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Preocupación excesiva por la salud: ¿qué es y cómo identificarla?


Una preocupación excesiva puede suponer un problema: la idea de pesar en padecer una enfermedad y que probablemente no sea real

El portal mejorconsalud.com profundizó en un artículo la cuestión de la excesiva preocupación por la salud y brindó una serie de recomendaciones y de estrategias para abordarla.

Vivimos en una época donde el bombardeo de información es constante. Los temas de cuidado y protección del cuerpo están a la orden del día. Esto ha creado un ambiente donde la preocupación excesiva por la salud tiene un punto de apoyo desde el cual se proyecta en la vida cotidiana.

La salud se define como un estado de bienestar físico, emocional y social. No se trata simplemente de la ausencia de enfermedad. Cada vez es más frecuente encontrar a personas que tienen pánico a enfermar o a que lo hagan sus personas más cercanas.

Si bien es cierto que preocuparse por la salud y tener un estilo de vida adecuado es esencial para prevenir enfermedades, una preocupación excesiva puede suponer un problema.

¿En qué consiste la preocupación excesiva por la salud?

Como podemos imaginar, preocuparse por uno mismo es normal. Todos tenemos cierto miedo a enfermar. Esto es natural y beneficioso si nos conduce a mejorar nuestros hábitos. Por ejemplo, a llevar una alimentación adecuada o a realizar ejercicio con frecuencia.

De la misma manera, nos hace estar alerta ante los signos de una enfermedad y nos impulsa a ir al médico cuando es necesario. Sin embargo, en el momento en el que la preocupación sigue creciendo, puede llegar a producir ansiedad.

Cuando esto ocurre, los pensamientos negativos y el pánico a enfermar ocupan nuestra mente de sobremanera. Se crea un estado de alarmismo en el que cualquier mínimo dolor o riesgo de contagio nos hace pensar que estamos enfermos.

La desinformación general sobre diversas situaciones mundiales ha provocado que el miedo de la población aumente de manera brutal. Hay un fenómeno de preocupación colectiva que supera lo individual y pone en el mismo proceso de alerta a grupos grandes de personas.

La ansiedad también puede llevarnos a hacer cosas irracionales. Si no controlamos la preocupación excesiva por la salud, tomamos medidas drásticas que terminan siendo contraproducentes, y generan enfermedad, en lugar de protegernos.

¿Qué señales hay para identificar que la preocupación es excesiva?

La línea entre la normalidad y la preocupación excesiva es muy fina. No obstante, hay ciertas señales que nos pueden indicar que se está rozando el límite. En primer lugar, ese estado de alarmismo que señalábamos.

Cuando alguien está constantemente atento a una molestia o dolor, pese a que sea pequeño, puede indicar una obsesión. Aún más si comienza a buscar información sobre el tema o no deja de pensar en ello. Las conductas de estas personas se vuelcan a una organización de su existencia que ronda el supuesto problema. Se alteran sus relaciones familiares, laborales y de amistades por culpa del trastorno obsesivo.

Incluso, muchas personas llegan a la conclusión de que es un síntoma de alguna enfermedad en concreto. Catalogan su hipótesis con el nombre de una patología y se autodiagnostican, estableciendo el paso directo a la hipocondría.

En este caso, comienzan a preocuparse sobre las consecuencias de esa supuesta a enfermedad. También tienden a convertirlo en un tema de conversación frecuente y único, sin dar lugar a otras explicaciones ni relatos.

Por otra parte, la preocupación excesiva por la salud también se puede manifestar con un control muy estricto de la dieta o el ejercicio. Del mismo modo, puede ser que se tomen medicamentos que no están indicados o suplementos vitamínicos.

¿Qué se puede hacer al respecto?

Lo más importante en esta situación es tratar de pedir ayuda. Cuando la preocupación se convierte en ansiedad, lo mejor es que se acuda a un psicólogo para intentar ponerle fin al problema. La psicoterapia suele ser la mejor forma de tratamiento.

Además, debemos tener en cuenta que las fuentes de información que tenemos no siempre son fiables. Es esencial contrastar los datos y evitar que el miedo se apodere de nosotros. Hay muchos artículos en internet, pero debemos corroborar que sean escritos por autores confiables y que el sitio que revisamos esté avalado.