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Preocupación por el apoyo de los jóvenes a la pena de muerte


Por José Garriga Zuca, Doctor en Antropología social (UBA), investigador del CONICET y docente de la Universidad Nacional de San Martín.

En el marco del proyecto «Ciencias sociales en tiempo real» de la Escuela IDAES- UNSAM junto al Programa PASCAL de Lectura Mundi, realizamos una encuesta sobre inseguridad, confianza policial y victimización con vecinos de CABA y AMBA. De ella se desprenden cuatro cuestiones que nos interesan destacar para tomar como eje de reflexión.

Una de esas cuestiones es la inseguridad, en la que el 92,4% de las personas sostiene que la inseguridad constituye un problema «grave» o «muy grave».

Un dato interesante a remarcar en este sentido muestra que las percepciones sobre gravedad de la inseguridad de los jóvenes son levemente más bajas que la de los grupos de adultos y adultos mayores.

Otro dato interesante es que el 73,3% de los habitantes del Gran Buenos Aires aseguraran que el delito y la inseguridad han aumentado en relación con el año anterior.

En CABA mientras tanto, esta percepción es un porcentaje relativamente menor: 66,8%.

Por ahora nada nuevo. Estos datos están en consonancia con los de las encuestas de los últimos años, que muestran que la inseguridad se mantiene entre las preocupaciones más importantes de los argentinos.

En nuestro país la inseguridad se ha consolidado como problema público, ocupando un lugar central en la agenda política y pública.
Otras de las cuestiones analizadas fueron las víctimas: preguntamos si la persona encuestada o alguien de su familia fue víctima de un delito en el último año y 49% respondió que sí.

Aquí la diferencia geográfica se percibe una vez más, ya que la cifra asciende al 53% para el GBA, mientras que baja al 32% para la Ciudad de Buenos Aires.

En tanto, los jóvenes de 16 a 29 años y las personas con menor nivel educativo son las que han sufrido, según la encuesta, delitos callejeros con más frecuencia.

En relación con este tema, en la encuesta que realizamos en mil casos en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), preguntamos si ellos o alguien de su hogar fueron víctimas de algún episodio de violencia o malos tratos por parte de las fuerzas policiales y el 15% respondió afirmativamente.

El perfil de las víctimas más frecuentes coincide con lo que han venido marcando los estudios en la temática: los jóvenes, varones, de menor nivel educativo poseen una victimización relativa más frecuente.

Y si bien la violencia y los malos tratos policiales ocurren con más frecuencia entre los habitantes del Gran Buenos Aires respecto a los de la Ciudad de Buenos Aires, la diferencia es leve.

La violencia institucional es, entonces, un problema compartido por las policías en general, más allá de la jurisdicción. .

La Confianza Policial, otro de los puntos a destacar: el 58% de personas encuestadas aseguró tener un nivel de confianza bajo o muy bajo en la policía, un 53% cuestiona su profesionalidad, y un 49,1% su honestidad.

En este punto, los habitantes del Gran Buenos Aires tienen una visión más negativa que los de la Ciudad de Buenos Aires: un 49,7% de los primeros evaluó a la policía con un «mal» o un «muy mal» desempeño, mientras que en CABA esa proporción se invierte: 59,1% evalúa el desempeño policial como «bien» o «muy bien».

Esta percepción tiende a ser más negativa entre los jóvenes de 16 a 29 años y las personas con menor nivel educativo completo. .

Estos mismos grupos que son las víctimas modélicas de la violencia institucional, también son los que declaran haber sufrido de manera relativamente más frecuente delitos callejeros en el último año. Podemos rastrear allí las razones de la desconfianza.

Y por último, la pena de muerte: el 75,3% de los encuestados afirma que están a favor de la pena de muerte.

Los encuestados que se muestran a favor de esta medida presentan los niveles educativos más bajos (hasta primaria completa en un 77% y secundario incompleto o completo en un 78%).

Por su parte, aquellos que tienen hasta el nivel universitario o terciario completos, la aceptación a la pena de muerte desciende a un 60,6%.

Otro dato muestra que los más jóvenes (entre 16 y 29) están a favor en un 81,6% mientras que los encuestados de entre 30 y 49 años adhieren en un 75,2%, y las personas de 50 años y más lo están en un 69,4%.

Aquí hay varias cosas relativamente nuevas que nos obligan a una reflexión.

El apoyo a la pena de muerte muestra un número inquietante que no puede dejar de ser leído en relación con la importancia de la seguridad como problema público, la desconfianza sobre las instituciones y los altos niveles de victimización.

El dato contraintuitivo que sostiene que a medida que desciende la edad asciende el apoyo a la pena de muerte, ilumina un problema complejo que debe ser foco de una profunda reflexión.