Por Licenciado Raúl Menalled, psiquiatra, Lic. en Psicología (UBA).
Estamos viviendo tiempos difíciles, inéditos en la historia de cada uno de nosotros, atravesados por la situación extrema que nos convoca y nos interpela a todos por igual.
Vivimos amenazados por un monstruo invisible, el coronavirus, una amenaza real cuyas cifras de muertes va en aumento día tras día, un monstruo que nos acecha y nos asusta, consumiendo sobredosis de noticias apocalípticas provocándonos pánico y paranoia.
Además de estar sufriendo la pandemia del coronavirus estamos sufriendo la pandemia del miedo y pánico a nivel mundial. El virus del miedo es muchísimo más contagioso que cualquier otro virus, nos bajan las defensas y el sistema inmunológico se debilita por lo tanto estamos más propensos a contagiarnos del Covid 19 o cualquier otra dolencia.
Corremos el riesgo de sufrir de «coronafobia» el temor extremo a contagiarse, y a morirse. Tener un poco de tos o dolor de garganta, estar demasiados atentos a los síntomas que pueden aparecer, conlleva a sufrir ansiedad y excesiva preocupación. Lo mejor es alejarnos de los trastornos obsesivos compulsivos (TOC) y de la hipocondría, es acá donde se juegan los mecanismos Inconscientes de cada persona.
No se trata de ser negadores e irresponsables frente a esta amenaza real del virus, ni esconder la cabeza como el avestruz, hay que tomar los recaudos preventivos para no contagiarnos, entendiendo la realidad que nos toca sin volvernos paranoicos.
Hablar y compartir esto que nos pasa, ponerlo en palabras para poder sacarlo del cuerpo y evitar psicosomatizar.
Otro factor importante, es el stress que nos provoca la incertidumbre en cuanto a nuestro porvenir económico y el de nuestras familias. Si bien estamos acostumbrados a devaluaciones, corridas inflacionarias o altos índices de desempleo; estamos ante un mundo económicamente cerrado: angustia y ansiedad con la consecuente baja en las defensas de nuestro sistema inmunológico, originando más chances de padecer depresión y síntomas de todo tipo.
La pandemia también está acelerando los cambios en el mundo laboral y debemos adaptarnos a las nuevas situaciones que eso trae aparejado, pero también con la posibilidad de cambio y nuevas oportunidades.
Debemos encontrar el lado positivo a este flagelo que estamos viviendo, la oportunidad de reflexionar y de encontrarnos con nosotros mismos y darnos cuenta qué cosas son importantes y qué cosas no lo son.
La humanidad tiene la chance de volver a darle a cada cosa el valor que se merece, disfrutar de lo simple, la cama, el café, la risa, el amor, el hogar.
Tomar conciencia que son mucho más importantes los vínculos con nuestros seres queridos que cualquier objeto que podamos comprar. Extrañar un abrazo y el olor de nuestros seres queridos que no tenemos cerca.
La comunidad vuelve a tomar más importancia que el mercado y las finanzas.
Tenemos la oportunidad de dejar de ser solo clientes y consumidores, para volver a sentirnos parte de esta gran aldea global, de empezar a ser más humanos.