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Prevenir y reconocer los signos de un ACV: de vida o muerte


El accidente cerebrovascular (ACV) es una afección causada por la pérdida de flujo sanguíneo cerebral (ACV isquémico) o por sangrado cerebral (ACV hemorrágico), por lo que los especialistas destacaron la importancia prevenir y estar atentos a los signos de alerta ya que esto marca la diferencia entre la vida y la muerte.

Según cifras del Ministerio de Salud de la Nación, el ACV isquémico es el más frecuente y ocurre en el 80 por ciento de los casos. Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacan que 15 millones de personas sufren un evento vascular cerebral al año en todo el mundo. De este grupo, 5 millones mueren y otros 5 millones quedan discapacitadas de por vida.

En la Argentina, la frecuencia de ACVs es de 1 cada 9 minutos, según datos arrojados por el estudio PREVISTA (Programa para la Evaluación Epidemiológica del Stroke en Tandil) publicado en la revista Stroke en el año 2016.

Signos de alerta

«Los efectos de un ataque cerebral suelen ser permanentes, ya que las células cerebrales muertas no se pueden reemplazar. Es por eso que el reconocimiento temprano y la búsqueda de la atención médica inmediata, puede reducir la posibilidad de muerte y discapacidad», alertó Alejandra Angrisani, miembro de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA).

Para esto, desde la FCA se destacó la importancia de conocer los signos de alerta de la enfermedad:

  • Entumecimiento súbito o debilidad facial, del brazo o la pierna, especialmente de un lado del cuerpo.
  • Confusión súbita, o dificultad para hablar o comprender el habla.
  • Súbita dificultad para ver con uno o ambos ojos.
  • Dificultad súbita para caminar, mareos, o pérdida del equilibrio o la coordinación.
  • Dolor de cabeza grave súbito sin causa conocida.

Otros signos de peligro que pueden producirse incluyen visión doble, somnolencia, y náuseas y vómitos. A veces estos signos pueden durar solamente unos pocos momentos y luego desaparecen. Estos breves episodios son conocidos como ataques isquémicos transitorios o TIA (siglas en inglés).

En general, «tanto los factores de riesgo para tener un evento cardiovascular como los de ACV son modificables o tratables, como la hipertensión arterial, la fibrilación auricular (arritmia cardíaca), el tabaquismo, la diabetes, la obesidad, la vida sedentaria, el consumo de sal y la hiperlipidemia. El tratamiento de ellos ayudará a evitar el primer ataque cerebrovascular y los ataques cerebrales recurrentes», destacó Angrisani.

La hipertensión arterial es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de morbimortalidad cardio y cerebro vascular. Miguel Schiavone, miembro de la FCA, afirmó que «la relación que existe con el riesgo de ACV es muy estrecha» y señaló que «por eso, la falta de control de la presión arterial puede generar ACV, accidente isquémico transitorio, infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca o enfermedad vascular periférica».

«Además, suele estar asociada a otras patologías que presentan una profunda interrelación, como la Diabetes y la Dislipemia, que podrían terminar desencadenando cualquiera de los eventos mencionados. Por eso, la falta de control de cada uno potencia la posibilidad de desarrollarlas», aseguró Schiavone.

El especialista dijo que «en todos los casos, es fundamental controlar adecuadamente la presión arterial. Para esto, es importante primero realizar un correcto diagnóstico». «Valores menores a 140/90 mmHg (14/9) son considerados dentro de la normalidad. Pero, también hay que tener en cuenta que deben ser medidos con un equipo validado y calibrado, y utilizar una técnica correcta», destacó.

Los trastornos cardíacos más frecuentes como «la enfermedad coronaria, defectos valvulares, arritmia cardíaca (fibrilación auricular), y aumento de tamaño de una de las cámaras cardíacas, pueden dar como resultado coágulos sanguíneos que pueden desprenderse y bloquear vasos dentro del cerebro o que van hacia él», concluyó Angrisani.

La fibrilación auricular es más prevalente en personas mayores y es responsable de accidentes cerebrovasculares después de los 80 años. Por eso, es importante su detección y tratamiento en conjunto con todos los otros factores de riesgo.