el restablecimiento de la flora intestinal y/o los procinéticos para los casos de afecciones de motilidad gástrica.

Tratamiento nutricional para el sibo

Aparte del tratamiento farmacológico es fundamental corregir y modificar la alimentación para reducir la sintomatología. En este caso la dieta que más resultados presenta es la dieta baja en FODMPAPs.

¿Cuál es la mejor dieta para el SIBO?

No hay una dieta específica para el SIBO pero se suele utilizar la dieta baja en FODMAP. En estrategia nutricional reducimos durante 4-6 semanas una serie de azúcares fermentables, los FODMAP, con el objetivo de reducir la producción de gas y por tanto mejorar la sintomatología digestiva. La hacemos a la vez que el tratamiento antibiótico y después reintroducimos los alimentos para ver la tolerancia a cada grupo.

Además, hay pautas que son básicas para favorecer las digestiones como son:

  1. Comer despacio, masticando bien. Recordemos que la digestión empieza en la boca, necesitamos triturar los alimentos y mezclarlos con la saliva.
  2. Evitar bebidas con gas y bebidas alcohólicas.
  3. Hacer comidas ordenadas, evitar el picoteo entre horas. Entre comidas se activa un sistema de limpieza que se llama el complejo MM que barre restos de alimentos y bacterias desde el estómago hasta el intestino. Cada vez que comemos se detiene, por lo que estar picando entre horas interfiere en esta limpieza.

Esta es capaz de reducir al máximo, a lo largo de una serie de fases, el aporte de todos los azúcares fermentables que se utilizan como sustrato energético de la microbiota De ahí la importancia de acudir a un dietista-nutricionista clínico que valore nuestro caso y nos haga una dieta totalmente personalizada y adaptada a nuestras necesidades nutricionales.

A pesar de ello, esta dieta debe ir acompañada de tratamiento farmacológico ya que de lo contrario nos será muy difícil conseguir nuestro objetivo: erradicar el sobrecrecimiento bacteriano.

Tratamiento psicológico para el sibo

Hoy en día el estrés crónico se ha visto asociado con la alteración del sistema inmune, disminución del ácido clorhídrico y por ende con el sobrecrecimiento bacteriano por lo que un tratamiento psicológico a cargo de un especialista también adquiere una gran importancia en el tratamiento de esta patología. Estos son algunos consejos prácticos que pueden ayudarnos a nuestro día a día:

  • Priorizar el descanso nocturno: como mínimo mantener un descanso de unas 8 h de sueño.
  • Mantener la mente ocupada: actividades como el mindfulness, meditación o yoga pueden ser muy beneficiosas para controlar las respiraciones y disminuir la ansiedad.
  • Sincronizar nuestros ritmos circadianos: evitando permanecer mucho tiempo fijando la vista en pantallas, especialmente las horas previas al descanso nocturno y manteniendo una actividad solar mínimo de unos 30 minutos al día.

¿Qué factores pueden hacer aparecer un SIBO?

Tenemos una serie de mecanismos que mantienen el intestino delgado relativamente estéril para su adecuado funcionamiento. Dentro de estos mecanismos encontramos

  • El ácido del estómago
  • Las enzimas pancreática y los ácidos biliares
  • La motilidad intestinal
  • La válvula ileocecal
  • El sistema inmune

Si alguno de estos mecanismos falla tendremos más probabilidad de desarrollar un SIBO.

Por ello, es habitual por ej que personas que hayan utilizado durante largo tiempo IBPs o que hayan tenido infección por Hpylori desarrollen SIBO.

También está relacionado con alteraciones anatómicas como divertículos en el intestino delgado o asas intestinales y con cirugías como  la cirugía bariátrica o colecistectomía.

Es habitual también que sea consecuencia de una patología digestiva no diagnosticada como puede ser una celiaquía, ya  que va dañando la pared intestinal favoreciendo la colonización bacteriana.

¿Cómo puedo prevenir tener SIBO?

La medida preventiva principal es buscar la causa subyacente para poder actuar. Se estima que en el 44% de los casos hay recidivas.

  • Es especialmente interesante potenciar el CMM, el sistema de limpieza que barre restos de alimentos y bacterias del ID a diario.
  • Si hubiese un problema a nivel de motilidad se podría valorar con el especialista un procinético (natural tipo Iberogast u opciones farmacológicas)
  • Valorar en caso de utilizar IBPs si su uso está adecuado.
  • Llevar unos buenos hábitos de vida y alimentación siempre nos ayudará a la salud digestiva. Por ello, no es conveniente hacer dietas restrictivas a largo plazo sino trabajar en la tolerancia a distintos grupos de alimentos que a priori podrían sentar mal.